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jueves, 24 de marzo de 2016

No ha de haber mejor Camino para las Ovejas que para su Pastor (Jueves Santo)


No ha de haber mejor Camino 
para las Ovejas que para su Pastor 

(Jueves Santo)

I. Sciens Jesus, quia venit hora ejus (Sabiendo Jesús que había llegado su hora) (Jn. XIII):

Viniendo la hora de su muerte, se dispone a hacer su testamento; testamento eterno, tanto más excelente que el antiguo, en cuanto fue sellado con sangre de un precio infinito.

II. In finem dilexit (Los amó hasta el fin):

El amor le trajo al mundo, y porque venía a padecer, le formó el Espíritu Santo un cuerpo el más dispuesto para este efecto: Y llegando la hora de desplegar su amor en toda su fuerza, se dispone a padecer en todos los miembros de su cuerpo, para salvar al hombre de todos sus pecados.

III. Scitis quid fecerim vobis? (¿Sabéis lo que acabo de hacer con vosotros?):

Parece que se pone el Señor como suspenso delante del corazón de Judas, diciendo: "Mira si puedo hacer más por ti". Con todo, permanece endurecido, prueba grande de la increíble perversidad y dureza del corazón humano.

IV. Exemplum enim dedi vobis (Porque ejemplo os he dado):

Para desengaño de los que piensan ir al cielo por camino de regalos y comodidades, se propone Jesucristo ejemplar divino de humillación y de aflicciones: Que no ha de haber mejor camino para las ovejas que para su pastor.


Fuente: "Discursos Predicables", Msr. Gerónimo Bautista de Lanuza OP, 1803

San Simón, inocente y mártir (24 de marzo)



San Simón, inocente y mártir.

(† 1475.)

El martirio del glorioso e inocente niño san Simón, lo escribió pocos días después de haber pasado, Juan Matías Tiberino, cuya relación compendiada es como sigue: "Habitaban, dice, en un barrio de Trento, que está a la izquierda del castillo, tres familias de judíos, cuyas cabezas eran Tobías, Ángelo y Samuel, con quienes vivía un infernal y bárbaro viejo llamado Moisés. Estos se juntaron el Jueves Santo en la sinagoga y dijeron a Tobías: Sólo tú, oh Tobías, puedes satisfacer nuestros deseos; porque tú tienes familiar conversación con los cristianos, y así puedes con gran facilidad cogerles un niño, y si esto haces, tú vivirás con descanso, y tus hijos con grandes medras. Con esta promesa Tobías entró a la tarde en la calle que llaman de las Fosas, y luego puso los ojos en un niño hermoso de dos años y cuatro meses, que estaba sentado y solo sobre el umbral de la puerta de su casa, y mirando el traidor a una y a otra parte de la calle, y viendo que nadie le observaba, se llegó a la inocente criatura, y le puso con gran cariño un dedo en su tierna manecita. El niño le tomó el índice, y levantándose le fue siguiendo, hasta que habiendo pasado dos o tres casas, puso el judío una moneda en las manos del niño, y acariciándolo en sus brazos para que no llorase, lo llevó fuera del barrio y lo entró en casa de Samuel. Allí le pusieron en la cama, y como llorase e invocase el nombre de su madre, le daban pasas de uva, confites y otras cosillas. Entre tanto la madre andaba desesperada buscando al hijo de sus entrañas, sin poderlo hallar en ninguna parte. A la noche el cruel viejo Moisés con los otros judíos, tomando aquel inocente ángel que descuidado dormía, pasaron al lugar de la sinagoga que estaba en la misma casa, y allí desnudaron a aquella inocente víctima dejándola en carnes; y tomando Samuel un lienzo, le rodeó el cuello embarazándole el aliento, para que no se oyesen sus gritos, y teniéndole los demás los pies y las manos. Entonces el viejo Moisés circuncidó al niño para disponerlo al sacrificio. Sacó después unas tijeras y comenzó a abrirle desde la barbilla la mejilla derecha, y cortándole un pequeño pedazo de carne la puso en una fuente que tenía para recoger la sangre. Tomó después cada uno de los judíos las tijeras para hacer por turno la misma sacrílega y sangrienta ceremonia, y acabando, el infame viejo abrió con un cuchillo la pierna derecha del mártir, y cortó un pedacito de carne de la pantorrilla; y los demás hicieron lo mismo como antes. Acabada esta crueldad, el viejo levantó en alto al niño, en forma de cruz, y haciendo todos una rueda, le fueron punzando con agujas todo el cuerpo por espacio de más de una hora, hasta que inclinando el niño la cabecita espiró, y pasó a gozar de Dios en el coro de los inocentes mártires".


