Fuente: "La sabiduría evangélica", P. Nicolás Caussin, 1797
domingo, 20 de marzo de 2016
¡Oh Rey Soberano de los Corazones! (Aspiración de Domingo de Ramos)
Fuente: "La sabiduría evangélica", P. Nicolás Caussin, 1797
jueves, 22 de enero de 2015
Exhortación a los Niños y Jóvenes sobre su COMPORTAMIENTO en la Oración
martes, 28 de agosto de 2012
domingo, 8 de enero de 2012
Parábola: "VENGA A NOSOTROS TU REINO"
jueves, 10 de noviembre de 2011
Salmo 109: TRIUNFO DE CRISTO REY Y SACERDOTE

SALMO 109 (110)
Oráculo de Yahvé a mi Señor:
el escabel de tus pies."
2 El cetro de tu poder
lo entregará Yahvé (diciéndote):
"Desde Sión impera
en medio de tus enemigos."
3 Tuya será la autoridad
en el día de tu poderío,
en los resplandores de la santidad;
Él te engendró del seno antes del lucero.
4 Yahvé lo juró y no se arrepentirá:
"Tú eres Sacerdote para siempre
5 Mi Señor está a la diestra de (Yahvé).
En el día de su ira destrozará a los reyes.
6 Juzgará las naciones,
amontonará cadáveres,
aplastará la cabeza de un gran país.
7 Beberá del torrente en el camino;
por eso erguirá la cabeza.
Versículo 2: "Lo entregará Yahvé": Como lo anuncia Él en Salmo 2, 6: "Yo he constituído a mi Rey sobre Sión mi santo monte", diciendo luego a Cristo: "Pídeme y te daré en herencia las naciones y en posesión los términos de la tierra" (Salmo 2, 8). "El Héroe está asociado a Dios con una intimidad que hace pensar en la del Hijo del Hombre en Dn. 7, 13 s. y aún la sobrepuja por la precisión con que está expresada" (Calès). "Desde Sión impera, etc.": Así también Rembold, Ubach y otros. Esta puntuación es más exacta que si dijera: "Lo entregará Yahvé desde Sión": Pues, como bien dicen Calès, Lesêtre y otros, "su imperio partirá desde Sión (Is. 2, 3) y se extenderá sin límites, sin que ningún adversario pueda resistirle"; y así acabamos de ver que en Salmo 2, 6 el Rey es constituído "sobre" Sión y no "desde" Sión (cf. Miq. 4, 1 ss.; Salmo 43, 3; 64, 2; 67, 16 s.; 75, 3; 131, 13, etc). Es, como dice el Crisóstomo, una predicción de que un día Cristo someterá a su Reino la totalidad de sus enemigos, los judíos (Rom. 11, 26 s.) y los gentiles (Salmo 71, 11).
Versículo 3: El T.M. (Texto Masorético) está muy lastimado (algunos piensan que intencionalmente para destruir la riqueza mesiánica de la profecía), siendo muchas las variantes que se proponen. Felizmente se conserva el texto de los LXX, fundado en uno hebreo mucho más antiguo que el masorético, y a él podemos atenernos en estos casos. Como explica Teodoreto, el sentido de este v. es el mismo de Salmo 92, 2 (cf. nota), a saber: aunque Tú eres omnipotente, pues el Padre te engendró igual a Él desde la eternidad, manifestarás ese poder cuando vengas para el juicio y llenes de esplendor a tus santos.
"Tuya será la autoridad en el día, etc": Literalmente: "Contigo el principado en el día, etc". La Vulgata tradujo "principado" por "principio". El hebreo dice aproximadamente: "Tu pueblo (o "los prícipes") presuroso estará contigo el día de tu fortaleza sobre las santas montañas" (cf. v. 5; Zac. 13, 9; Rm. 11, 25 ss.). Otros, en vez de "fortaleza", dicen "llamado" (cf. Salmo 88, 16 y nota). En vez de "tu poderío" algunos vierten: "tu nacimiento", pero como así lo anunció el ángel a María (Lc. 1, 32 s.), sabemos