El Trato con las Mujeres
ECLASIÁSTICO IX, 1-13:
(Traducción y comentarios bíblicos de Monseñor Straubinger)
1 "No seas celoso de tu querida esposa; para que no se valga de las malas ideas que tú le sugieres.
2 No dejes que la mujer tenga dominación sobre tu espíritu; para que no se levante contra tu autoridad, y quedes avergonzado.
3 No pongas los ojos en una mujer que quiere a muchos, no sea que caigas en su lazo.
4 No frecuentes el trato con la bailarina, ni la escuches, si no quieres perecer a la fuerza de su atractivo.
5 No pongas tus ojos en la doncella, para que su belleza no sea ocasión de tu ruina.
6 De ningún modo des entrada en tu alma a las meretrices, para que no te pierdas a ti y tu patrimonio.
7 No andes derramando tu vista por las calles de la ciudad, ni vagueando de plaza en plaza.
8 Aparta tus ojos de la mujer lujosamente ataviada, y no mires curioso una hermosura ajena.
9 Por la hermosura de una mujer muchos se han perdido; pues por ella se enciende cual fuego la concupiscencia.
10 Cualquier mujer pública es pisoteada como estiércol en el camino.
11 Muchos embelesados de la belleza ajena se hicieron réprobos; porque su conversación quema como fuego.
12 Con la mujer de otro no estés jamás de asiento; ni en la mesa te arrimes a ella recostado sobre el codo;
13 ni la desafíes en tomar vino; no sea que tu corazón se incline hacia ella, y a costa de tu vida caigas en la perdición."
1 "No seas celoso de tu querida esposa; para que no se valga de las malas ideas que tú le sugieres.
2 No dejes que la mujer tenga dominación sobre tu espíritu; para que no se levante contra tu autoridad, y quedes avergonzado.
3 No pongas los ojos en una mujer que quiere a muchos, no sea que caigas en su lazo.
4 No frecuentes el trato con la bailarina, ni la escuches, si no quieres perecer a la fuerza de su atractivo.
5 No pongas tus ojos en la doncella, para que su belleza no sea ocasión de tu ruina.
6 De ningún modo des entrada en tu alma a las meretrices, para que no te pierdas a ti y tu patrimonio.
7 No andes derramando tu vista por las calles de la ciudad, ni vagueando de plaza en plaza.
8 Aparta tus ojos de la mujer lujosamente ataviada, y no mires curioso una hermosura ajena.
9 Por la hermosura de una mujer muchos se han perdido; pues por ella se enciende cual fuego la concupiscencia.
10 Cualquier mujer pública es pisoteada como estiércol en el camino.
11 Muchos embelesados de la belleza ajena se hicieron réprobos; porque su conversación quema como fuego.
12 Con la mujer de otro no estés jamás de asiento; ni en la mesa te arrimes a ella recostado sobre el codo;
13 ni la desafíes en tomar vino; no sea que tu corazón se incline hacia ella, y a costa de tu vida caigas en la perdición."
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Versículo 8: "Los vestidos de lujo y los vanos adornos no convienen más que a las prostitutas y a las mujeres impúdicas", dice San Cipriano (De Habitu Virg.). San Pedro, en su primera encíclica, exhorta a las mujeres a llevar una vida casta y llena de reverencia y les dice: "Vuestro adorno no sea de afuera; no consista en rizaros los cabellos, ornaros de joyas de oro o ataviaros de vestidos, sino que sea un adorno interior del corazón, que consiste en la incorrupción de un espíritu manso y suave, precioso a los ojos de Dios" (I Pedro 3, 3 s.).
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Dice "La Imitación de Cristo" VIII, 1:
"No tengas familiaridad con ninguna mujer mas en general encomienda a Dios todas las buenas."
"No tengas familiaridad con ninguna mujer mas en general encomienda a Dios todas las buenas."
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La imagen muestra el óleo de Velazquez Diego "La Tentación de Santo Tomás" que representa la siguiente anécdota:
"Finalmente, (sus hermanos contrarios a su vocación) le envían a una prostituta. La mujer intenta tentarlo. Tomás toma en sus manos una rama encendida del hogar y se lanza contra la mujer, amenazándola con quemarle el rostro si se atreve a acercársele. Ella sale huyendo y Tomás, con la brasa dibuja una cruz en la puerta frente a la cual se arrodilla a rezar. Esa misma noche contempló en sueños unos ángeles que venían a felicitarlo y le traían un cíngulo, en señal de la virtud de la pureza perpetua que le concedía Nuestro Señor".
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