Reflexión:

Jamás permitió a los judíos la ley de Dios dada por Moisés, sacrificio alguno de víctimas humanas, a pesar de ser tan usada esta bárbara costumbre entre las naciones y pueblos idólatras. La religión cristiana abolió hasta los sacrificios de animales, y toda práctica de culto sangriento, y así no fue la religión divina la que inspiró a aquellos judíos los nefandos sacrificios de niños que hacían, sino la abominable superstición en que cayeron, después de haber crucificado al Hijo de Dios, y rechazado la ley de su divino Mesías. Los pueblos que dejan la verdadera religión, se olvidan de la ley de la caridad, y se vuelven egoístas, inhumanos y crueles.


Oración:

Señor Dios, cuya Pasión santísima confesó el santo inocente niño Simón, no hablando, sino perdiendo por ti la vida; concédenos que nuestra vida pregone con inculpables costumbres, la misma fe que confesamos con nuestros labios. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


Fuente: Flos Sanctorum, P. Francisco de Paula Morell, 1890

jueves, 9 de abril de 2009

Transubstanciación

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"Y cenando ellos tomó Jesús el pan, y lo bendijo, y lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: "tomad y comed; éste es mi cuerpo. Y tomando el cáliz dio gracias y se lo dio, diciendo: "Bebed de éste todos, porque ésta es mi sangre del Nuevo Testamento, que será derramada por muchos para remisión de pecados. Y dígoos que desde hoy más no beberé de este fruto de vid hasta aquel día cuando lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre". (Mateo 26, 26-29)
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Y cenando ellos tomó Jesús el pan, y lo bendijo, y lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: "tomad y comed; éste es mi cuerpo".
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San Jerónimo
Después de haber cumplido la Pascua figurativa y comido el cordero con sus discípulos, pasa el Señor a la institución del sacramento de la verdadera Pascua. Y a la manera como Melquisedec, sacerdote del supremo Dios, había ofrecido pan y vino como figura, así también para presentar la realidad de su cuerpo y sangre, dice: "Y cenando ellos tomó Jesús el pan", etc.
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San Agustín, epistola, 54, 7-8
En lo que claramente se ve que los discípulos no recibieron en ayunas el cuerpo y la sangre del Señor en el día de su institución. ¿Podrá censurarse acaso el rito de toda la Iglesia, en virtud del cual se ordena recibirle siempre en ayunas? Agradó en verdad, al Espíritu Santo, que en honor de tan gran Sacramento entrase el cuerpo del Señor en la boca del cristiano antes que ningún otro alimento. Pero el Salvador, queriendo demostrar la sublimidad de este misterio, quiso instituirlo al final de la cena, grabándolo así en el corazón y en la memoria de sus discípulos, de quienes se despedía. Por lo tanto no dijo en qué forma debería recibirse en lo sucesivo, con el fin de dejar esto al arbitrio de sus discípulos (por medio de quienes había de organizarse la Iglesia).
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Glosa
También dejó Jesucristo otra forma de recibir su cuerpo y su sangre, y la instituyó después, con el fin de que la fe tuviese su mérito, cuando cree a pesar de que no ve.
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San Ambrosio, de Sacramentis 4,4
Con el fin de que no hubiese horror alguno en el derramamiento de sangre y pudiese obtenerse el precio de la redención.
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San Agustín, sermones, 227
Instituyó el Señor su cuerpo y su sangre sobre cosas que vienen a constituir una sola, aun cuando consten de muchas partes, porque el pan se forma de muchos granos de trigo, y el vino también se forma de muchos racimos de uvas. Además, en esto nos dio a entender el Salvador que consagraba el misterio de nuestra paz y unión en su propia mesa.
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Remigio
También oportunamente utilizó el fruto de la tierra, dando a entender que había venido a ella para absolverla de aquella maldición, con que fue maldecida por el pecado del primer hombre. Y aun congruentemente mandó ofrecer los frutos que produce la tierra, y en aquéllos por los cuales los hombres se interesan más; con el fin de que no hubiese dificultad en su adquisición y los hombres pudiesen ofrecer a Dios sacrificios del trabajo de sus manos.
