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viernes, 25 de marzo de 2016

Aspiraciones según La Pasión de Nuestro Señor Jesucristo (Viernes Santo)



Aspiraciones según La Pasión de 
Nuestro Señor Jesucristo 

(Viernes Santo)


Aspiración acerca del Huerto

¡Oh hermoso Huerto de los Olivos, de hoy en adelante tú serás el más delicioso objeto de mi corazón; quiero perderme en tus paseos; quiero perderme con Dios para nunca perderme: Quiero respirar tu aire, porque está bendecido con los suspiros de mi Maestro: Quiero coger sus flores, porque Jesús les dio el colorido con su sangre: Quiero lavarme en tus fuentes, porque están santificadas con el sudor de Jesús: No quiero más alegría que la tristeza del Hijo de Dios, ni más voluntad que la suya! ¿Oh benigno Salvador mío, Maestro y Doctor del género humano! ¿Es posible que os habéis de haber desprendido de vuestra propia voluntad, que era tan arreglada y tan pura, para darme ejemplo de mortificación de mis pasiones; y que yo, a vista vuestra, he de conservar unas inclinaciones tan desarregladas y perversas? ¿Es posible que todavía he de desear vivir unido a mí mismo, a un maestro tan perverso, cuando veo al sumo bien, que se desprende de sí mismo para incorporarme a su mérito?


Aspiración acerca de las lágrimas de san Pedro


¡Oh, y qué cierto es, decía San Pedro, que una felicidad soberbia es siempre muy temible! Tú que desafiabas a las puertas del infierno, caíste al oír la voz de una mujercilla. Tantas victorias como tú te figurabas, han sido despojo de una mano tan flaca. Volvamos de nuevo a la pelea, y si ella triunfó de ti, triunfa tú por lo menos de tí mismo. ¡Ay dé mí! Solamente el ver el lugar de mi caída me da miedo. Los débiles lazos de una mujer artificiosa me parecen cadenas de diamante. ¿Pero qué puede temer un hombre que ya está resuelto a morir? Si tú hallases la muerte en aquel lugar de suplicios, lejos de huir de ella, la acariciarías; por ahora mi alma es indigna de ser víctima de su Dios, lavémosla para lo sucesivo con nuestras lágrimas. Yo caí delante del fuego, quiero levantarme con el auxilio del agua: En otra ocasión caminé sobre las aguas para presentarme a Jesús; ahora quiero volverme a él por el camino de mis lágrimas. Quiero ahora hablar con los ojos, ya que hablé tan malamente con la lengua; y esta boca que solamente debía abrirse para pronunciar oráculos a la Iglesia, se abrió para cometer una traición; ya que no ha quedado libertad sino para gemir, gocemos de estas reliquias de libertad, y después de haber acabado con todo, volvámonos a la misericordia de Jesús, la que no pueden agotar todos los pecados del mundo; en adelante seré para la Iglesia un perpetuo ejemplo de caída y de arrepentimiento; y de muerte y de vida para los pecadores. Todos los días de mi vida lloraré el desacierto de una sola noche.


Aspiración acerca del Pretorio

¡Ay de mí! ¿Qué es lo que veo! ¡Una corona de espinas clavada en la cabeza de un hombre de espinas! Un hombre de dolores, que arde entre dos fuegos, uno de amor y otro de tribulación; ambos le abrasan igualmente, pero ninguno de los dos le consume. ¡Oh belleza la más pura de todas, hasta dónde te han llevado mis pecados! Ya no veo en tal hombre, sino una piel ensangrentada y despedazada por los dientes de los tigres, y de los leopardos. ¡Ay de mí, qué espectáculo éste! Veo despojar a aquel gusanito de seda, que hasta ahora viste nuestras Iglesias, y nuestros Altares. ¿Cómo es posible que tuviesen ojos de hombres aquellos que miraban vuestro cuerpo castísimo para castigarlo y afearlo? ¡Ah, hermoso alabastro, y cómo te has mudado en escarlata! Cada golpe ha hecho en ti una herida, y cada herida es una fuente de sangre; ¿y tantas fuentes de sangre no han de poder sacar de mis ojos una lágrima? Oh sagrado Ruiseñor de la cruz, ¿quién os ha puesto entre esas espinas, para que hagáis tanta armonía con solo vuestro silencio? ¡Oh, espinas santas! No pregunto dónde están vuestras rosas; sé muy bien que éstas son la sangre de Jesús, y que todas las rosas quisieran ser espinas si conocieran bien vuestro valor. Jesús os tuvo sobre su cabeza, pero yo quiero teneros en mi corazón: Vosotros seréis el objeto de mis dolores, para ser después el manantial de mis alegrías.


Aspiración acerca de la Crucifixión y 
Muerte de Nuestro Señor Jesucristo

¡Oh, espectáculos horrorosos! ¡Oh, abismos de bondad y de misericordia! Mi corazón se divide entre el horror y la piedad, entre el odio y el amor, entre las execraciones y la admiración. Pero la admiración y el asombro me sacan fuera de mí mismo. Es éste aquel cruento sacrificio esperado por tantos siglos, aquel misterio escondido, aquella profunda sabiduría de la cruz, aquel Jesús doloroso que habiéndose declarado medianero entre la tierra y el cielo, da una honrosa satisfacción al Eterno Padre por los pecados de todo el género humano. ¡Ay de mí! ¡Oh, pobre Señor! ¡Tú no tenías más que una sola vida, y yo estoy viendo mil instrumentos de muerte que te la quitaron! ¿Era necesario abrir tantas y tan ensangrentadas puertas para dar salida a tu alma inocente? Por ventura, ¿no podía salir del cuerpo, sin formarse por todas partes caminos de heridas, los que después de haber servido de objeto a la crueldad de los hombres, sirven ahora de caracteres de tu fidelidad? ¡Oh, Jesús mío! Perdonadme; yo no sé lo que me digo, porque ya no os conozco sino por vuestras misericordias; éstas son tan excesivas, que era necesario nada menos que un Dios para sufrir lo que Vos habéis padecido. En vuestro desfigurado rostro busco aquellos rasgos de vuestra antigua hermosura, y no hallo sino los de vuestro amor. ¡Ay de mí! ¡Oh hermosísima cabeza, que llevas sobre ti toda la gloria del cielo empíreo, dividid conmigo esa dolorosa diadema; mis pecados la sembraron, y Vos queréis que vuestra inocencia sea quien la recoja! ¡Oh boca sacrosanta, dadme esa hiel que estoy mirando entre vuestros labios; permitid que de aquí en adelante rocíe yo con ella todos mis placeres, pues ella dio fin a la larga duración de vuestros dolores! Manos santas, pies venerables, dadme esos clavos con que estáis traspasados; basta el amor para que permanezcáis clavado en la cruz, pero a mí mantenedme siempre unido con la cadena de la caridad. ¡Ah, lanza cruel, ¿a dónde vas traspasando ese costado? Tú pensabas hallar ahí la vida del Hijo, y tropezaste con el corazón de su Madre; ¡pero, ah! que pensando tú en hacer un homicidio, no hiciste más que fabricarme un sepulcro, en el que desde ahora quiero encerrar mi alma. Cuando examino las heridas de mi Señor, veo en ellas mis propias manos; pero ya quiero también imprimir en ellas mi arrepentimiento; quiero escribir en ellas mi conversión con caracteres eternos, y si todavía me queda alguna vida, quiero que sea precisamente la que dimane de la muerte de mi Jesús crucificado.



