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sábado, 6 de agosto de 2016

La gloriosa Transfiguración del Señor (6 de agosto)



La gloriosa Transfiguración del Señor.

En este día celebra la santa Iglesia el misterio altísimo y regaladísimo de la Transfiguración de nuestro Señor Jesucristo. Había avisado el Salvador a sus discípulos que padecería mucho en Jerusalén de los escribas y príncipes de los sacerdotes, y que moriría en sus manes y que después de muerto había de resucitar. Y para que cuando le viesen morir no se escandalizasen y entendiesen que era Señor de la vida y de la muerte, quiso el divino Redentor transfigurarse y darles un breve gusto de su gloria y una como muestra de la bienaventuranza que habían de alcanzar. Para esto tomó consigo a Pedro, Santiago y Juan su hermano, los cuales habían de presenciar más de cerca los dolores de su pasión, y los llevó al monte Tabor. Habiéndose puesto allí en oración, se transfiguró delante de aquellos discípulos, y vieron su rostro resplandeciente y glorioso, y todo el cuerpo más claro que el mismo sol, y sus vestiduras más blancas que la nieve. Vieron juntamente a Moisés y a Elías que estaban a sus lados y le tenían en medio, hablando con El de la pasión y muerte que para cumplir las profecías había de padecer en Jerusalén. Y al haberse el Salvador mostrado glorioso con aquella nueva claridad en el monte, llaman los evangelistas transfigurarse, porque aunque no tomó otra forma ni figura, pero alteró la que antes tenía, dándole aquel nuevo resplandor y maravillosa claridad. Al tiempo que Moisés y Elías partían y se despedían de Cristo, dice el evangelista san Lucas que san Pedro, como más fervoroso y que con más disgusto oía hablar de la pasión y muerte de su maestro, le dijo: Señor, bien estamos aquí: hagamos en este monte tres moradas: una para vos, otra para Moisés y otra para Elías. No sabía lo que decía: porque se contentaba con sólo aquella vista de la gloria del cuerpo del Señor, y la tenía por suma bienaventuranza, no siendo más que una gota de aquel río que alegra la ciudad de Dios y un pequeño reflejo de aquella gloria que hace bienaventurados a los moradores del cielo. Mientras estaba hablando san Pedro, súbitamente vino una nube del cielo clara y resplandeciente, que hizo sombra al Señor, y sonó en ella una voz que dijo: Este es mi Hijo muy amado, en el cual siempre me he agradado; oídle a El. Y al sonar esta voz magnífica y testimonio divino del Padre Eterno, los apóstoles, despavoridos y llenos de temor y estupor, cayeron sobre sus rostros en tierra quedando fuera de sí y como muertos; mas entonces el Salvador se llegó a ellos y los tocó con la mano y les dijo que se levantasen y no temiesen; y bajando después del monte les mandó que no descubriesen ni dijesen a nadie lo que habían visto hasta que El hubiese resucitado; y así lo callaron los apóstoles, como dice San Lucas, hasta que el Señor hubo resucitado de entre los muertos. 


Reflexión: 

Siendo la gloria de Cristo el galardón de nuestras buenas obras y padecimientos, vivamos en este valle de lágrimas de tal suerte que merezcamos verle en el monte alto del cielo, no transfigurado, como lo vieron los tres apóstoles en el monte Tabor, sino como El es, y como es glorificador y remunerador de todos sus escogidos, donde como se dice en la Escritura, no hay llantos ni gemidos ni dolores, ni trabajo alguno, sino que todo es júbilo y gloria y felicidad cumplida y eterna.


Oración: 

Oh Dios que en la gloriosa Transfiguración de tu unigénito Hijo con la autoridad de los profetas confirmaste los ocultos misterios de la fe, y con la voz salida de una resplandeciente nube, admirablemente nos diste a conocer la perfecta adopción de hijos; concédenos la gracia de ser coherederos del Rey de la gloria y la participación de su misma bienaventuranza. Por Jesucristo, tu mismo Hijo y nuestro Señor. Amén.


Fuente: Flos Sanctorum, P. Francisco de Paula Morell, 1890

miércoles, 3 de agosto de 2016

El hallazgo del cuerpo de san Esteban (3 de agosto)



El hallazgo del cuerpo de san Esteban. 