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San Ambrosio, de Sacramentis 4,3
De aquí se desprende que los sacramentos de los cristianos son anteriores a los de los judíos, porque Melchisedec ofreció el pan y el vino del mismo modo que el Hijo de Dios, a quien se dice en el Salmo: "Tú eres sacerdote eterno según el orden de Melchisedec" ( Sal 119,4). Refiriéndose a lo cual se dice aquí: "Tomó Jesús el pan".
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Glosa
Lo que debe entenderse respecto del pan de trigo, porque como dice San Juan, el Señor se comparó al grano de trigo, diciendo: "Que si el grano de trigo cuando cae en la tierra" ( Mt 12,24), etc. Este pan corresponde al Sacramento, porque su uso es más común, puesto que se hacen otros panes cuando éste falta. Y como Jesucristo demostró hasta el último día que no había venido a derogar la ley (como ya había dicho antes), lo instituye en la víspera, cuando se inmolaba el cordero según el precepto legal, y habían de comerse los ácimos y retirarse todo lo fermentado. Es evidente que este pan, ofrecido por el Señor a sus discípulos, era ácimo.
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San Gregorio, registrum epistularum
Llama la atención de algunos que en la Iglesia unos ofrecen panes ácimos, y otros fermentados. Pues la Iglesia Romana ofrece panes ácimos, porque el Señor tomó carne sin mezcla alguna; pero otras iglesias le ofrecen fermentado, porque el Verbo del Padre se vistió de carne y es verdadero Dios y verdadero hombre. Porque el fermento se mezcla con la harina, y sin embargo, nos transformamos en el cuerpo del Señor nuestro Salvador, tanto cuando se nos ofrece en el pan ácimo, cuanto en el fermentado.
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San Ambrosio, De Sacramentis 4,4
Este pan, antes de las palabras de la consagración es pan común, pero cuando se le consagra, el pan se convierte en carne de Cristo. Por lo tanto la consagración, ¿en qué palabras consiste y en qué oraciones sino en las de Jesús nuestro Dios? Por lo tanto, si hay tanta fuerza en su palabra que empieza a ser lo que antes no era, ¿con cuánta más facilidad debe suceder que existan aquellas cosas que antes eran transformadas en otras sustancias? Si su palabra produjo cosas admirables, ¿no las producirá en los misterios espirituales? Luego, el pan se transforma en el cuerpo de Jesucristo y el vino en su sangre, por medio de la palabra divina. Se pregunta ¿cómo?; de este modo: no se engendra un hombre sino por medio de la unión de un hombre y de una mujer: pero porque quiso el Señor, Jesucristo nació de la Virgen por obra del Espíritu Santo.
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San Agustín, De verb. Dom
Y así como por obra del Espíritu Santo fue creada sin unión una verdadera carne, así la sustancia del pan y del vino, es consagrada en el mismo cuerpo y sangre de Nuestro Señor Jesucristo. Y como esta consagración se hace en virtud de la palabra del Señor, añade: "Y lo bendijo".
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Remigio
En esto dio a entender también que junto con el Padre y el Espíritu Santo, colmó la naturaleza humana con la gracia del poder divino, y la enriqueció con el don de la eterna inmortalidad. Y para demostrar que su cuerpo no se sometía a la pasión sin quererlo así, añade: "Y lo partió".
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San Agustín, in lib. sentent
Cuando se parte la hostia, mientras la sangre del cáliz es derramada en la boca de los fieles, ¿qué otra cosa se significa sino la inmolación del cuerpo del Señor en la cruz, y el derramamiento de su sangre brotando de su costado?
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San Dionisio, de ecclesiastica hierarchia 3
En esto se da a conocer también que la Palabra del Señor siendo una y simple, por medio de la Encarnación, llega hasta nosotros de un modo compuesto y visible, se asocia con nosotros por bondad, y nos hace partícipes de todos los bienes espirituales que se nos distribuyen. Por esto sigue: "Y lo dio a sus discípulos".
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San León Magno, sermones, 58,3