Fuente: "La sabiduría evangélica", P. Nicolás Caussin, 1797


martes, 13 de enero de 2015

Los Católicos que mueren con algún Pecado Mortal NO SE SALVAN


Los Católicos que mueren con algún Pecado Mortal 
NO SE SALVAN

Papa Benedicto XII, Benedictus Deus, 1336, ex cathedra:

“Definimos además que, según la común ordenación de Dios, las almas de los que salen del mundo con pecado mortal actual, inmediatamente después de su muerte bajan al infierno donde son atormentados con penas infernales…” 

(Denzinger 531).

lunes, 15 de octubre de 2012

Dios Castiga y Mata a los Malos

Muerte de Simón Mago (Crónicas de Nuremberg)

Dios Castiga y Mata a los Malos

El siguiente artículo está tomado del capítulo "Ejemplos sacados de la muerte de los malos" de los Tesoros de Cornelio a Lapide. Esperamos sirva de contra ejemplo para que si no se ama el Sagrado y Amoroso Corazón de Jesús; al menos se le tema a su Temible Mano Justiciera. ¡Dios nos libre del pecado y la maldad!


El Señor -dice la Escritura- hirió al impío Antíoco con una llaga interior e incurable; un dolor cruel y horribles tormentos degarraban sus entrañas (Cfr. 2 Macabeos 9, 5). El cuerpo de aquel impío hervía de gusanos, y aun viviendo se le desprendían las carnes en medio de los dolores, de modo qae era intolerable al ejército el hedor que despedía. 

Obsérvase cuál fue la muerte del endurecido Faraón, la del Baltasar, y la de los judíos deicidas... 

Judas se ahorcó (Hech 1, 18)

Heredes, que hizo degollar a los Santos Inocentes y fue perseguidor de Jesucristo, murió en medio de sufrimientos semejantes a los de Antioco. 

La misma suerte tuvo su sobrino Heredes Agrippa, así como Hunerico rey de los vándalos (Hist Eccles)

Después de haber Nerón perdido el poder, se vio reducido al extremo de suicidarse, consiguiendo así terminar su vida mediante el auxilio de su secretario Epafrodrita (Ibid) 

Domiciano fue asesinado por un liberto (Ibid)

El emperador Severo, que se ensañó contra los cristianos, murió de pesar dejando a un hijo que había querido quitarle la vida, y que después mató a su propio hermano. Toda su familia pereció miserablemente (Ibid) 

Maximiano fue sacrificado por sus propios soldados (Ibid) 

Decio pereció en un pantano (Ibid) 

Galo fue asesinado un año después de haber encendido el fuego de la persecución (Ibid) 

Valerio y Aurelio murieron a mano airada (Ibid) 

El emperador Caro que había osado tomar el título de Dios, quedó muerto por el rayo. Su hijo Numerio fue asesinado por su tio Aper, y Diocleciano mató al segundo hijo de Caro (Ibid) 

Diocleciano terminó con el Veneno una Vida que no podia sufrir vida manchada con crímenes atroces (Ibid) 

Maximiano Hércules se vio obligado a estrangularse él mismo (Ibid) 

Galerio se vio atacado de una enfermedad horrible Su carne se llenó, como la de Anlíoco, de gusanos, y caía a pedazos de su cuerpo (Ibid) 

Maximino Daía murió en medio de atroces dolores (Ibid) 

Habiendo sido Haxencio derrotado por Constantino cayó en el Tíber y se ahogó (Ibid) 

Licinio sufrió la pena de muerte (Ibid) 

Todos sabemos cómo pereció Juliano, el Apóstala (Ibid) 

La mayor parte de los heresiarcas han muerto pronto y de una muerte infame. 

Simón el Mago, que se había levantado por los aires con el auxilio del demonio, quedó privado de su apoyo por las oraciones de San Pedro; cayó, se rompió las piernas y expiró entre vivos dolores (Ibid) 

A Manes le arrancaron las entrañas por orden del rey de los Persas (Ibid) 

Montan se ahorcó (Ibid) 

Algunos donatistas que arrojaron la Sagrada Eucaristía a los perros, fueron despedazados por aquellos mismos animales (Ibid) 

En el mismo momento que Arrio iba a la iglesia de los católicos para apoderarse de ella y entregarla a sus sectarios, le acometieron intolerables dolores y expiró desgarrando sus entrañas (Ibid) 

A Prisciliano le cortaron la cabeza por orden del tirano Máximo (Ibid) 

León el Armenio, iconoclasta, fue asesinado en la iglesia (Ibid) 

El empacador Heráclilo, que habia abrazado la herejía de los monotelitas, murió de una manera repentina y asquerosa (Ibid) 

Valente, sectario de Arrio, fue vencido y quemado por los godos (Ibid) 

Los gusanos devoraron la lengua del blasfemo Nestorio (Ibid) 

El emperador Anastasio, sectario de Eutiches, pereció herido del rayo (Ibid)

Después de una espléndida cena, Lutero murió ahogado en su cama. Y un historiador contemporáneo refiere que una multitud de demonios en figura de cuervos volaron al rededor de su cadáver dando horribles graznidos y le acompañaron hasta la tumba. 

Zuinglio fue muerto. 

Garlostadio fue arrebatado por un demonio y desapareció. 

Calvino fue devorado por los gusanos y expiró blasfemando. 

Enrique VIII, rey de Inglaterra, murió desesperado (Hist de su vida) 

¡Cuán horrible fue siempre, en general, el fin de los grandes pecadores!



C. a Lapide

jueves, 13 de septiembre de 2012

La Fidelidad de un Perro


La Fidelidad de un Perro

Aquí la noticia de un perrito que no se separa de la tumba del que fue su dueño. De esta interesante historia rosarina, muchas reflexiones pueden sacarse:

1. La vanidad de toda fama mundana; donde la muerte puede volvernos menos importante que nuestro perro.

2. La fidelidad a sus amos con que Dios ha dotado a los perros.

3. La sumisión del inferior.

4. El instinto animal inteligentemente dispuesto

5. El valle de lágrimas que habitamos

6. El ejemplo de seguir a nuestro amo, que es Dios, aún cuando todo parece imposible; la fe en la resurrección de la carne y en la Esperanza por sobre la muerte.

