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jueves, 14 de julio de 2016

San Buenaventura, obispo y doctor (14 de julio)




San Buenaventura, obispo y doctor. 

(† 1274.)

El seráfico doctor de la Iglesia san Buenaventura, nació de padres esclarecidos por su linaje en una pequeña ciudad de Toscana, llamada Bagnarea. Siendo muy niño tuvo una tan recia enfermedad, que le deshauciaron los médicos; y su madre prometió a san Francisco que, si alcanzaba la salud de su hijo, procuraría que tomase el hábito de su santa religión, como lo hizo en efecto Buenaventura a la edad de veintidós años. Hecha su profesión religiosa, tuvo por maestro en París al famosísimo Alejandro de Hales, y leyó después al maestro de las sentencias en aquella universidad, con grande aplauso, y allí tomó el grado de doctor el mismo día que lo recibió el angélico doctor de la Iglesia, santo Tomás, con el cual tuvo muy estrecha amistad, y con su humilde porfía le rindió para que se graduase primero que él. Entrando un día santo Tomás en la celda de san Buenaventura le rogó que le mostrase los libros más secretos de donde sacaba sus altísimos y divinos conceptos; entonces el santo le enseñó un crucifijo que tenía allí delante y le dijo: "Sabed que este es mi mejor libro". Otra vez lo halló santo Tomás escribiendo la vida de san Francisco, su padre, y no lo quiso estorbar, diciendo: "Dejemos al santo que trabaje por otro santo". Con esta santidad y sabiduría juntaba san Buenaventura una prudencia tan maravillosa, que siendo de sólo treinticinco años, con gran conformidad fue elegido ministro general de la orden. Por este tiempo se trasladó el cuerpo de san Antonio de Padua a una iglesia suntuosa que se le había edificado en la misma ciudad de Padua. Se halló presente a esta traslación san Buenaventura, y hallando entre los huesos de la boca, la lengua del santo tan fresca y hermosa como si estuviera vivo, con ser ya el año treinta y dos de su muerte, la tomó en sus manos el santo general, y derramando muchas lágrimas, exclamó: "¡Oh lengua bendita que siempre bendijiste a Dios y enseñaste a otros que lo bendijesen! ¡Bien muestras ahora cuán agradable le fuiste!". Y besándola con gran reverencia la mandó poner en lugar honorífico. Considerando la soberana majestad de Jesucristo sacramentado estuvo muchos días sin osar llegarse al altar, y un día oyendo misa, al tiempo que el sacerdote partía la hostia, una parte de ella se vino a él y se le puso en la boca. Muerto el papa Clemente IV, y no concertándose los cardenales en la persona que habían de elegir, dieron sus votos a san Buenaventura, para que él sólo eligiese al que le pareciese más digno de sentarse en la silla de san Pedro, y él nombró a Teobaldo, que en su asunción se llamó Gregorio X. También llevó el mayor peso de los gravísimos negocios que se trataron en el concilio de León, y poco después que el papa lo hizo allí cardenal y obispo de Albano, quiso Dios honrarlo llevándolo para sí a la edad de cincuenta y tres años. 


Reflexión: 

Los muchos y doctísimos libros que dejó escritos san Buenaventura están llenos de una doctrina celestial y de un fuego de amor divino que alumbra el entendimiento de los que los leen, y abrasa su voluntad, y penetrando hasta lo más íntimo de las entrañas, les compungen con unos estímulos de serafín, y les bañan de una suavísima dulzura de devoción. Procura pues, amado lector, traer en las manos los libros de este doctor seráfico y también los demás escritos de los santos, que en ellos está atesorada la verdadera sabiduría que alimenta, perfecciona y satisface cumplidamente el espíritu. 


Oración: 

Oh Dios, que te dignaste darnos por ministro de nuestra salvación al bienaventurado Buenaventura, concédenos que sea nuestro intercesor en el cielo el que tenemos por nuestro doctor en la tierra. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.


