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domingo, 25 de noviembre de 2012

Mujeres: ¡Sométanse a sus maridos!


"He aquí la esclava del Señor"

Mujeres: ¡Sométanse a sus maridos! 

¡¿Hasta cuándo ese feminismo idiota e impertinente que pretende penetrar hasta lo más profundo de los matrimonios?! 

Mujeres, si no están dispuestas a obedecer a sus maridos; entonces, ¡insolentes!; escuchen y obedezcan a vuestro Dios; que en primer lugar nos dice: 

“Mis ovejas escuchan mi Voz; y Yo las conozco; y me siguen” (Jn 10, 27) 

Y luego; manda a la mujer: 

1 Cor. 11, 9: “El hombre no fue creado para la mujer; sino la mujer para el hombre” 

Proverbios 12, 4: “La mujer virtuosa es corona de su marido; pero la que lo avergüenza es como podredumbre en sus huesos” 

1 Tito 2, 4-5: “Que las jóvenes amen a sus maridos y a sus hijos, que sean prudentes, puras, hacendosas en el hogar, amables, sujetas a sus maridos, para que la Palabra de Dios no sea blasfemada” 

Efesios 5, 22: “Las mujeres estén sometidas a sus propios maridos como al Señor” 

1 Timoteo 2, 11: “Que la mujer aprenda calladamente, con toda obediencia” 

1 Timoteo 2, 12: “Yo no permito que la mujer enseñe ni que ejerza autoridad sobre el hombre, sino que permanezca callada” 

Ester 1, 20: “Y cuando el decreto que haga el rey sea oído por todo su reino, inmenso como es, entonces todas las mujeres darán honra a sus maridos, desde el mayor hasta el menor” 

Colosenses 3, 18: “Mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor” 

1 Pedro 3, 1: “Así mismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, de modo que si algunos de ellos son desobedientes a la palabra, puedan ser ganados sin palabra alguna por la conducta de sus mujeres” 

Lucas 1, 38: “He aquí la esclava del Señor”



domingo, 20 de noviembre de 2011

El Trato con las Mujeres


El Trato con las Mujeres

ECLASIÁSTICO IX, 1-13:

(Traducción y comentarios bíblicos de Monseñor Straubinger)

1 "No seas celoso de tu querida esposa; para que no se valga de las malas ideas que tú le sugieres.
2 No dejes que la mujer tenga dominación sobre tu espíritu; para que no se levante contra tu autoridad, y quedes avergonzado.
3 No pongas los ojos en una mujer que quiere a muchos, no sea que caigas en su lazo.
4 No frecuentes el trato con la bailarina, ni la escuches, si no quieres perecer a la fuerza de su atractivo.
5 No pongas tus ojos en la doncella, para que su belleza no sea ocasión de tu ruina.
6 De ningún modo des entrada en tu alma a las meretrices, para que no te pierdas a ti y tu patrimonio.
7 No andes derramando tu vista por las calles de la ciudad, ni vagueando de plaza en plaza.
8 Aparta tus ojos de la mujer lujosamente ataviada, y no mires curioso una hermosura ajena.
9 Por la hermosura de una mujer muchos se han perdido; pues por ella se enciende cual fuego la concupiscencia.
10 Cualquier mujer pública es pisoteada como estiércol en el camino.
11 Muchos embelesados de la belleza ajena se hicieron réprobos; porque su conversación quema como fuego.
12 Con la mujer de otro no estés jamás de asiento; ni en la mesa te arrimes a ella recostado sobre el codo;
13 ni la desafíes en tomar vino; no sea que tu corazón se incline hacia ella, y a costa de tu vida caigas en la perdición."

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Versículo 8: "Los vestidos de lujo y los vanos adornos no convienen más que a las prostitutas y a las mujeres impúdicas", dice San Cipriano (De Habitu Virg.). San Pedro, en su primera encíclica, exhorta a las mujeres a llevar una vida casta y llena de reverencia y les dice: "Vuestro adorno no sea de afuera; no consista en rizaros los cabellos, ornaros de joyas de oro o ataviaros de vestidos, sino que sea un adorno interior del corazón, que consiste en la incorrupción de un espíritu manso y suave, precioso a los ojos de Dios" (I Pedro 3, 3 s.).

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Dice "La Imitación de Cristo" VIII, 1:

"No tengas familiaridad con ninguna mujer mas en general encomienda a Dios todas las buenas."

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La imagen muestra el óleo de Velazquez Diego "La Tentación de Santo Tomás" que representa la siguiente anécdota:

"Finalmente, (sus hermanos contrarios a su vocación) le envían a una prostituta. La mujer intenta tentarlo. Tomás toma en sus manos una rama encendida del hogar y se lanza contra la mujer, amenazándola con quemarle el rostro si se atreve a acercársele. Ella sale huyendo y Tomás, con la brasa dibuja una cruz en la puerta frente a la cual se arrodilla a rezar. Esa misma noche contempló en sueños unos ángeles que venían a felicitarlo y le traían un cíngulo, en señal de la virtud de la pureza perpetua que le concedía Nuestro Señor".

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