que "el primer advenimiento fue en la humildad y despreciado" (Canon de Muratori, Ench. Patr. 268), y Aquel a quien los Magos buscaron como el Rey de los judíos (Mt. 2, 2) de acuerdo con Miq. 5, 2 (cf. Mt. 2, 6) lejos estuvo de ejercer entonces tal reinado sobre su ingrato pueblo (ni menos esa violencia con las naciones, descrita en los vv. 5 y 6). Así Él mismo lo declaró a Pilato sin perjuicio de de confirmar su dignidad real (Jn. 18, 33-38). "En los resplandores de la santidad (tuya)", pues el Salmo es un elogio de Cristo mismo, y destaca de este modo el resplandor de su aspecto el día de su venida en gloria, como lo mostró en la Transfiguración (cf. Mc. 9, 1 y nota). Otros vierten: "En los esplendores de tus santos (cf. Judas 14 y nota; Fil. 3, 20 s.; I Tes. 4, 16 s.). Bover-Cantera traduce: "entre sagrada pompa", Prado: "en fulgor santo".
"El te engendró": Wutz, Rembold y otros usan aquí también el verbo en tercera persona, lo cual, como dice Calès, queda bien al contexto. Después de hablar el Padre en v. 2b, es el salmista quien habla en el v. 3. Mientras en el v. 1 y en el Salmo 2, 7 se trata de la glorificación de Cristo Hombre a la diestra del Padre, este texto, así vertido, alude a la generación eterna del Verbo, de donde se deduce la divinidad de Jesucristo por identidad de su naturaleza con la del Padre (cf. Heb. 1, 3; Sab. 7, 26 y notas).
"Del seno": Otros: como "Rey" (Wutz); "cual rocío" (Bover Cantera, Nácar Colunga, Prado). Rembold vierte así el último hemistiquio: "El Señor te eligió Rey en los montes santos (cf. Salmo 2, 6). Otros, según el T.M. leen así este final: "En las bellezas de la santidad en el seno de la aurora: tú tienes el rocío de tu juventud", cosa, como se ve, demasiado insegura frente al texto que adoptamos, sólidamente apoyado, como hemos visto, por el contexto y los lugares paralelos. Sobre la procedencia divina de Jesús, cf. Is. 4, 2; 7, 14; 9, 6; Miq. 5, 2; Zaq. 13, 7, etc.
"Antes del lucero": Esto es, antes de toda creatura. Quizá podría verse en el "Lucero" una alusión a Satanás cuya derrota por el Mesías anuncia precisamente este Salmo. Es de notar que fuera de algunas menciones intrascendentes en Job (11, 17 y 38, 32), el nombre de Lucero (Lucifer) sólo se usa una vez más en el Antiguo Testamento: en Is. 14, 12 donde es aplicado al rey de Babilonia, figura de Satanás o en todo caso de la potestad anticristiana (cf. Jer. 51, 53; Apoc. 17 y 18). En cambio en el Nuevo Testamento ese mismo nombre (en griego "Heósforos", variante: "Fósforos") es usado una sola vez (II Pedro 1, 19), con referencia a la Parusía de Cristo, el cual había sido simbolizado por la Estrella de Jacob (Num. 24, 17) y anunciado en su Nacimiento por una estrella (Mt. 2, 2). En su segunda venida se llama a Sí mismo la Estrella Matutina (Apoc. 22, 16), anunciando con ese nombre el galardón de su Reino (Apoc. 2, 28), galardón que es Él mismo (Apoc. 22, 12).