Fuente: Flos Sanctorum, P. Francisco de Paula Morell, 1890


miércoles, 9 de noviembre de 2011

El Primer Discurso Infalible de un Papa



EL PRIMER DISCURSO INFALIBLE DE UN PAPA

Hech 2, 14-36:

14Entonces Pedro, poniéndose en pie junto con los once, alzó su voz y les habló:



"Varones judíos y todos los que vivís en Jerusalén, sea esto de vuestro conocimiento y prestad atención a mis palabras, 15 porque éstos no están borrachos como vosotros suponéis, pues apenas es la hora tercera del día; 16 sino que esto es lo que fue dicho por medio del profeta Joel:

17 Y SUCEDERA EN LOS ULTIMOS DIAS--dice Dios-- QUE DERRAMARE DE MI ESPIRITU SOBRE TODA CARNE; Y VUESTROS HIJOS Y VUESTRAS HIJAS PROFETIZARAN,VUESTROS JOVENES VERAN VISIONES,Y VUESTROS ANCIANOS SOÑARAN SUEÑOS; 18 Y AUN SOBRE MIS SIERVOS Y SOBRE MIS SIERVAS DERRAMARE DE MI ESPIRITU EN ESOS DIAS, y profetizarán. 19 Y MOSTRARE PRODIGIOS ARRIBA EN EL CIELO Y SEÑALES ABAJO EN LA TIERRA: SANGRE, FUEGO Y COLUMNA DE HUMO. 20 EL SOL SE CONVERTIRA EN TINIEBLAS Y LA LUNA EN SANGRE, ANTES QUE VENGA EL DIA GRANDE Y GLORIOSO DEL SEÑOR. 21 Y SUCEDERA QUE TODO AQUEL QUE INVOQUE EL NOMBRE DEL SEÑOR SERA SALVO.

22 Varones de Israel, escuchad estas palabras: A Jesús de Nazaret, hombre acreditado por Dios entre vosotros con milagros, prodigios y señales que Dios hizo en medio de Él entre vosotros, como vosotros mismos sabéis, 23 a éste, entregado por el designio determinado y la presciencia de Dios, clavasteis en una cruz por manos de impíos y le matasteis, 24 a quien Dios resucitó, poniendo fin a la agonía de la muerte, puesto que no era posible que El quedara bajo el dominio de ella. 25 Porque David dice de El: VEIA SIEMPRE AL SEÑOR EN MI PRESENCIA; PUES ESTA A MI DERECHA PARA QUE YO NO VACILE. 26 POR LO CUAL MI CORAZON SE ALEGRO Y MI LENGUA SE REGOCIJO; Y AUN HASTA MI CARNE DESCANSARA EN ESPERANZA; 27 PUES TU NO ABANDONARAS MI ALMA EN EL HADES, NI PERMITIRAS QUE TU SANTO VEA CORRUPCION. 28 ME HAS HECHO CONOCER LOS CAMINOS DE LA VIDA; ME LLENARAS DE GOZO CON TU PRESENCIA.

29 Hermanos, del patriarca David os puedo decir confiadamente que murió y fue sepultado, y su sepulcro está entre nosotros hasta el día de hoy.30 Pero siendo profeta, y sabiendo que DIOS LE HABIA JURADO SENTAR a uno DE SUS DESCENDIENTES EN SU TRONO, 31 miró hacia el futuro y habló de la resurrección de Cristo, que NO FUE ABANDONADO EN EL HADES, NI su carne SUFRIO CORRUPCION. 32 A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. 33 Así que, exaltado a la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís. 34 Porque David no ascendió a los cielos, pero él mismo dice:

DIJO EL SEÑOR A MI SEÑOR: "SIENTATE A MI DERECHA, 35 HASTA QUE PONGA A TUS ENEMIGOS POR ESTRADO DE TUS PIES". 36 Por lo cual sepa toda la casa de Israel con certeza que Dios ha constituído Señor y Cristo a este mismo Jesús que vosotros clavasteis en la cruz."