No se exceptuó de la participación de este misterio al traidor, para que constase, que Judas no obraba exasperado por injuria alguna, sino voluntariamente a impulso de su impiedad (o lo que es lo mismo, intentaba perseverar en su voluntaria impiedad).
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San Agustín, in Ioannem 26
San Pedro y Judas participaron de un mismo pan, pero San Pedro recibió la vida y Judas la muerte.
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San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 82,1
Y esto lo demuestra San Juan diciendo: "Que después de esto, Satanás entró en él". Su pecado se agravó, porque se había acercado al sacramento con conciencia manchada, y al acercarse no mejoró en su conciencia, ni por el temor, ni por el beneficio, ni por el honor. Mas Jesucristo, aunque nada se le ocultaba no le privó del sacramento para que aprendamos que no omite nada de aquello que nos conviene para nuestra enmienda.
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Remigio
En esta acción dejó también ejemplo a su Iglesia, para que no separe a nadie de su sociedad ni de la comunicación del cuerpo y la sangre de Nuestro Señor, sino por algún crimen público y manifiesto.
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San Hilario, in Matthaeum, 30
La Pascua quizá se celebró sin que el traidor Judas hubiese participado del cáliz y de la fracción del pan; pues no era digno de la participación de los eternos misterios; pero se comprende que él salió de allí, porque se manifiesta que volvió con las turbas.
Sigue: "Recibid y comed".
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San Agustín, De verb. Dom
El Señor convida a sus siervos para prepararles manjar de sí mismo; ¿pero quién se atreverá a comer a su Señor? Y en verdad que cuando se le come, fortalece, no debilita. Vive comido porque resucitó después de muerto; y cuando le comemos no le partimos; y en verdad que así sucede en el sacramento. Conocen los fieles el modo como reciben la carne de Cristo: cada uno recibe una parte. Por partes se recibe en el sacramento, y sin embargo, permanece entero, todo en el cielo y todo en nuestro corazón. Por lo tanto, todas estas cosas se llaman sacramentos, porque en ellos unas cosas se ven y otras se creen. Lo que se ve tiene figura corporal y lo que se entiende es un fruto espiritual.
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San Agustín, in Ioannem 27, 11
No comamos, por lo tanto, la carne de Jesucristo en el sacramento únicamente (lo que hacen muchos malos), y comámosle hasta participar de su espíritu para que vivamos como miembros en el cuerpo del Señor, para que nos alimentemos de su espíritu.
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San Ambrosio, de sacramentis 4,5
Antes, pues, que se verifique la consagración, el pan es pan; pero cuando sobre él descienden las palabras de Jesucristo, que dice: "Este es mi cuerpo" el pan se convierte en cuerpo de Cristo.
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Y tomando el cáliz dio gracias y se lo dio, diciendo: "Bebed de éste todos, porque ésta es mi sangre del Nuevo Testamento, que será derramada por muchos para remisión de pecados. Y dígoos que desde hoy más no beberé de este fruto de vid hasta aquel día cuando lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre".
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Remigio
Como el Señor había dado su cuerpo a los discípulos bajo la especie de pan, también les dio el cáliz de su sangre; por esto dice: "Y tomando el cáliz dio gracias y se lo dio", etc. En lo que se da a entender cuán grande es el deseo que tiene de nuestra salvación, en obsequio de la cual derramó su sangre.
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San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 82, 1
Por lo tanto, dio gracias para enseñarnos el modo de recibir este sacramento, demostrando a la vez que no iba a sufrir su pasión contra su voluntad. Nos enseñó, pues, que todo lo que sufrimos debemos llevarlo con gusto. Y en esta ocasión nos dio motivo de buena esperanza; si, pues, la figura de este sacrificio (a saber, la inmolación del cordero pascual), dio la libertad al pueblo de la esclavitud de Egipto, con mucha más razón la realidad librará al mundo entero. "Y se les dio, diciendo: bebed de éste todos". Y para que no se asustasen oyendo esto, El mismo bebió primero su propia sangre invitándoles sin perturbación alguna, a que participasen de aquellos misterios.