Versículo 4: San Pablo, en la Epístola a los Hebreos, es el gran intérprete de este Salmo y especialmente de este pasaje, al que dedica casi íntegramente seis capítulos (de 4, 14 a 10, 25) citándolo constantemente para armonizarlo con el v. 1 (Heb. 5, 5-10; 6, 20; 7, 28; 8, 6; 10, 12 s.) y también con Salmo 2, 7 (Heb. 5, 5 s.), lo que muestra una vez más la correlación de ambos oráculos. Revela así maravillosamente el celestial sacerdocio de Cristo, que no se arrogó Él, sino que esperó a que el Padre se lo diera con el juramento que aquí vemos (Heb. 5, 4-6; 7, 17 y 28; 8, 6). Y así "una vez perfeccionado (por su Pasión) vino a ser causa de sempiterna salud para todos los que le obedecen, siendo constituído por Dios Sumo Sacerdote a la manera de Melquisedec" (Heb. 5, 9 s.; 6, 20), es decir, con un sacerdocio "para siempre" porque su vida es "indestructible" (Heb. 7, 16), dado que Él, resucitado, ya no puede morir como morían los demás sacerdotes (Heb. 7, 23). "El permanece siempre" (Heb. 7, 24; Rom. 6, 9; I Tim. 6, 16; Apoc. 1, 18) y vive para interceder por nosotros (Heb. 7, 25; 9, 24), "sentado a la diestra del Padre" (vv. 1 y 5; Heb. 8, 1) como Ministro del Santuario celestial (Heb. 8, 2; 9, 11 y 24) y Mediador del Testamento nuevo (cf. Heb. 8, 6-13; 9, 15; 10, 15-18), lo cual exigía la previa muerte del testador (Heb. 9, 16 s.; cf. Hech. 3, 22 y nota); y como el sacerdocio requiere víctima que ofrecer (Heb. 8, 13), Él ofrece su Sangre (Heb. 9, 14) pues "como Sumo Sacerdote de los bienes venideros... por la virtud de su propia sangre entró una vez para siempre en el Santuario, después de haber obtenido redención eterna" (Heb. 9, 11-12). Por lo cual "hemos sido santificados una vez para siempre por la oblación del Cuerpo de Jesucristo" (Heb. 10, 10), quien, "ofreciendo por los pecados un solo sacrificio" (Heb. 10, 12), a diferencia de los antiguos sacerdotes que sacrificaban víctimas cada día, "para siempre está sentado a la diestra de Dios aguardando lo que resta para que sus enemigos sean puestos por escabel de sus pies" (Heb. 10, 12-13). Muestra en fin el Apóstol a los Hebreos, cuán grande es la significación de este versículo que él llama "juramento posterior a la Ley" (Heb. 7, 28) y merced al cual tenemos "confiado acceso al Santuario celestial" (Heb. 10, 19) para recurrir al "gran Sacerdote establecido sobre la casa de Dios" (Heb. 10, 21), al cual, dice, "lleguémonos con corazón sincero, en plenitud de fe" (Heb. 10, 22) y caridad de unos con otros (ibíd. 24) y "confesión de nuestra esperanza" en su gloriosa venida (ibíd. 23 y 25).
"A la manera de Melquisedec": (Así también Vaccari, Bover-Cantera, Calès, Wutz, Ubach, Sánchez Ruiz, etc.). Véase sobre esto Heb. 7, 1 ss. donde San Pablo muestra la admirable figura de Cristo que fue Melquisedec, sacerdote y rey (Gn. 14, 18; cf. Zac. 6, 12 s.; Ez. 44, 3; 45, 15 ss. y 22 ss.; 46, 2 ss.) de Salem o Jerusalem (Salmo 86, 3 y nota), de paz (cf. Salmo 45, 10; Is. 11, 6-9) y de justicia (cf. Salmo 71, 2 y 7; Is. 32, 1; Jer. 23, 5 ss.; 33, 15 ss.). Su sacerdocio fue distinto del de Aarón, no obstante las promesas hechas a éste y a sus descendientes (Ex. 40, 12 s.; Núm. 25, 13; Ecli. 45, 19; cf. Salmo 105, 30; 117, 2), porque ellos murieron, en tanto que Melquisedec "vive" (Heb. 7, 8) y "permanece sacerdote a perpetuidad" (ibíd. v. 3). Sobre sacerdocio cf. Ecli. 24, 14; Heb. 8, 4; I Ped. 2, 9; Apoc. 1, 6; 5, 10.