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Nueve Comentarios de Msr. Straubinger:

Versículos 17 y siguientes: "Sobre toda carne": Sobre todos los hombres. Esta profecía (Joel 2, 28-32; cf. Is. 44, 3), además de su cumplimiento en Pentecostés,
TIENE UN SENTIDO ESJATOLÓGICO, como se ve en los v. 19 s. ("Versículos 19 y siguientes") referentes a los fenómenos cósmicos que están anunciados para los últimos tiempos (cf. Mt. 24, 29; Apoc. 6, 12), o sea, para "el día del Señor" (v. 20), cuya venida los primeros cristianos esperaban "de hora en hora", como dice San Clemente Romano. Cf. 1, 6; I Cor. 1, 8; 7, 29; Fil. 4, 5; I Tes. 5, 2; Heb. 10, 25 y 37; Sant. 5, 8; II Pedr. 3, 9; etc. "Téngase presente que en los Evangelios y en todo el Nuevo Testamento se habla muchas veces de la primera venida de Jesucristo y luego se pasa a hablar de la segunda" (Biblia de El Paso). De ahí las palabras después de esto con que empieza el citado texto de Joel (2, 28, que en el hebreo es 3, 1). Crampon allí observa: "A la restauración en el orden temporal sucederá, por el poder del Espíritu de Dios, una admirable floración espiritual, que se extenderá a todas las clases del pueblo de Dios. A todos hablará Dios por sueños y visiones, es decir, por las dos formas principales de las revelaciones proféticas, que antes no eran concedidas sino a un pequeño número de hombres". La misma expresión después de esto usa Santiago en 15, 16.


Versículo 22: "Que Dios hizo por medio de Él". San Pedro y todos los apóstoles cuidan de mantener esta profunda verdad que el mismo Jesús no se cansaba de repetir y que no es sino la absoluta y total humillación del Hijo ante el Padre (Fil. 2, 6-8). Pudiendo el Verbo por su propia virtud divina, que recibe del Padre eternamente, nunca hizo obra alguna, ni aun la propia Resurrección (v. 24), sino por su Padre a fin de que toda la gloria fuese para el Padre (Heb. 5, 4 ss.). No hay cosa más sublime que sorprender así en el mismo seno de la Divina Familia, el espectáculo de esa fidelidad del Hijo por una parte, y por la otra el amor infinito con que el Padre elogia a Jesús (Salmo 44, 3 ss.) y le da "un Nombre que es sobre todo nombre" (Filip. 2, 9).

Versículos 24 y siguientes: Sobre este notable anuncio de la
Resurrección de Jesús en el Antiguo Testamento, cf. Hech 3, 22, donde se comenta: "Os sucitará un profeta puede traducirse también: Os resucitará un profeta. Según esta interpretación, el celebre vaticinio de Moisés sobre el Mesías (Deut. 18, 15) anunciaría que tales profecías habían de cumplirse en Él después de muerto y resucitado. Lucas al narrar, y Pedro al hablar aquí, usan en griego el verbo anastesei (lo mismo que el texto de Moisés en los LXX, que es la versión citada por San Pedro), cuyo sentido principal es resucitará, y repiten el mismo verbo en el v. 26, donde tal sentido es evidente y exclusivo de todo otro: levantar de entre los muertos. Esta versión tiene en su favor circunstancias importantes, puesto que Pedro está hablando de la Resurrección de Jesús, y su intención expresa es aquí (como en Hech. 2, 24 ss., donde usa el mismo verbo), mostrar precisamente que esa resurrección estaba anunciada desde Moisés, como lo estaba por David (véase 2, 25 ss., Salmo 15, 8 ss. y 2, 30; Salmo 131). Igual testimonio que éstos de Pedro, da Pablo en Hech. 13, 33 ss., con idénticos argumentos y usando el mismo verbo. Por lo demás, Jesús ya lo ha dicho a los discípulos de Emaús (uno de los cuales era tal vez el mismo Lucas) llamándolos "necios y tardos de corazón" en comprender que su rechazo por Israel, sus dolores, muerte y resurrección estaban previstos, para lo cual "comenzando por Moisés" les hizo interpretación de las profecías (Lc 24, 25-27). Y el mismo Lucas relata luego que, a fin de hacerles comprender esos anuncios, el divino Maestro "les abrió la inteligencia para que entendiesen las Escrituras" y les dijo que estaba escrito "en Moisés, en los Profetas y en los Salmos" que el Cristo sufriese "y resucitase de entre los muertos al tercer día" (Lc. 24, 44-46).