He aquí la noticia:

"Collie llegó a La Piedad hace unos seis años, el mismo día en que sepultaron a su amo. Esa noche se quedó junto a la tumba y al día siguiente, cuando los familiares vinieron por él, no hubo forma de llevarlo. Hubo unos días de pausa y regresaron, en este caso con una soga. “Vino el hijo de la persona  fallecida, intentó atraparlo con una soga pero el perro escapó hasta el fondo y no hubo manera de sacarlo de acá”, recuerda Lombardo, que lleva 30 años trabajando en el lugar y se ocupa personalmente de alimentar a Collie todas las mañanas, al igual que al resto de los perritos callejeros que eligieron el cementerio como residencia. Según el hombre, ese es el único momento del    día en que Collie da muestras de afecto. Una vez concluido el desayuno, el perro se pierde durante horas, deambula o se recuesta en los alrededores de la que fuera la tumba de su amo. “Dicen que al dueño lo cremaron y que eso lo    desorientó, sigue viniendo a este sector donde comenzó todo”, dice Eduardo Visconti, citando una versión que circuló entre el personal de La Piedad. “Ahora duerme la siesta en el lugar cercano a la tumba y el resto del tiempo se queda cerca de las oficinas de entrada”, comenta. Antes que Domingo, a Collie lo cuidó Miguel Landriel, capataz del lugar ahora jubilado, quien le pasó la posta. “Yo quería hacerme amigo, pero se iba corriendo, no me dejaba ni acercar”, recuerda y cuenta que hasta su esposa está involucrada en la historia".

domingo, 5 de agosto de 2012

La Gracia de la Contrición Perfecta



La Gracia de la Contrición Perfecta

"Oí hablar de un gran criminal que acababa de ser condenado a muerte por unos crímenes horribles. Todo hacía pensar que moriría impenitente. Yo quise evitar a toda costa que cayese en el infierno, y para conseguirlo empleé todos los medios imaginables. Sabiendo que por mí misma no podía nada, ofrecí a Dios todos los méritos infinitos de Nuestro Señor y los tesoros de la santa Iglesia; y por último, le pedí a Celina que encargase una Misa por mis intenciones, no atreviéndome a encargarla yo misma por miedo a verme obligada a confesar que era por Pranzini, el gran criminal. Tampoco quería decírselo a Celina, pero me hizo tan tiernas y tan apremiantes preguntas, que acabé por confiarle mi secreto. Lejos de burlarse de mí, me pidió que la dejara ayudarme a convertir a mi pecador. Yo acepté, agradecida, pues hubiese querido que todas las criaturas se unieran a mí para implorar gracia para el culpable. En el fondo de mi corazón, yo tenía la plena seguridad de que nuestros deseos serían escuchados. Pero para animarme a seguir rezando por los pecadores, le dije a Dios que estaba completamente segura de que perdonaría al pobre infeliz de Pranzini, y que lo creería aunque no se confesase ni diese muestra alguna de arrepentimiento, tanta confianza tenía en la misericordia infinita de Jesús; pero que, simplemente para mi consuelo, le pedía tan sólo «una señal» de arrepentimiento...

Mi oración fue escuchada al pie de la letra. A pesar de que papá nos había prohibido leer periódicos, no creí desobedecerle leyendo los pasajes que hablaban de Pranzini. Al día siguiente de su ejecución, cayó en mis manos el periódico «La Croix». Lo abrí apresuradamente, ¿y qué fue lo que vi...?

Las lágrimas traicionaron mi emoción y tuve que esconderme... Pranzini no se había confesado, había subido al cadalso, y se disponía a meter la cabeza en el lúgubre agujero, cuando de repente, tocado por una súbita inspiración, se volvió, cogió el crucifijo que le presentaba el sacerdote ¡y besó por tres veces sus llagas sagradas...!

Después su alma voló a recibir la sentencia misericordiosa de Aquel que dijo que habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por los noventa y nueve justos que no necesitan convertirse..."


Santa Teresita del Niño Jesús; "Historia de un Alma"

viernes, 29 de junio de 2012

¡Se levantará Miguel!

Arcángel San Miguel (Giovanni Paolo Buoninsegna)

¡Se levantará Miguel!
Daniel 12, 1-4:

"En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que vela sobre los hijos de tu pueblo. Será un tiempo de angustia cual nunca hubo desde que existen las naciones hasta entonces; y en ese tiempo tu pueblo será librado, todos los que se encuentren inscritos en el libro. Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra despertarán, unos para la vida eterna, y otros para la ignominia, para el desprecio eterno. Los entendidos brillarán como el resplandor del firmamento, y los que guiaron a muchos a la justicia, como las estrellas, por siempre jamás. Pero tú, Daniel, guarda en secreto estas palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y el conocimiento aumentará."




Comentario de San Antonio María Claret:

Se proponen dos muy nobles cualidades de san Miguel pues se muestra:

1º Muy sublime en la dignidad, por la proximidad con Dios. "Michael princeps magnus" 
2º Vigilantísimo en el cargo que le diera Dios del cuidado de las almas. "Qui stat pro filiis populi sui" 

El entender, el conocer y el amar, es la naturaleza, la vida, el destino y la ocupación de los Ángeles; entre ellos, lleva las primicias San Miguel, quien recibió el mando de todas las angélicas escuadras, y fue constituído árbitro de las almas que puedan salvarse

Miguel es amoroso, protector del cuerpo universal de la Iglesia, y la defiende de la herejía y del dragón infernal; es particular y fiel guarda de cada una de las almas a él encomendadas, a las que protege durante el camino de la vida, conduciéndolas, por fin, al paraíso, en la hora de la muerte: "Repraesentat eas in lucem sanctam" 

sábado, 16 de junio de 2012

Tango de la Muerte



Tango de la muerte

¡Que se haga ya la oscuridad!
Deténgase la sucesión
En una ausencia tan brutal
que es uno mismo el que no está.
Y no sentir ningún dolor
es lo que duele más.

Llegó el olvido, vencedor
y ya el saqueo comenzó
En la memoria sin guardián
libros de viento robará.
Y de tu verso más cantor
nadie se acordará.

Yo juego con la carta más segura
no importan los vaivenes de la suerte
aquí donde me ve, yo soy la Muerte.
El precio de la última aventura.

Yo soy mucho más fuerte que la vida.
Yo soy la última rima del poema.
Mi voz en todo acorde siempre suena.
Y con cualquier camino yo hago esquina.

No hay que pensar, ni preguntar:
yo soy mi propia explicación.
Soy el sentido y el motor
de la poesía y el amor.
La nada espera, vamos ya.
Su tiempo terminó. 