(En el año 415)

Con haber sido tan ilustre en la Iglesia primitiva el glorioso protomártir san Esteban, estuvo su santo cuerpo largo tiempo escondido, hasta que el Señor se dignó revelarlo en tiempo de los emperadores Honorio y Teodosio el Menor su sobrino, el año 415 de nuestra salud. Se hizo esta revelación a Luciano presbítero, el cual refiere todo lo que en ella pasó en una carta escrita en griego, donde dice: "Que estando él durmiendo en un lugar del bautisterio, donde solía dormir para mejor guardar la iglesia y ocurrir presto a las necesidades de los fieles de su parroquia, despertó viendo un súbito resplandor, y le apareció un venerable anciano en traje de sacerdote, el cual le mandó que buscase los cuerpos santos, que estaban en cierta heredad de aquella aldea, y los colocase en otro lugar más decente. Preguntó Luciano al venerable viejo quién era, y de quiénes eran aquellos cuerpos. Y él respondió que era Gremaliel, el que había enseñado a san Pablo apóstol de Jesucristo, y que el que estaba en el monumento con él a la parte de Oriente era el bendito mártir san Esteban, que fue apedreado por los judíos, cuyo cuerpo él había hecho recoger y enterrar en aquella heredad suya, y que en otro lucillo y sepulcro estaba el cuerpo de Nicodemus, al cual, por ser discípulo de Cristo, los judíos habían anatematizado y desterrado de la ciudad, y él lo había recogido en su casa y dado todo lo que había menester todo el tiempo que vivió, y después de muerto lo sepultó honoríficamente junto a san Esteban. Con las señas que recibió del santo anciano Gamaliel, fue Luciano a Jerusalén a dar cuenta de todo al obispo: el cual dio orden que se buscasen los santos cuerpos en el lugar señalado: y en efecto, cavando en él, hallaron tres sepulcros en cuyas piedras se leía en letras siríacas: Esteban, Nicodemus, Gamaliel. Divulgándose luego esta noticia, vino el obispo de Jerusalén, llamado Juan, acompañado de Eleuterio, obispo de Sebaste, y otro Eleu-terio, obispo de Jericó, y del clero y gran muchedumbre de fieles; y abriendo el sepulcro donde estaba el cuerpo del glorioso san Esteban, comenzó a temblar la tierra y salir un suavísimo olor y fragancia celestial de aquel sagrado cuerpo, tan extremada que a los que presentes se hallaban les parecía estar en el paraíso. Dieron todos voces de alabanza a Dios, y más cuando por la virtud de aquellas sagradas reliquias sanaron setenta y tres enfermos de varias dolencias. Se trasladaron los santos cuerpos en solemnísima procesión a Jerusalén, donde fueron colocados en preciosas urnas; hasta que Teodosio el Joven quiso que el de san Esteban pasase a Constantinopla; y poco después el papa Gelasio I lo hizo trasladar a Roma y depositar en la basílica edificada con nombre de san Lorenzo. 


Reflexión: 

El sapientísimo doctor de la Iglesia san Agustín hacía en sus sermones mención honorífica de esta maravillosa invención del cuerpo de san Esteban, y de los milagros sin cuento con que quiso el Señor glorificar a su protomártir, no sólo en Jerusalén, sino en todas partes, a donde se llevaba alguna parte de sus preciosas reliquias. Donde se ve con cuánta razón celebra la Iglesia católica el descubrimiento de este gran tesoro, para hacernos dignos de las mercedes que podemos alcanzar por los méritos del Santo. 


Oración: 

Concédenos, Señor, la gracia de imitar al santo cuya fiesta celebramos, para que aprendamos por su ejemplo, a amar también a nuestros enemigos, ya que celebramos el hallazgo de aquel santo que supo rogar por sus mismos perseguidores a Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


Fuente: Flos Sanctorum, P. Francisco de Paula Morell, 1890




miércoles, 27 de julio de 2016

San Pantaleón, médico y mártir (27 de julio)



San Pantaleon, médico y mártir.

(† 305.)