Versículo 5: El Hijo está hoy a la diestra del Padre como en el v. 1, ejerciendo su Sacerdocio (v. 4) en una continua intercesión por nosotros (Heb. 7, 24 s.), a la espera de que el Padre le cumpla la promesa del v. 2 (Heb. 10, 12 s.), para cumplir Él a su vez las hazañas del v. 6. Leemos, pues, al principio "Adoní" (mi Señor) y no "Adonai" (el Señor), lo mismo que Ubach, Wutz, Calès y otros porque, como muy bien lo dice este último: "es el Mesías quien está a la diestra de Yahvé, de igual modo que en el v. 1 s., y quien realiza lo que se expresa por verbos de los vv. 5-7. No hay otra solución posible para el v. 7, porque no es Dios Padre quien "bebe del torrente en el camino". Y por lo tanto tampoco es Él quien ejecuta los actos enumerados en los vv. 5 y 6, a menos de admitirse una incoherencia (cf. Mt. 26, 64; Lc. 22, 69)".
"Destrozará, etc.": Algunos vierten "destroza, etc." poniendo los verbos en presente profético (cf. Salmo 2, 9; 44, 4-6; 67, 22).
"En el día de su ira": Esto es, de "la ira del Cordero" (Apoc. 6, 17). Cf. v. 6; Sof. 1, 14 ss.,; Mt. 23, 41; Rm. 2, 5 y 8; II Tes. 1, 7-10. Como observan los comentadores, este juicio, en el cual no se alude a la suerte de los justos, es descrito con los caracteres de una batalla terrible, donde el Mesías no economiza sus fuerzas pero en la que obtiene también un triunfo deslumbrante. Cf. Apoc. 16, 14 y 16; 17, 14; 19, 19.
Versículo 6: "Juzgará": Otros vierten: "hará justicia". Sobre el significado de esta expresión véanse los Salmos 92-99; 100, 2 y nota. Cf. Salmo 88, 28; Apoc. 11, 15.
"Las naciones": Literalmente: "los gentiles", como en el Salmo 2, 8 (cf. Ez. 30, 3; Dn. 2, 45; Lc. 21, 24; Rm 11, 25).
"Amontonará cadáveres": También en esta violencia concuerda con el Salmo 2, 9. Cf. Salmo 110, 7; Joel 3, 9-17; Zac. 14, 1-4; Mt. 25, 32; Lc. 19, 27; Apoc. 19, 11-21 s.
"La cabeza": Así literalmente y en singular. El sentido parece ser: "al jefe", como leen algunos, refiriéndose al Anticristo. Cf. v. 5 y nota; Salmo 149, 6-9; Apoc. 2, 27; 19, 15. Rembold vierte así: "Juzgará a los gentiles inflados de soberbia".
Versículo 7: Los SS. PP. (Santos Padres) han visto en este versículo el contraste entre ambas venidas del Mesías (cf. v. 3 y nota), o sea, entre este gran triunfo anunciado a Cristo Rey y el supremo rebajamiento de su Encarnación (cf. Fil. 2, 7 s. y nota) y de su Pasión, en la cual, para ir del Cenáculo a Getsemaní, atravesó y quizá bebió "del torrente Cedrón" (Jn. 18, 1), como lo había dicho, en un momento semejante, el mismo David, que tantas veces fue figura de Él (II Rey. 15, 23). Cf. Is. 61, 1 s. y nota). Los modernos tienden a interpretar este pasaje en el sentido de que el Héroe divino, como los guerreros de Gedeón (Juec. 7, 5 s.), apenas beberá un sorbo de agua al pasar, no dándose tregua ni retirándose a descansar hasta el completo aniquilamiento de los enemigos. Entonces, cuando no existan ya los que dijeron como en la parábola: "No queremos que este reine sobre nosotros" (Lc. 19, 14 y 27), lo veremos a nuestro amable Rey, que tiene "un Nombre sobre todo nombre" (Fil. 2, 9), levantar triunfante para siempre la sagrada Cabeza que nosotros coronamos de espinas (Jn. 19, 2 s.) y que los ángeles adoraron (Jn. 20, 7). Lo veremos y lo verán todos (Apoc. 1, 7), aun los que le traspasaron (Zac. 12, 10; Jn. 19, 37) y celebrarán su triunfo los ángeles, que están deseando ver aquel día (I Ped. 1, 7-12).
(Los subrayados "parusíacos" son nuestros)
domingo, 30 de octubre de 2011
"Yo Soy Rey"