Letra y Música: A. Dolina

sábado, 9 de junio de 2012

Lázaro y sus Cuatro días de Muerte

 Resurrección de Lázaro (Camilo Boccaccino)

Lázaro y sus Cuatro días de Muerte

San Agustín:

"Muchas cosas pueden decirse sobre estos cuatro días (en los que Lázaro estuvo muerto), pues una misma cosa puede tener diversas significaciones. 

1º. El pecado original con que el hombre nace, es el primer día de muerte; 

2º. Cuando el hombre infringe la ley natural, es el segundo día de muerte; 

3º. La Ley de la Escritura dada por Moisés y de origen divino, cuando es menospreciada, es el tercer día de muerte. 

4º. Viene, por fin, el Evangelio, y lo quebrantan los hombres; he aquí el cuarto día de su muerte. 

Pero el Señor no desdeña venir a resucitar a todos éstos."



San Agustín, Tratado sobre San Juan, 49

martes, 1 de mayo de 2012

La Muerte y el Juicio


"Sissi", Emperatriz de Austria (1837-1898):

"Lo que todas las personas tenemos en común no es el espíritu, sino el destino"


sábado, 21 de abril de 2012

Trabajos y Peligros que padecen las Almas en el artículo de la Muerte


Trabajos y Peligros que padecen las Almas 
en el artículo de la Muerte


Extracto de "La Ciudad Mística de Dios"


Especial cuidado que ponen los demonios en tentar las almas

"Advierte, pues, amiga, que cuando Lucifer y sus ministros de tinieblas reconocen por los accidentes y causas naturales que los hombres tienen peligrosa y mortal enfermedad, luego al punto se previenen de toda su malicia y astucia para embestir en el pobre ignorante enfermo, y derribarle, si pueden, con varias tentaciones; y como a los enemigos se les acaba el plazo para perseguir las almas, quieren recompensar con su ira, añadiendo de su maldad lo que les falta de tiempo.


Diversos medios con los que en aquella hora solicitan su perdición eterna

Para esto se juntan entonces como lobos carniceros, y procuran reconocer de nuevo el estado del enfermo en lo natural y en lo adquisitivo, considerando sus inclinaciones, hábitos y costumbres, y por qué parte de sus afectos tiene mayor flaqueza, para hacerle por allí más guerra y batería. A los que desordenadamente aman la vida, les persuade a que no es tanto el peligro, o impide que nadie les desengañe; a los que han sido remisos y negligentes en el uso de los santos Sacramentos los entibia de nuevo, y les pone mayores dificultades y dilaciones, para que mueran sin ellos, o los reciban sin fruto y con mala disposición: a otros les propone sugestiones de confusión para que no descubran su conciencia y pecados: a otros embaraza y retarda para que no declaren sus obligaciones ni desenreden las conciencias: a otros, que aman la vanidad, les propone que ordene, aun en aquella hora postrera, muchas cosas muy vanas y soberbias para después de su muerte: a otros avarientos y sensuales los inclina con mucha fuerza a lo que ciegamente amaron: y de todos los malos hábitos y costumbres se vale el cruel enemigo para arrastrarlos tras los objetos, y dificultarles o impositibilitarles el remedio: y cuantos actos obraron pecaminosos en la vida, con que adquirieron hábitos viciosos, fueron dar prendas al común enemigo, y armas ofensivas con que les haga guerra y dé batería en aquella tremenda hora de la muerte; y con cada apetito ejecutado se le abrió camino y senda por donde entrar al castillo del alma; y en el interior de ella arroja su depravado aliento, levanta tinieblas densas (que son sus propios efectos), para que no se admitan las divinas inspiraciones, ni tengan verdadero dolor de sus pecados, ni hagan penitencia de su mala vida.


Cuánto daño hace en aquella hora la esperanza engañosa de que se alargará la vida

Y generalmente hacen estos enemigos grande estrago en aquella hora, con la esperanza engañosa de que vivirán más los enfermos y con el tiempo podrán ejecutar lo que les inspira Dios entonces por medio de sus ángeles; y con este engaño se hallan burlados y perdidos. Y también es grande en aquella hora el peligro de los que han despreciado en vida el remedio de los santos Sacramentos; porque este desprecio (que para el Señor y los Santos es muy ofensivo), suele castigarle la divina justicia, dejando a estas almas en manos de su mal consejo, pues no se quisieron aprovechar del remedio oportuno en su tiempo; y con haberle despreciado merecen por sus justos juicios sean despreciadas en la última hora, para donde aguardaron con loca osadía a buscar la salud eterna. Muy pocos son los justos a quienes esta antigua serpiente en el peligro último no acometa con increíble saña. Y sí a los muy santos pretende derribar entonces; ¿qué esperan los viciosos, negligentes y llenos de pecados, que toda la vida han empleado en desmerecer la gracia y favor divino, y no se hallan con obras que les puedan valer contra el enemigo? Mi santo esposo José fue uno de los que gozaron este privilegio de no ver ni sentir al demonio en aquel trance; porque al intentarlo estos malignos, sintieron contra sí una virtud poderosa que los detuvo lejos, y los santos ángeles los arrojaron y lanzaron al profundo; y el sentirse tan oprimidos y aterrados (a tu modo de entender) los dejó turbados, suspensos y como aturdidos: y fue ocasión para que en infierno hiciera Lucifer una junta o conciliábulo para consultar esta novedad y discurrir por el mundo, inquiriendo si acaso el Mesías estaba ya en él...


Instrucción de la Virgen para ayudar a los que están en la hora de la muerte

De aquí entenderás el sumo peligro de la muerte y cuántas almas perecen en aquella hora, cuando comienzan a obrar los merecimientos y los pecados. Y no te declaro los muchos que se pierden y condenan, para que no mueras de pena, si lo sabes y tienes amor verdadero del Señor; pero la regla general es, que a la buena vida le espera buena muerte: lo demás es dudoso y muy raro y contingente. Y el remedio y seguro ha de ser tomar de lejos la corrida; y así te advierto que cada día que amaneciere para ti, en viendo la luz, pienses si aquel será el último de tu vida; y como si lo hubiera de ser, pues no sabes si lo será, compongas tu alma de manera que con alegre rostro recibas la muerte si viniere. Y no dilates un punto el dolerte de tus pecados y el propósito de confesarlos, si los tuvieres, y enmendar hasta la mínima imperfección; de manera que no dejes en tu conciencia defecto alguno de que te reprendan, sin dolerte, y lavarte con la sangre de Cristo mi Hijo santísimo, y ponerte en estado que puedas parecer del justo Juez, que te ha de examinar y juzgar hasta el mínimo pensamiento y movimiento de tus potencias.