El médico, taumaturgo y mártir de Cristo san Pantaleón, nació en Nicomedia de Bitinia, y fue hijo de Eustorquio, hombre rico y noble, aunque gentil, y de Ebula, señora cristiana, la cual murió dejando a Pantaleón muy niño. Lo puso el padre a los estudios de retórica y filosofía, y después a los de la medicina, en la cual salió nuestro santo muy aventajado. Estaba a esta sazón escondido en una pequeña casa por temor de la persecución, un venerable sacerdote de vida santísima, llamado Hermolao, el cual trabó amistad con Pantaleón y poco a poco lo vino a persuadir que el autor de la vida y señor de la salud temporal y eterna era Jesucristo: y como un día viese Pantaleón un niño muerto, y junto a él una víbora que parecía decir que ella había cometido aquel homicidio, movido del Señor dijo entre sí: "Ahora veré yo si es vendad lo que Hermolas me dice". Y llegándose al niño, le dijo: "Levántate vivo en el nombre de Jesucristo, y tú, bestia ponzoñosa, padece el mal que le has hecho". Luego el niño se levantó con vida y la víbora quedó muerta: y visto este milagro se fue a Hermolao y le pidió el bautismo. De allí a pocos días entró en casa de Pantaleón ya cristiano, un hombre ciego, y poniéndole el santo las manos sobre los ojos, invocando el nombre de Jesucristo, luego le restituyó la vista, y con ella le dio juntamente la luz del alma, persuadiéndolo que se hiciese cristiano. Presenció este prodigio el padre de Pantaleón, y luego quiso también bautizarlos. De aquí se comenzó a divulgar la fama del santo médico; y por las muchas enfermedades incurables que sanaba en el nombre del Señor, le tenían gran envidia los otros médicos y lo acusaron delante del emperador Maximiano que estaba a la sazón en Nicomedia. Confesó claramente Pantaleón que era cristiano, y concertaron que trajesen un enfermo del todo desahuciado de los médicos y de sus sacerdotes, con la invocación de cualquiera de sus dioses, le procurasen dar la salud, y que él también invocaría a Jesucristo, y que el que le sanase fuese tenido por verdadero Dios. Se hizo así: trajeron un paralítico de muchos años: los sacerdotes de los ídolos hicieron sus diligencias, y todas fueron en vano. Y Pantaleón tomando por la mano al paralítico, le dijo: "Levántate sano en nombre de Jesucristo, Hijo de Dios vivo". Y el enfermo se levantó sano, haciendo gracias a Dios; y muchos de los circunstantes se convirtieron a la fe. Mas como los sacerdotes de los ídolos persuadiesen al emperador de que Pantaleón era un gran mago y enemigo de los dioses, el tirano ejercitó en él diversos suplicios, el potro, las uñas de hierro, el plomo derretido, las fieras y la espada; de todos los cuales salió el santo milagrosamente ileso; hasta que animando él mismo al verdugo que había de cortarle la cabeza, en la segunda herida, entregó su espíritu al Criador. 


Reflexión: 

Este glorioso santo no solamente fue portentoso en su vida y en su martirio, mas lo es también perpetuamente después de su muerte; porque en la ciudad de Ravello, en el reino de Nápoles, se conserva en la iglesia catedral una redoma de su sangre, y cada año en el día de su martirio se derrite y descuaja, estando el resto del tiempo cuajada y dura, y la sacan aquel día en procesión. Semejante prodigio hace el Señor con la sangre de este mismo santo que se conserva también en una ampollita de cristal en la iglesia de las Agustinas del real convento de la Encarnación de Madrid.


Oración:

Te suplicamos, oh Dios omnipotente, nos concedas por la intercesión de tu bienaventurado mártir Pantaleón, que seamos libres de todas las calamidades del cuerpo y de todos los malos pensamientos del alma. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


Fuente: Flos Sanctorum, P. Francisco de Paula Morell, 1890

sábado, 16 de julio de 2016

El triunfo de la Santa Cruz (16 de julio)




El triunfo de la Santa Cruz.

(1212)

Entre las ilustres victorias que Dios nuestro Señor ha dado a los cristianos contra los infieles y enemigos suyos, es muy admirable la de las Navas de Tolosa, que alcanzó el rey de Castilla don Alfonso el VIII, en compañía de los reyes de Aragón y de Navarra, sobre el rey moro Mahomat y su innumerable ejército. Recabó el arzobispo de Toledo del papa Inocencio III que concediese cruzada a todos los que viniesen a aquella guerra, y les otorgase las mismas gracias e indulgencias que se concedían a los que iban a la conquista de la Tierra Santa; y fue tan grande el concurso de gentes que acudieron de toda España y aun de Francia e Italia, que se puso en orden uno de los más lucidos ejércitos que en España se habían visto. Salieron pues de Toledo los soldados cristianos a los veinte días del mes de junio; y venciendo las dificultades del camino, ganaron de mano de los bárbaros algunos pueblos, como Malagón y Calatrava, y llegaron al puerto que llaman del Muradal, en donde estaba el rey Mahomat con su ejército muy grande y poderoso. Supo el moro de sus espías que los cruzados extranjeros se habían retirado, en cierto motín que sucedió en el ejército; y determinó esperar al rey en campo raso, y así se retiró un poco a los llanos de Baeza, dejando en las Navas de Tolosa (que es un paso muy estrecho) parte de su gente para hacer daño en los cristianos. El camino era muy trabajoso y áspero, y los enemigos estaban ya a la vista; mas un pastor muy práctico de toda aquella tierra guió a los cruzados por la ladera del monte, de tal manera, que llegaron al sitio que deseaban, viéndolos los enemigos sin poderles estorbar el paso. El rey Mahomat presentó luego batalla a los cristianos, y llegada la noche del domingo, el rey Alfonso mandó pregonar a sus tropas que se apercibiesen para la batalla con la confesión y comunión; y levantando las manos al cielo, suplicó al Señor les diese victoria de sus enemigos. Vinieron pues a las manos los dos ejércitos, y al principio parecía que llevaban lo mejor los moros, de manera que el rey dijo al arzobispo don Rodrigo: "¡Ea, arzobispo; muramos aquí, yo, y vos!" Mas el arzobispo le respondió: "No, señor, no moriremos, sino que venceremos". Y luego se conoció la ventaja de los cristianos y el favor del cielo; porque la cruz que un canónigo de Toledo llevaba delante del arzobispo, pasó por todos los escuadrones enemigos sin daño del que la llevaba, con tirarle de todas partes infinitas saetas, y llegando el estandarte real que llevaba una imagen de Nuestra Señora a donde estaba la mayor fuerza del ejército moro, lo desbarató y deshizo como humo. El rey Mahomat, con algunos de su corte, apenas pudo escapar, quedando muertos en el campo doscientos mil almohades. Esta insigne victoria llenó de gran alegría y regocijo a toda la cristiandad, y para memoria de ella se instituyó la fiesta del triunfo de la santa Cruz, porque la santa Cruz rompió por medio de los escuadrones enemigos y quebrantó aquel día todo el poder de la soberbia morisma.  