(...)
SAN AGUSTÍN, "UT SUPRA"
domingo, 24 de mayo de 2009
MIRARI VOS

GREGORIO XVI
Sobre los errores modernos
Nuestro ánimo rehuye el renovar nuestros justos dolores aun sólo por el recuerdo de tantos peligros; preferimos, pues, bendecir al Padre de toda consolación que, humillando a los perversos, Nos libró de un inminente peligro y, calmando una tan horrenda tormenta, Nos permitió respirar. Al momento Nos propusimos daros consejos para sanar las llagas de Israel, pero el gran número de cuidados que pesó sobre Nos para lograr el restablecimiento del orden público, fue causa de nueva tardanza para nuestro propósito.

La insolencia de los facciosos, que intentaron levantar otra vez bandera de rebelión, fue nueva causa de silencio. Y Nos, aunque con grandísima tristeza, nos vimos obligados a reprimir con mano dura la obstinación de aquellos hombres cuyo furor, lejos de mitigarse por una impunidad prolongada y por nuestra benigna indulgencia, se exaltó mucho más aún; y desde entonces, como bien podéis colegir, Nuestra preocupación cotidiana fue cada vez más laboriosa.

Mas habiendo tomado ya posesión del Pontificado en

Afligid
4. Rebelión del espíritu del mal contra todo lo bueno.
Nos referimos, Venerables Hermanos, a las cosas que veis con vuestros mismos ojos y que todos lloramos con las mismas lágrimas. Es el triunfo de una malicia sin freno, de una ciencia sin pudor, de una disolución sin límite. Se desprecia la santidad de las cosas sagradas; y la majestad del divino culto, que es tan poderosa como necesaria, es censurada, profanada y escarnecida: De ahí que se corrompa la santa doctrina y que se diseminen con audacia errores de todo género. Ni las leyes sagradas, ni los derechos, ni las instituciones, ni las santas enseñanzas están a salvo de los ataques de las lenguas malvadas. Se combate tenazmente a
5. Se niega toda autoridad y toda obediencia a
Se impugna la autoridad divina de
6. La oración, el trabajo constante, la unión, son las armas de la Iglesia.
Estos males, Venerables Hermanos, y muchos otros más, quizá más graves, enumerar los cuales ahora sería muy largo, pero que perfectamente conocéis vosotros, Nos obligan a sentir un dolor amargo y constante, ya que, constituidos en
7. Ser fieles a la tradición de
Desconfiar del espíritu de novedad.
Bien cumpliréis vuestro deber si, como lo exige vuestro oficio, vigiláis tanto sobre vosotros como sobre vuestra doctrina, teniendo presente siempre, que toda
8. Fidelidad de los Obispos al Sumo Pontífice y de los Presbíteros a los Obispos
Debéis, pues, trabajar y vigilar asiduamente para guardar el depósito de la fe, precisamente en medio de esa conspiración de impíos, cuyos esfuerzos para saquearlo y arruinarlo contemplamos con dolor. Tengan todos presente que el juzgar de la sana doctrina, que los pueblos han de creer, y el régimen y administración de
9. La doctrina de
Reprobable, sería, en verdad, y muy ajeno a la veneración con que deben recibirse las leyes de