Versículos 25 y siguientes: Véase el Salmo 15, 8-11. En el versículo 8 comienza la cita dogmática que San Pedro hace de este pasaje como profecía en Hech 2, 25-28. Considerado desde otro punto vista, para la vida espiritual, este constante cultivo de la Presencia de Dios, es, según San Buenaventura, la más preciosa espiritualidad, pues a cada instante aumenta en nosotros las virtudes teologales, por nuevas luces del Espíritu Santo, y equivale a la oración constante de que nos habla San Pablo (I Tes. 5, 17); pues este divino Espíritu ora en nosotros con gemidos inefables (Rom. 8, 26) y derrama en nuestros corazones la caridad de Dios (Rom. 5, 5). Esa presencia delante del Padre ha de ser filial, es decir, eminentemente confiada, teniendo en cuenta que Él nos mira con infinito amor y bondad (cf. Salmo 102, 13), y se traslada Él mismo a nuestra alma juntamente con Jesús (cf. I Jn 3, 1; Jn 14, 23, etc.)/ En el versículo 9: "Descansará segura": En la esperanza de la resurrección (San Agustín)./ Versículo 10: "Alma": Significa vida, todo el hombre. Aquí se muestra a todas luces el carácter mesiánico de este Salmo. David no habla por su propia persona, sino en representación de Jesucristo, quien predice su Resurrección. (véase Hch. 2, 25 ss. y 13, 34 ss.)./ Versículo 11: "Las delicias de tu diestra": Aquí no se trata ya sólo de la unión espiritual con el Esposo, que el Cantar presenta como el abrazo de su diestra (Can. 2, 2 y 8, 3); en sentido mesiánico alude a la Humanidad santísima del mismo Cristo sentado para siempre a la diestra del Padre y recibiendo la misma gloria que eternamente tuvo el Verbo en el seno de la divina Trinidad (cf. Jn 14, 10 ss.; 16, 16 y 28; 17, 21 ss.). Allí está Él desde su Ascensión hasta que venga para hacer nuestro cuerpo semejante al suyo (Hch. 3, 20 s.; Filip. 3, 20 s.). Y entretanto sólo piensa en rogar por nosotros (Jn. 14, 16; Rm. 8, 34; Heb. 7, 25), pues la gloria que Él ansía dar al Padre consiste en obtener para nosotros el sumo bien (Jn. 17, 2). /

David no habla por su propia persona, sino en representación y como figura de Jesucristo. Véase la explicación que San Pedro da en los v. 29 ss.
"Está a mi dercha para que yo no vacile": Esa asistencia constante que el Padre prestó a su Hijo amadísimo (v. 22 y nota; Jn 8, 29), para sostenerle en su Pasión (Salmo 68, 21) es una gran luz para comprender el abandono de que habla Cristo en la Cruz (Mt. 27, 46; Mc. 15, 34; Salmo 21, 2) no significa que el Padre retirase de él su sostén (eso habría sido desoír la oración de Cristo), sino, como bien observa Santo Tomás, que lo abandonaba "en manos de los hombres" (Mt. 17, 22) en vez de mandar contra ellos ¡"más de doce legiones de ángeles"! (Mt 26, 53).

Versículo 30: Véase en II Rey. 7, 8 ss. esta promesa, que fue recordada por el Salmo de Salomón (S. 131, 11), por el de Etán (S. 88, 20-38) y ratificada por el ángel a María (Lc. 1, 32). San Pablo la reitera en Antioquía de Pisidia (Hch. 13, 32 ss.).


Versículo 31: "Habló de la Resurrección de Cristo" Véase la profecía de Moisés invocada en igual sentido por el Apóstol (Hch. 3, 22)


Versículo 33: "La Promesa del Espíritu Santo": Por donde se ve que fue con su Pasión cómo Cristo conquistó para nosotros el Espíritu Santo, según lo confirma S. Juan (Jn. 7, 39). Sobre el valor infinito de este don, cf. Jn. 14, 26; 15, 26; 16, 7 y notas.

Versículos 34 y siguientes: Véase Salmo 109, 1 y nota. El mismo Jesús explicó esta profecía en Mt. 22, 41-46 como prueba de su divinidad. Pedro la usa aquí (v. 36), lo mismo que San Pablo (Heb. 1, 8-13; I Cor. 15, 25), como anuncio del futuro triunfo de Cristo.

Versículo 36: "Ha constituído": Cf. Salmo 109, 4 y nota.

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