Y para que ayudes como lo deseas a los que están en aquel extremo peligroso, en primer lugar aconseja a todos los que pudieres lo mismo que te he dicho, y que vivan con cuidado de sus almas para tener dichosa muerte. A más de esto harás oración por este intento todos los días, sin perder ninguno, y con afectos fervorosos y clamores pide al Todopoderoso que desvanezca los engaños de los demonios, y quebrante sus lazos y consejos que arman contra los que agonizan o están en aquel artículo, y que todos sean confundidos por su diestra divina. Esta oración sabes que hacía Yo por los mortales, y en ella quiero que me imites. Y asimismo te ordeno que para ayudarlos mejor, mandes e imperes a los mismos demonios que se desvíen de ellos y no los opriman; que bien puedes usar de esta virtud, aunque no estés presente, pues lo está el Señor en cuyo nombre los has de mandar y compeler para su mayor gloria y honra"


Sor María de Jesús de Ágreda, "MÍSTICA CIUDAD DE DIOS", L. V; C. 15; 880-884


miércoles, 22 de febrero de 2012

Poesía Cinericia





Poesía Cinericia

Si el curso de la tierra ves atento,
observas con dolor, que cuanto nace
marcha a su destrucción, y se deshace;
que un secreto más vivo movimiento
con rápido fermento
todo lo mina, altera y descompone,
y en fin cuanto tu idea te propone,
te presenta con vista pavorosa
de la muerte la imagen espantosa:

Nuestros cuerpos en polvo se disuelven;
la tierra los formó, y á ella se vuelven.

(...)

Considera un momento
al sabio, que con este pensamiento
superior a sí mismo, y elevado
sobre la tierra, mira sosegado
pasar bajo sus pies, como un torrente,
tantas pompas humanas, que fugaces
se van a despeñar rápidamente.
El sabe que son vanas y falaces,
que el mundo las ostenta,
mas mira que veloz las representa,
pues si un instante breve resplandecen,
en polvo y en vapor se desvanecen.
El sabio ríe, y con distinto anhelo
las ve pasar, y se dirige al cielo.

(...)

Cada especie animal se ve contenta
con los bienes, que el mundo le presenta,
porque para ellos solos fue criada;
pero al alma del hombre ilimitada
nada del mundo alcanza a contentarla,
y sólo todo un Dios puede saciarla.
Las pompas, las riquezas, los honores,
los grandes puestos, las brillantes flores,
en fin, del universo los despojos
son polvo fútil; mas su mucha copia
hace nube delante de sus ojos
porque no vea su grandeza propia,
y no busque su dicha verdadera
en la mansion eterna, que le espera.


Pablo de Olavide, "Poema Cristiano", 1799


martes, 15 de noviembre de 2011

Mantén Firme la Mirada



"MANTÉN FIRME LA MIRADA"


"Mantén firme la mirada en cada cosa hacia la meta; mantén firme la mirada en cómo comparecerás ante el Juez Supremo; el Juez que ve todo no se deja aplacar con regalos, no acepta excusas y juzga según justicia". (Is. 11,4)


¡Oh ignorante, y miserable pecador! ¿Qué responderás a Dios, que sabe todas tus maldades? Tú, que temes a veces el rostro de un hombre airado, ¿por qué no te previenes para el día del juicio cuando no habrá quien defienda ni ruegue por otro, sino que cada uno tendrá bastante que hacer por sí? Aquel día entonces agradará toda tribulación sufrida con paciencia, y toda maldad no despegará los labios. (Sal 106, 42); el hombre santo estará en la gloria, mientras el dolor será para quien haya vivido sin fe.


Entonces se holgarán todos los devotos, y se entristecerán todos los disolutos.

Entonces resplandecerá el vestido despreciado, y parecerá vil el traje precioso.
Entonces será más alabada la pobre casilla que el palacio adornado.

Entonces ayudará más la constante paciencia que todo el poder del mundo.

Entonces será más ensalzada la simple obediencia, que toda la sagacidad del siglo.

Entonces alegrará más la pura y buena conciencia que la docta filosofía.

Entonces se estimará más el desprecio de las riquezas, que todo el tesoro de los ricos de la tierra.

Entonces te consolarás más de haber orado con devoción, que de haber comido delicadamente.

Entonces te gozarás más de haber guardado el silencio, que de haber hablado mucho.

Entonces te aprovecharán más las obras santas, que las palabras floridas.

Entonces te agradará más la vida estrecha y la rigurosa penitencia, que todas las delicias terrenas.

Aprende ahora a padecer en lo poco, porque después seas libre de lo muy grave; primero prueba aquí lo que podrás después.

Si ahora no puedes padecer levemente, ¿cómo podrás después sufrir los tormentos eternos?

Si ahora una pequeña penalidad te hace tan impaciente, ¿qué hará entonces el infierno?

De verdad no puedes tener dos gozos, deleitarte en este mundo, y después reinar en el cielo con Cristo.

Si hasta ahora hubiese vivido en honras y deleites, y te llegase la muerte en este instante, ¿qué te aprovecharía todo aquello? Porque todo es vanidad, menos el amar y servir a Dios solo. Porque los que aman a Dios de todo corazón no temen la muerte, ni el tormento, ni el juicio, ni el infierno.

El amor perfecto tiene segura la comunicación con Dios, mas quien se deleita en pecar, no es maravilla que tema la muerte y el juicio. Bueno es que si el amor no nos desvía de lo malo, por lo menos el temor del infierno nos refrene; pero el que pospone el temor de Dios, no puede perseverar mucho tiempo en el bien, antes caerá muy presto en los lazos del demonio.

"La Imitación de Cristo" (Kempis)

miércoles, 2 de noviembre de 2011

2 de Noviembre: Prontamente, Nuestro Día




La Muerte: HE AHÍA LA GRAN POSTRIMERÍA. Muertos por los que rezar tenemos, muertos por los que ojalá recen, seremos.


La Iglesia Purgante, por la cual oramos, especialmente en este día, también pida a Dios por nosotros.




Gustavo Adolfo Bécquer
Rima LXXIII

"¡Qué solos se quedan los Muertos!"


Cerraron sus ojos
que aún tenía abiertos,
taparon su cara
con un blanco lienzo,
y unos sollozando,
otros en silencio,
de la triste alcoba
todos se salieron.

La luz que en un vaso
ardía en el suelo,
al muro arrojaba
la sombra del lecho;
y entre aquella sombra
veíase a intérvalos
dibujarse rígida
la forma del cuerpo.

Despertaba el día,
y, a su albor primero,
con sus mil rüidos
despertaba el pueblo.
Ante aquel contraste
de vida y misterio,
de luz y tinieblas,
yo pensé un momento:

¡Dios mío, qué solos
se quedan los muertos!

*

De la casa, en hombros
lleváronla al templo
y en una capilla
dejaron el féretro.
Allí rodearon
sus pálidos restos
de amarillas velas
y de paños negros.

Al dar de las Ánimas
el toque postrero,
acabó una vieja
sus últimos rezos,
cruzó la ancha nave,
las puertas gimieron,
y el santo recinto
quedóse desierto.