En efecto, constando, según el testimonio de los Padres de Trento, que
11. Defensa del celibato eclesiástico.
Queremos ahora Nos excitar vuestro gran celo por la religión contra la vergonzosa liga que, en daño del celibato clerical, sabéis cómo crece por momentos, porque hacen coro a los falsos filósofos de nuestro siglo algunos eclesiásticos que, olvidando su dignidad y estado y arrastrados por ansia de placer, a tal licencia han llegado que en algunos lugares se atreven a pedir, tan pública como repetidamente, a los Príncipes que supriman semejante imposición disciplinaria. Rubor causa el hablar tan largamente de intentos tan torpes; y fiados en vuestra piedad, os recomendamos que pongáis todo vuestro empeño en guardar, reivindicar y defender íntegra e inquebrantable, según está mandado en los cánones, esa ley tan importante, contra la que se dirigen de todas partes los dardos de los libertinos.

Aquella santa unión de los cristianos, llamada por el Apóstol sacramento grande en Cristo y en
Esto mismo ya os lo recordó Nuestro predecesor Pío VIII, de s. m., con no poca insistencia, en sus Cartas.
Se debe, pues, enseñar a los pueblos que el matrimonio, una vez constituido legítimamente, no puede ya disolverse, y que los unidos por el matrimonio forman, por voluntad de Dios, una perpetua sociedad con vínculos tan estrechos que sólo la muerte los puede disolver. Tengan presente los fieles que el matrimonio es cosa sagrada, y que por ello está sujeto a
13. El indiferentismo. - Su condena.
Otra causa que ha producido muchos de los males que afligen a la iglesia es el indiferentismo, o sea, aquella perversa teoría extendida por doquier, merced a los engaños de los impíos, y que enseña que puede conseguirse la vida eterna en cualquier religión, con tal que haya rectitud y honradez en las costumbres. Fácilmente en materia tan clara como evidente, podéis extirpar de vuestra grey error tan execrable. Si dice el Apóstol que hay un solo Dios, una sola fe, un solo bautismo, entiendan, por lo tanto, los que piensan que por todas partes se va al puerto de salvación, que, según la sentencia del Salvador, están ellos contra Cristo, pues no están con Cristo y que los que no recolectan con Cristo, esparcen miserablemente, por lo cual es indudable
Falsamente, alguien acariciaría la idea que le basta con estar regenerado por el bautismo, a esto les responde San Agustín que no pierde su forma el sarmiento cuando está separado de la vid; pero, ¿de qué le sirve tal forma, si ya no vive de la raíz?

15. La libertad de prensa. - Su refutación.
Debemos también tratar en este lugar de la libertad de imprenta, nunca suficientemente condenada, si por tal se entiende el derecho de dar a la luz pública toda clase de escritos; libertad, por muchos deseada y promovida. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar qué monstruos de doctrina, o mejor dicho, qué sinnúmero de errores nos rodea, diseminándose por todas partes, en innumerables libros, folletos y artículos que, si son insignificantes por su extensión, no lo son ciertamente por la malicia que encierran; y de todos ellos sale la maldición que vemos con honda pena esparcirse sobre la tierra. Hay, sin embargo, ¡oh dolor!, quienes llevan su osadía a tal grado que aseguran, con insistencia, que este aluvión de errores esparcido por todas partes está compensado por algún que otro libro, que en medio de tantos errores se publica para defender la causa de la religión. Es de todo punto ilícito, condenado además por todo derecho, hacer un mal cierto y mayor a sabiendas, porque haya esperanza de un pequeño bien que de aquel resulte. ¿Por ventura dirá alguno que se pueden y deben esparcir libremente activos venenos, venderlos públicamente y darlos a beber, porque alguna vez ocurre que el que los usa haya sido arrebatado a la muerte?

