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martes, 10 de mayo de 2016

San Antonino, arzobispo de Florencia (10 de mayo)



San Antonino, arzobispo de Florencia.

(† 1459)

El santísimo prelado san Antonio, o Antonino, que así le llamaban por ser pequeño de cuerpo, nació de honrados padres en Florencia, y desde niño mostró que era escogido de Dios. A la edad de trece años había ya estudiado y decorado todo el Derecho Canónico, y luego pidió y alcanzó el hábito de santo Domingo. Nunca comía carne sino estando enfermo, traía una cadena de hierro y dormía en el suelo sobre las tablas. Ordenado de sacerdote, vino a ser prior de los principales conventos de su orden en Italia, y siendo ya Vicario general de Roma, y Nápoles, lavaba los platos y escudillas de sus hermanos, y barría la casa como el menor de todos. Lo obligó el papa Eugenio IV a aceptar el obispado de Florencia, bajo pena de excomunión; y él vino a pie y descalzo a su Iglesia, con tanta amargura de su corazón, como regocijo de toda la ciudad que salió a recibirle como a santo pastor venido del cielo. Muy presto resonó en toda Italia la fama de sus virtudes. En la oración quedaba arrebatado y suspenso en el aire, resplandeciendo su rostro con maravillosa claridad. Se desentrañaba por los pobres y les daba cuanto tenía; reprimía a los insolentes y poderosos, mandándoles hacer penitencias públicas, y echaba con gran severidad de las iglesias a las mujeres que venían a ellas para enlazar las almas. Se quejaban algunos de él porque no excomulgaba por ciertos pecados a sus súbditos; y él, para no declararles la razón que tenía para no hacerlo, por el daño que recibe el alma con la excomunión, mandó traer un pan blanco, dijo sobre él las palabras que se suelen decir en la excomunión, y luego delante de todos el pan se convirtió en carbón, y pronunciando después las palabras de la absolución, el pan negro se tornó a su primera blancura; y con esto entendieron los efectos que hace la excomunión en el alma, y que no se debe usar de ella sino a más no poder. Autorizaba su celestial doctrina con muchos prodigios, y le estimaba tanto el papa, que, en su última enfermedad, quiso recibir los sacramentos de su mano, y que asistiese a su cabecera: y Nicolao V cuando puso en el catálogo de los santos a san Bernardino de Sena, dijo que tan bien podía canonizar a san Bernardino muerto, como a san Antonino vivo. Finalmente a los setenta años de edad expiró pronunciando estas palabras: "Servir a Dios es reinar". Y fue tanto el concurso que acudió al entierro, que no le pudieron dar sepultura hasta pasados ocho días, en los cuales estuvo el santo cuerpo en la iglesia, fresco, hermoso el rostro, como si fuera ya cuerpo glorioso. 

Reflexión: 

Presentó un pobre hombre una cestilla de fruta a san Antonino pensando que se la había de pagar bien; el santo conociendo sus miras interesadas, no le dio nada, sino con rostro alegre alabó su fruta, y le dijo: "Dios os lo pague, hermano". Le pareció al hombre que había empleado mal su fruta, y se iba quejando del arzobispo. Lo mandó éste llamar, y escribió en un papel aquellas palabras: "Dios os lo pague": y poniendo el papel en una balanza, y en la otra la cesta de fruta, la balanza que tenía el papel bajó hasta el suelo, y la otra subió todo lo que pudo con la fruta. Entonces, volviéndose al hombre, le dijo: "Mirad como yo no os hice agravio; que más os di que recibí". Y mira tú cómo Dios mostró con este milagro cuánto gana el que hace limosna, aunque a veces no parezca a los ojos humanos el fruto de la caridad. 


Oración: 

Ayúdennos, Señor, los merecimientos del santo confesor y pontífice Antonino, para que así como te ensalzamos admirable en sus virtudes, así también te experimentemos misericordioso, en nuestras necesidades. Por Jesucristo, nuestrr. Señor. Amén.


Fuente: Flos Sanctorum, P. Francisco de Paula Morell, 1890

martes, 25 de junio de 2013

Papa Hereje: Separado de la Iglesia, sin ninguna otra sentencia



Papa Hereje: Separado de la Iglesia, 
sin ninguna otra sentencia

San Antonino de Florencia (1459):

En el caso en que el Papa se convirtiera en un hereje, se encontraría, por ese solo hecho y sin ninguna otra sentencia, separado de la Iglesia. Una cabeza separada de un cuerpo no puede, siempre y cuando se mantenga separado, ser cabeza de la misma entidad de la que fue cortada. Por lo tanto, un Papa que se separare de la Iglesia por la herejía, por ese mismo hecho, dejaría de ser la cabeza de la Iglesia. No puede ser un hereje y seguir siendo Papa, porque, puesto que él está fuera de la Iglesia, no puede poseer las llaves de la Iglesia”.

(Summa Theologica, citado en Actes de Vatican I. V. Frond pub.)



San Antonino de Florencia (Florencia, 1 de marzo de 1389 - 2 de mayo de 1459), dominico italiano, cuyo nombre real era Antonino Pierozzi. Nació en 1389, hijo de un notario florentino. Entró en 1406 como dominico bajo la tutela de Giovanni Dominici, defensor de la Fe contra las herejías humanistas que comenzaban a florecer en la ciudad. Fue nombrado Arzobispo de Florencia en 1446 por nada menos  que el gran Papa Eugenio IV, el mismo que dijera una vez y para siempre: “La Santa Iglesia Romana cree firmemente, profesa y enseña que aquéllos que no están en el seno de la Iglesia Católica, no solamente los paganos, sino también los judíos o herejes y cismáticos, jamás compartirán la vida eterna, e irán irremediablemente al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles, a no ser que se hayan unido a la Iglesia antes de morir…” (Cantate Domino).  San Antonino murió en Florencia en mayo de 1459, a la edad de 70 años. Entre sus obras destacan la Summa sacrae theologiae y la Chronica. Se lo reconoce por sus sermones edificantes. Fue canonizado por el papa Adriano VI en 1523 y su fiesta tradicional es el 10 de mayo.

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