De un reloj se oía

compasado el péndulo,
y de algunos cirios
el chisporroteo.
Tan medroso y triste,
tan oscuro y yerto
todo se encontraba
que pensé un momento:

¡Dios mío, qué solos
se quedan los muertos!

*

De la alta campana
la lengua de hierro
le dio volteando
su adiós lastimero.
El luto en las ropas,
amigos y deudos
cruzaron en fila
formando el cortejo.


Del último asilo,
oscuro y estrecho,
abrió la piqueta
el nicho a un extremo.
Allí la acostaron,
tapiáronle luego,
y con un saludo
despidióse el duelo.

La piqueta al hombro
el sepulturero,
cantando entre dientes,
se perdió a lo lejos.
La noche se entraba,
el sol se había puesto:
perdido en las sombras
yo pensé un momento:


¡Dios mío, qué solos
se quedan los muertos!

*
En las largas noches
del helado invierno,

cuando las maderas
crujir hace el viento
y azota los vidrios
el fuerte aguacero,
de la pobre niña
a veces me acuerdo.

Allí cae la lluvia
con un son eterno;
allí la combate
el soplo del cierzo.
Del húmedo muro
tendida en el hueco,
¡acaso de frío
se hielan sus huesos...!

* * *
¿Vuelve el polvo al polvo?
¿Vuela el alma al cielo?
¿Todo es sin espíritu,
podredumbre y cieno?
No sé; pero hay algo
que explicar no puedo,
algo que repugna
aunque es fuerza hacerlo,
el dejar tan tristes,
tan solos los muertos.





lunes, 20 de julio de 2009

DEMONOLOGÍA


Y abordaron a la tierra de los Gerasenos, que está enfrente de la Galilea. Y luego que saltó en tierra fue a El un hombre que tenía el demonio hacía largo tiempo, y no vestía ropa ninguna, ni habitaba su casa, sino en los sepulcros. Este, luego que vio a Jesús, se postró delante de El, y exclamando en alta voz, dijo: "¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús Hijo del Dios Altísimo? Ruégote que no me atormentes". Pues mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre, que agitaba con violencia mucho tiempo hacía. Y aunque le tenían encerrado y atado con cadenas y con grillos, rompía las prisiones y era llevado por el demonio a los desiertos. Y Jesús le preguntó, diciendo: "¿Qué nombre tienes tú?" Y él respondió: "Legión": porque habían entrado en él muchos demonios. Y le rogaron, que no les mandase ir al abismo. Andaba allí una grande piara de cerdos paciendo en el monte, y le rogaban que les permitiese entrar en ellos. Y se lo permitió. Salieron, pues, los demonios del hombre y entraron en los cerdos, y luego los cerdos se arrojaron por un despeñadero impetuosamente en el lago y se ahogaron. Cuando esto vieron los pastores, huyeron y lo dijeron en la ciudad y por las granjas. Y salieron a ver lo que había sido, y vieron a Jesús, y hallaron sentado al hombre de quien habían salido los demonios, que estaba vestido, y en su juicio, a los pies de El y temieron. Y les contaron, los que lo habían visto, cómo había sido librado de la legión. Y le rogó toda la gente del territorio de los Gerasenos que se retirase de ellos, porque tenían grande miedo, y El subió en el barco y se volvió. Y el hombre de quien habían salido los demonios, le rogaba por estar con El. Mas Jesús le despidió, diciendo: "Vuelve a tu casa, y cuenta cuán grande merced ha hecho Dios contigo". Y fue diciendo por toda la ciudad cuánto bien le había hecho Jesús. (Lc8. 26-39)

Crisostomo.
Navegando el Salvador con sus discípulos, llegó al puerto. Y por esto dice: "Y navegaron a la tierra de los gerasenos, que está enfrente de la Galilea".

Tito Bostrense in Mat.
Los ejemplares más correctos no dicen ni gerasenos ni gádaros, sino gergesenos; en efecto, Gádara es una ciudad que hay en la Judea; no hay junto a ella lago ni mar alguno. Gerasa es una ciudad de la Arabia, que tampoco tiene lago ni mar. Pero Gérgesa, de donde proceden los gergesenos, es una ciudad antigua junto al lago de Tiberíades, cerca de la cual hay una roca próxima al lago, donde se muestra el lugar por el que los demonios precipitaron a los puercos. Sin embargo, como Gerasa y Gádara confinan con la tierra de los gergesenos, es verosímil que los puercos hubieran sido llevados desde el territorio de los primeros a los de éstos.

Beda.
Gerasa es una ciudad insigne de la Arabia a la otra parte del Jordán situada en la falda del monte Galaad, que ocupó la tribu de Manasés, no lejos del lago de Tiberíades, en el que fueron sumergidos los puercos.

Crisóstomo in Mat. hom. 29.
Habiendo salido el Señor del mar, le ocurrió otro milagro más terrible; pues un endemoniado, como un siervo en presencia de su Señor, confesó delante de El su sujeción. De donde sigue: "Y luego que saltó en tierra fue a El un hombre", etc.

San Agustín de cons Evang. 2, 24.
Aunque San Mateo dice que fueron dos endemoniados y San Marcos y San Lucas hacen mención solo de uno, debe entenderse que uno de ellos fue persona más considerable y conocida, a quien toda aquella comarca compadecía más, y por cuya curación rogaba mucho. Queriendo los dos Evangelistas dar esto a conocer, creyeron oportuno hacer mención de este suceso cuya fama se había extendido mucho y de una manera evidente.

Crisóstomo ut sup.
Acaso San Lucas escogió el más furioso de aquellos dos endemoniados. Por eso cuenta más tristemente su infortunio, cuando añade: "Y no vestía ropa alguna, ni habitaba en casa, sino en los sepulcros", etc. Los demonios frecuentan los sepulcros de los muertos para inspirar a los hombres doctrinas peligrosas, a saber, que las almas de los muertos se hacen demonios.

San Cirilo.
Como andaba desnudo por los sepulcros de los muertos, representaba la fiereza de los demonios. Dios permite, pues, que algunos estén sometidos a los demonios, para que conozcamos lo que éstos son respecto de nosotros y evitemos someternos a ellos, escarmentando muchos con el ejemplo de uno.


Crisóstomo ut sup.
Como los pueblos le confesaban un hombre, vinieron los demonios a publicar su divinidad, que el mar apaciguándose había proclamado también. Por esto sigue: "Este, luego que vio a Jesús, se postró delante de El, y exclamó en alta voz", etc.