16. Doctrina de
El índice de libros prohibidos.
Enteramente distinta fue siempre la disciplina de
Basta leer las leyes que sobre este punto dio el Concilio V de Letrán y
17. La desobediencia a las autoridades legítimas, sobre todo a las eclesiásticas.
Sabiendo Nos que se han divulgado, en escritos que corren por todas partes, ciertas doctrinas que niegan la fidelidad y sumisión debidas a los príncipes, que por doquier encienden la antorcha de la rebelión, se ha de trabajar para que los pueblos no se aparten, engañados, del camino del bien.
Sepan todos que, como dice el Apóstol, toda potestad viene de Dios y todas las cosas son ordenadas por el mismo Dios. Así, pues, el que resiste a la potestad, resiste a la ordenación de Dios, y los que resisten se condenan a sí mismos. Por ello, tanto las leyes divinas como las humanas se levantan contra quienes se empeñan, con vergonzosas conspiraciones tan traidoras como sediciosas, en negar la fidelidad a los príncipes y aun en destronarles.
Por aquélla razón, y por no mancharse con crimen tan grande, consta cómo los primitivos cristianos, aun en medio de las terribles persecuciones contra ellos levantadas, se distinguieron por su celo en obedecer a los emperadores y en luchar por la integridad del imperio, como lo probaron ya en el fiel y pronto cumplimiento de todo cuanto se les mandaba (no oponiéndose a su fe de cristianos), ya en el derramar su sangre en las batallas peleando contra los enemigos del imperio. Los soldados cristianos, dice San Agustín, sirvieron fielmente a los emperadores infieles; mas cuando se trataba de la causa de Cristo, no reconocieron otro emperador que al de los cielos. Distinguían al Señor eterno del señor temporal; y, no obstante, por el primero obedecían al segundo.

19. Estos ejemplos refutan las teorías de los modernos libertarios.
Estos hermosos ejemplos de inquebrantable sumisión a los príncipes, consecuencia de los santísimos preceptos de la religión cristiana, condenan la insolencia y gravedad de los que, agitados por torpe deseo de desenfrenada libertad, no se proponen otra cosa sino quebrar y aun aniquilar todos los derechos de los príncipes, mientras en realidad no tratan sino de esclavizar al pueblo con el mismo señuelo de la libertad. No otros eran los criminales delirios e intentos de los valdenses, beguardos, wiclefitas y otros hijos de Belial, que fueron plaga y deshonor del género humano, que, con tanta razón y tantas veces fueron anatematizados por
20. Concordia que debe reinar entre el poder eclesiástico y civil.
Las mayores desgracias vendrían sobre la religión y sobre las naciones, si se cumplieran los deseos de quienes pretenden la separación de
21. Condena de las asociaciones y asambleas que conspiran contra la Iglesia.
A otras muchas causas de no escasa gravedad que Nos preocupan y Nos llenan de dolor, deben añadirse ciertas asociaciones o reuniones, las cuales, confederándose con los sectarios de cualquier falsa religión o culto, simulando cierta piedad religiosa pero llenos, a la verdad, del deseo de novedades y de promover sediciones en todas partes, predican toda clase de libertades, promueven perturbaciones contra

Con el ánimo, pues, lleno de tristeza, pero enteramente confiados en Aquel que manda a los vientos y calma las tempestades, os escribimos Nos estas cosas, Venerables Hermanos, para que,
23. Confiar ante todo en Dios.
Entended que Dios es guía de la sabiduría y reformador de los sabios, y que es imposible que conozcamos a Dios sino por Dios, que por medio del Verbo enseña a los hombres a conocer a Dios. Sólo los soberbios, o más bien los ignorantes, pretenden sujetar a criterio humano los misterios de la fe, que exceden a la capacidad humana, confiando solamente en la razón, que, por condición propia de la humana naturaleza, es débil y enfermiza.

Q

Y para que todo ello se realice próspera y felizmente, elevemos suplicantes nuestros ojos y manos hacia
Dado en Roma, en Santa María . |