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San Jerónimo
Así nuestro Señor Jesucristo fue convidado y convite; el que comía y era comido.
Sigue: "Esta es mi sangre del Nuevo Testamento".
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San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, 82, 1
Esto es, lo que sirve de anuncio de la nueva ley: esto lo prometía el Antiguo Testamento y se ve realizado en el nuevo; y así como el Antiguo Testamento contenía la sangre de los becerros y de las ovejas, así el Nuevo contiene la sangre del Señor.
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Remigio
Por lo tanto se lee que Moisés recibió la sangre del cordero y la guardó en un vaso. Y habiendo introducido en ella el hacecillo de hisopo con él roció al pueblo diciendo: "Esta es la sangre del Señor" ( Ex 24,6-8).
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San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, 82, 1
Cuando nombra la sangre, anuncia su pasión, diciendo: "Que será derramada por muchos", y además expresa la causa de su muerte, cuando añade: "Para el perdón de los pecados". Como diciendo: La sangre del cordero fue derramada en Egipto por la salvación de los primogénitos del pueblo de Israel. Pero ésta se derrama para remisión de los pecados de todo el mundo.
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Remigio
Y debe advertirse que no dice, por pocos, ni por todos, sino por muchos; porque no había venido a redimir únicamente a los hombres de un lugar determinado sino a muchos de todas las naciones.
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San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, 82, 1
Y diciendo esto, manifiesta que su pasión es un misterio de la salvación de los hombres, por medio del que consuela a sus discípulos. Y dice, así como Moisés: "Esto os servirá de recuerdo sempiterno" ( Ex 12,14), y además dijo (como refiere San Lucas): "Haced esto en memoria mía" ( Lc 22,19).
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Remigio
Enseñó que no sólo debe ofrecerse el pan, sino también el vino, para dar a entender que debía confortar con estos sacramentos a los que tuviesen hambre y sed de justicia.
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Glosa
Así como el alimento corporal lo obtenemos por medio de la comida y de la bebida, el Señor, del mismo modo, nos ha preparado el alimento de nuestras almas por medio de una comida y bebida. También convenía significar la pasión del Señor instituyendo este sacramento bajo dos especies distintas. Porque en la pasión derramó su sangre y así ésta se separó de su cuerpo. Convino, pues, para recordar la pasión del Señor, que el pan se ofreciese separado del vino y son los sacramentos del cuerpo y la sangre. Debe saberse, sin embargo, que todo Jesucristo se contiene en cada una de las especies; bajo la especie de pan se contiene también la sangre con el cuerpo, y bajo la especie de vino se contiene el cuerpo con la sangre.
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Ambrosiaster, Comentario a las epístolas paulinas, 1 Cor 11, 26
También se consagran dos especies, porque lo que tomamos, aprovecha para sustento del alma y del cuerpo.
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San Cipriano, epistola, 3,2
El cáliz del Señor no contiene sólo agua, ni sólo vino, sino las dos cosas mezcladas; como tampoco puede decirse que el cuerpo del Señor puede ser sólo la harina o sólo el agua, sino las dos cosas unidas.
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San Ambrosio, de sacramentis 5,1
Y si Melchisedech ofreció pan y vino, ¿para qué aprovecha la mezcla del agua? Véase la razón: Moisés tocó la piedra, y de ésta brotó mucha agua; mas la piedra era Cristo. Y uno de los soldados hirió con su lanza el costado de Cristo, brotando de él agua y sangre; el agua para que lavase y la sangre para que redimiese.
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Remigio
Debe tenerse en cuenta que San Juan dice: "Las muchas aguas son del pueblo"; y como conviene que nosotros siempre estemos en Cristo y Cristo en nosotros, se ofrece el vino mezclado con agua, para dar a conocer que la cabeza y los miembros (esto es, Cristo y la Iglesia), constituyen un solo cuerpo. También sirve para demostrar que Jesucristo no ha padecido sino por el deseo de nuestra redención, y que nosotros no podemos salvarnos sin su pasión.