San Cirilo.
Nótese aquí el temor, unido al atrevimiento y a una desesperación grande. El signo de la desesperación diabólica consiste en atreverse a decir: "¿Qué hay entre tú y yo, Jesús, Hijo del Altísimo?". Y de temor, cuando ruega diciendo: "Ruégote que no me atormentes". Pero si has conocido que es el Hijo de Dios Altísimo, confiesas también que es Dios del cielo y de la tierra y de todas las cosas que en ellos se contienen. ¿Cómo, pues, usurpas lo que no es tuyo sino suyo, y dices: "¿Qué hay entre ti y mí?". ¿Y quién de los reyes de la tierra podrá permitir que los súbditos de su imperio sean mortificados por los bárbaros? Por esto sigue: "Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre". Y manifestaba la necesidad de este precepto, añadiendo: "Porque mucho tiempo había que le atormentaba", etc.

Crisóstomo ut sup.
De aquí que como ninguno se atrevía a sujetar al endemoniado, el mismo Jesucristo se acercó a él hablándole.

Prosigue: "Y Jesucristo preguntó y le dijo: ¿Qué nombre tienes tú?"

Beda.
No le preguntó esto como ignorando su nombre, sino para que confesase la malicia que encerraba y brillase mejor la virtud del que curaba. También los sacerdotes de nuestra época, que pueden arrojar a los demonios en virtud del exorcismo, suelen decir a los poseídos que no pueden curarse sino después de haberse confesado claramente de todo lo que han sufrido de los espíritus inmundos, ya velando, ya durmiendo; sobre todo cuando tratan de introducirse entre varios al cuerpo humano y lo logran. De donde aquí se añade la confesión: "Y respondió, diciendo: Legión, porque habían entrado en él muchos demonios".

San Gregorio Niceno.
Imitando los demonios las milicias celestes y las legiones de los ángeles, se llaman algunas veces legiones, así como su jefe decía que pondría su trono sobre los astros para hacerse semejante al Altísimo.

Crisóstomo ut sup.
Después que Jesucristo vino al mundo, perturbaban a los demonios a las criaturas de Dios, creyendo, por la importancia de los acontecimientos que sucedían, que no debía tardar el tiempo de su humillación, y como no podían confesar su culpa, instaban para que no se les impusiese la pena. Por esto sigue: "Y le rogaban que no les mandase ir al abismo".

Teofilacto.
Esto lo pedían los demonios, queriendo habitar en el hombre todavía.

San Cirilo.
Aquí nos hace ver que las tropas enemigas de la Majestad Divina eran arrojadas al infierno por el poder inefable del Salvador.

Máximo.
Dios ha establecido ya una pena acomodada a la naturaleza de cada pecado. El fuego del infierno para el ardor de la carne; el rechinar de dientes para la risa lasciva; la sed intolerable para la voluptuosidad y la crápula; el gusano que siempre roe para el corazón torcido y maligno; las tinieblas perpetuas para la ignorancia y el engaño; la profundidad del abismo para la soberbia. Por esto el abismo está destinado a los demonios soberbios.

Prosigue: "Andaba allí una gran piara de cerdos", etc.

San Agustín de cons. Evang. 2, 24.
San Marcos dijo que esta piara estaba cerca del monte, y San Lucas que estaba en el monte, y en ello no hay contradicción. La piara de cerdos era tan grande, que parte de ellos estaba en el monte y parte cerca del monte; eran como unos dos mil puercos, según dice San Marcos (Mc 5)

San Ambrosio.
Los demonios no podían resistir el resplandor de la luz celestial, como los que tienen enferma la vista no pueden tolerar los rayos solares.

San Cirilo.
Por eso la multitud de aquellos espíritus inmundos pidió introducirse en el rebaño de aquellos puercos inmundos, semejantes a ellos. Prosigue, pues: "Y le rogaban que les permitiese entrar en ellos".

San Atanasio in vita antonii.
Si los demonios no tienen poder sobre los puercos, mucho menos pueden tenerlo sobre los hombres formados a imagen de Dios. Conviene, pues, temer sólo a Dios y despreciar los demonios.

San Cirilo.
El Señor, pues, les concedió lo que pedían para que entre otras cosas fuese un motivo de felicidad, de esperanza y de valor para nosotros. Prosigue: "Y se lo permitió". Conviene, pues, considerar que los demonios son malos y que ofenden a los que les están subordinados. Puede conocerse esto en el mero hecho de haber precipitado a los puercos y haberlos ahogado en las aguas. De donde sigue: "Salieron, pues, los demonios del hombre y entraron en los cerdos, y el rebaño se arrojó con ímpetu por un despeñadero en el lago", etc. Jesucristo concedió esto a los que se lo pedían, para que se conozca por medio de este suceso cuán crueles eran. También era necesario demostrar que el Hijo de Dios no tiene menos poder que el Padre en todas las cosas, para que aparezca igual resplandor en ambos.

Tito Bostrense.
Los pastores huyeron precipitadamente, temerosos de sucumbir con los puercos. Por esto sigue: "Cuando esto vieron los pastores, huyeron y lo dijeron en la ciudad y por las granjas", y sembraron este temor entre aquellos habitantes. El perjuicio que habían experimentado, los llevó a ver al Salvador. Prosigue: "Y salieron a ver lo que había sucedido, y vinieron a Jesús". En lo cual debemos considerar que cuando Dios castiga a los hombres en las cosas materiales, hace beneficios a sus almas. Y habiendo venido, vieron curado a aquel a quien los demonios maltrataban. Prosigue: "Y hallaron sentado al hombre, de quien habían salido los demonios, que estaba vestido (porque antes estaba desnudo), y teniendo ya su juicio sano, estaba sentado a sus pies ". No se separaba de los pies de Aquel que lo había curado, y así a la vista de aquel signo admiraron el remedio del mal y se llenaron de asombro por lo que había sucedido. Sigue pues: "Y temieron". Esto lo vieron en parte por sus propios ojos y en parte lo habían oído de palabra. Sigue: "Y les contaron los que lo habían visto, cómo había sido librado de la legión". Convenía, pues, que ellos rogasen al Señor que no se marchase de allí, para que defendiese aquella región y evitase que los demonios volviesen a entrar en ella. Pero por el temor perdieron su propia felicidad, rogando al Salvador que se marchase.

Prosigue: "Y le rogó toda la multitud del territorio de los gerasenos que se retirase de ellos; porque tenían grande miedo".

Teofilacto.
Ellos temían que les sobreviniese un nuevo daño, como les había sucedido en la sumersión de los puercos.

Crisóstomo ut sup.
Veamos aquí la humildad del Señor. Después que les ha concedido tan grandes beneficios, lo despiden, y no se opone, sino que se marcha, dejando a aquellos que se habían declarado indignos de su doctrina.

Prosigue: "Y El subió al barco y se volvió".

Tito Bostrense.
Pero cuando El se marchaba, aquel que había estado poseído del demonio no se separaba del Salvador. Sigue pues: "Y el hombre de quien habían salido los demonios le rogaba que le dejase estar con El".