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San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, 82,2
Y como habló de su pasión y de su cruz, era muy natural, por consiguiente, que hablase también de su resurrección, diciendo: "Y dígoos, que desde hoy más no beberé de este fruto de vid". Llama reino a su resurrección, y por lo tanto, dijo esto acerca de la resurrección (cuando iba a beber con sus apóstoles ese cáliz), para que no creyesen que su resurrección era una fantasía. Y por lo tanto, para convencer a los hombres acerca de la resurrección de Jesucristo, dijeron: "Hemos comido y bebido juntamente con El, después que resucitó de entre los muertos" ( Hch 10,41). Por esto da a conocer que lo verán resucitado, y que volverá a estar con los hombres. Cuando dice "nuevo", debe entenderse que nuevamente -esto es, de un modo nuevo-, no como teniendo cuerpo pasible y necesitando de comida: después de la resurrección no comió ni bebió porque necesitase de alimento, sino para confirmar la verdad de su resurrección. Y como hay algunos herejes que usan agua y no vino en la administración de los sacramentos, da a entender por medio de estas palabras, que cuando instituyó los sacramentos, dio el vino que bebió resucitado. Por lo que dijo: "De este fruto de vid": pues la vid produce vino y no agua.
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San Jerónimo
De otro modo, el Señor pasó de lo material a lo espiritual; que la viña trasplantada de Egipto es el pueblo de Israel, lo prueba la Sagrada Escritura. Dice, pues, el Señor, que no volverá a beber del fruto de esta vid, sino en el reino del Padre; y yo creo que el reino del Padre es la fe de los creyentes; por lo tanto, cuando los judíos reciban el reino del Padre, entonces beberá el Señor de su vino. Obsérvese también que dice del Padre y no de Dios, porque todo padre da su nombre al hijo; como si dijese: cuando hayan creído en Dios Padre, el Padre los conducirá al Hijo.
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Remigio
O de otro modo: "No beberé de este fruto de vid". Esto es, no me gozaré en adelante en los sacrificios materiales de la sinagoga, en los que tenía lugar preferido la inmolación del cordero pascual. Llegará, pues, el día de mi resurrección, en el cual, constituido en el reino del Padre (esto es, elevado a la gloria de la eterna inmortalidad), allí lo beberé de nuevo con vosotros; esto es, cuando tenga lugar la salvación del mundo, ya renovado por el agua del bautismo, me alegraré con un nuevo gozo.
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San Agustín, quaestiones evangeliorum, 1,42
O de otra manera, cuando dice: lo beberé nuevo, da a entender que éste es antiguo. Mas como recibió el cuerpo, que había de entregar a la muerte en su pasión de la descendencia de Adán (llamado hombre antiguo) por lo mismo encomendó su sangre en el sacramento del vino. Pero ¿qué otro vino nuevo debemos entender, sino la inmortalidad de los cuerpos que se han de renovar? Cuando dice: "Lo beberé con vosotros", les promete del mismo modo, la resurrección de sus cuerpos, para revestirse de la inmortalidad. Con vosotros, pues, se refiere, no al mismo tiempo, sino a aquella misma renovación, porque como dice el Apóstol, resucitaremos con Cristo, a fin de que la esperanza de la vida futura sea aquí ya nuestra alegría presente. Lo que dice acerca del retoño de la vid, al que llama nuevo, significa ciertamente que estos mismos cuerpos que han de morir ahora, según su antigüedad terrena, resucitarán después, según la renovación celestial.
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San Hilario, in Matthaeum, 30
Parece, pues, que no bebiendo Judas con El, tampoco lo había de beber en el reino, toda vez que les promete a todos los que beben entonces, que beberán después con El mismo del fruto de esta vid.
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Glosa
Pero defendiendo la opinión de otros Santos que afirman haber recibido Judas los Sacramentos de manos de Jesucristo, debe entenderse, que cuando dice con vosotros, se refiere a muchos de ellos, pero no a todos.
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