Teofilacto.
Así, el que fue curado, temía que, al alejarse Jesús, podría otra vez caer en poder de los demonios. Pero el Señor le manifestó que, aunque no estuviese con él personalmente, lo podía proteger con su gracia. Sigue pues: "Mas Jesús le despidió, y le dijo: Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grande merced ha hecho Dios contigo". No dijo, pues, cuánto he hecho contigo, enseñándole a ser humilde, para que nosotros dirijamos a Dios todas nuestras buenas acciones.

Tito Bostrense.
Y en ello no peca contra la ley de la verdad, porque lo que hace el Hijo, lo hace el Padre. Mas ¿por qué el que antes decía a todos los que libraba que no se lo dijeren a nadie, después de haber librado de la legión a este hombre, le dice: "Cuenta cuán grande merced ha hecho Dios contigo"? Porque toda aquella región ignoraba a Dios y daba culto a los demonios. O mejor, cuando refiere un milagro al eterno Padre, dice: "Cuenta"; pero cuando habla de sí mismo, manda que no se diga a nadie. Mas aquel que había sido librado de los demonios, había conocido que Jesús era Dios, y por eso publicó todo lo que Jesús había hecho con él. Sigue pues: "Y fue diciendo por toda la ciudad", etc.

Crisóstomo ut sup.
Y así al abandonar a todos aquellos que se habían manifestado indignos de su celestial doctrina, les dejó, como maestro, al que El había librado de los demonios.

Beda.
Gerasa representa las naciones de los gentiles, hablando en sentido espiritual, a quienes el Señor visitó después de su pasión y resurrección por medio de sus predicadores. Por esto Gerasa o Gergesa como algunos leen, significa arrojar al habitante, esto es, al diablo, por quien había sido ocupada antes; o también forasteros que se acercan y que antes estaban lejos.

San Ambrosio.
Aún cuando no hay conformidad respecto del número de los curados por Jesucristo entre San Lucas y San Mateo, sin embargo, están conformes en el misterio. Pues del mismo modo que éste, que tenía el demonio, es figura del pueblo gentil; del mismo modo también los dos eran figura de dos pueblos gentiles porque, aunque Noé engendró tres hijos, Sem, Cam y Jafet, sola la familia de Sem fue llamada a la posesión de Dios, y de los otros dos salieron los pueblos de diversas naciones. El pueblo tenía desde mucho tiempo el demonio, puesto que desde el diluvio hasta la venida del Señor era cruelmente atormentado. Estaba también desnudo, porque había perdido el manto de su naturaleza y de la virtud.

San Agustín, de quaest. evang. 2, 13.
No habitaba en la casa, esto es, no descansaba en su conciencia; residía en los sepulcros, porque se gozaba en las obras muertas (esto es, en los pecados)

San Ambrosio.
¿O qué son los cuerpos de los malos, sino ciertos sepulcros, en donde no mora la palabra de Dios?

San Agustín ut sup.
Los grillos y las cadenas de hierro que ligaban sus miembros, representan las leyes duras y pesadas de los gentiles, que reprimen también el crimen en sus repúblicas. Que, rotos tales vínculos, era llevado por los demonios al desierto, significa que, traspasadas también aquellas leyes, era llevado por la pasión a tales crímenes que ya excedían la costumbre vulgar. La legión de demonios que había en él es figura de los gentiles, que adoraban a muchos demonios. Y el permiso que se concedió a los demonios para que entrasen en los cuerpos de los puercos, que pacían en el monte, representa a los hombres inmundos y soberbios, a quienes domina el diablo por medio del culto de los ídolos.

San Ambrosio.
Son puercos todos aquellos que, parecidos a animales inmundos, privados de razón y de la palabra, manchan el brillo de sus virtudes naturales con los actos impuros de su vida.

San Agustín ut sup.
Fueron precipitados en el lago para significar que la Iglesia está ya purificada y que, librado el pueblo gentil de la dominación de los demonios, los que no quisieron creer en Cristo, sumergidos en una ciega y profunda necedad, se van a los abismos a celebrar sus ritos sacrílegos.

San Ambrosio.
Se precipitan con ímpetu, porque no son retenidos por la consideración de ningún mérito; sino que como arrojados de lo alto por la pendiente de la iniquidad, perecen ahogados en las olas de este mundo. Ni puede haber comercio vital de espíritu alguno en aquellos que son llevados de aquí para allá por las agitadas olas de la voluptuosidad. Vemos, pues, que el hombre es el autor de su desgracia; porque si no viviese como los puercos, nunca el demonio recibiría poder sobre él; y si le recibiera, no sería para perderle sino para probarle. Y acaso el demonio que, después de la venida del Señor, no puede seducir a los buenos, no busca ya la ruina de todos los hombres, sino tan sólo la de los más débiles, así como el ladrón no ataca a los armados, sino a los inermes. Los pastores de aquellos, rebaños apenas, vieron esto huyeron. Ni los filósofos, ni los príncipes de la sinagoga pueden traer remedio a los pueblos que perecen. Sólo Jesucristo es quien puede librar a los pueblos del pecado.

San Agustín ut sup.
O los pastores de los puercos, que huyendo anunciaron todo esto, representan ciertos jefes de los impíos que, aunque no observan la ley del cristianismo admiran, sin embargo, y anuncian con asombro su poder entre los gentiles. Los gerasenos que, conociendo lo que había pasado, sobrecogidos de espanto, ruegan a Jesús que se aleje de ellos, representan a la multitud encenegada en sus inveteradas pasiones, que honra la ley cristiana, pero que no quiere abrazarla, diciendo que no la puede cumplir, admirando, no obstante, al pueblo fiel, curado en su perdido estado antiguo.

San Ambrosio.
O la ciudad de los gerasenos representa la sinagoga, que le rogaba se alejase, porque era grande su temor; pues el espíritu enfermo no comprende la palabra de Dios, ni puede resistir el peso de la sabiduría. Y por lo tanto el Señor no molestó por más tiempo, sino que subió de las cosas inferiores a las superiores; esto es, de la sinagoga a la Iglesia. Se volvió por el lago, porque ninguno pasa sin peligro de condenación de la Iglesia a la sinagoga; mas el que quiera pasar de la sinagoga a la Iglesia, que lleve su cruz para evitar el peligro.

San Agustín ut sup.
Por aquel hombre curado, que quería permanecer con Cristo, y a quien se dice: "Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grande merced ha hecho Dios contigo", hay que entender que cada uno, después del perdón de los pecados, debe volver a entrar en la buena conciencia como en una casa y servir al Evangelio para la salvación de los demás a fin de descansar un día con Cristo, no sea que, queriendo estar con El antes de tiempo, descuide el ministerio de la predicación, acomodado a la salvación de sus hermanos.
.
fuente: Catena Aurea Sto Tomás

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