Reflexión: 

Supliquemos al Señor que por la virtud de la santa Cruz sea también confundida y humillada la arrogancia de los herejes, sectarios y demás enemigos de Jesucristo, que turban la paz del pueblo cristiano con tan gran menoscabo de su felicidad temporal y eterna. 


Oración: 

Oh Dios, que por la virtud de tu santa Cruz diste a tu pueblo creyente glorioso triunfo de sus enemigos, te rogamos que concedas victoria y honra perpetua a los piadosos adoradores de la santa Cruz. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


Fuente: Flos Sanctorum, P. Francisco de Paula Morell, 1890


jueves, 30 de junio de 2016

San Pablo, apóstol de las gentes (30 de junio)



San Pablo, apóstol de las gentes.

(† 67)

El gloriosísimo apóstol de las gentes san Pablo fue hebreo de nación y de la tribu de Benjamín: nació en la ciudad de Tarso (como él mismo lo dice). Tuvo padres honrados y ricos, y de ellos fue enviado a Jerusalén, para que debajo del magisterio de Gamaliel, famoso letrado, fuese enseñado en la ley de Moisés. Entendiendo que los discípulos de Jesucristo eran contrarios a aquella doctrina, los comenzó a perseguir cruelísimamente; y no contentándose con haber procurado la muerte de san Esteban y de guardar los mantos de los que le apedreaban para apedréarle con las manos de todos, él mismo se ofreció al sumo sacerdote para perseguir a los cristianos; y con gente armada partió para la ciudad de Damasco para traer aherrojados a todos los que hallase, hombres y mujeres que creyesen en Cristo, y hacerlos infame y cruelmente morir. Pero en el mismo camino de Damasco se le apareció el Señor, y cegándolo primero con su luz, lo alumbró y con su voz poderosa como trueno lo asombró y derribó del caballo, y de lobo lo hizo cordero, y de perseguidor, defensor de su Iglesia, y vaso escogido para que llevase su santo nombre por todo el mundo, como se dijo en el día de su conversión. No se puede explicar con pocas palabras lo que este santísimo apóstol trabajó y padeció predicando el Evangelio en Damasco, en Chipre, en Panfilia, en Pisidia, en Lystra, en Jerusalén, en muchas regiones de Siria, Galacia y Macedonia, y en las populosas ciudades de Filipos, de Atenas, de Efeso, de Corinto, y de Roma, alumbrando como sol divino tantas naciones, islas y regiones que estaban asentadas en las tinieblas y sombras de la muerte. Él mismo dice de sí que fue encarcelado más veces que los otros apóstoles, y que se vio lastimado con llagas sobremanera, y muchas veces en peligro de muerte. Su vida no parecía de hombre mortal, sino de hombre venido del cielo, que con verdad pudo decir: "Vivo yo, más no yo, sino Cristo vive en mí". El fue el grande intérprete del Evangelio que sin haber aprendido nada de los demás apóstoles, fue enseñado por el mismo Dios, y descubrió a los hombres las riquezas y tesoros que están escondidos en Cristo, confirmando su predicación con divinos portentos, como decía a los fieles de Corinto: "Las señales de mi apostolado ha obrado Dios sobre vosotros, en toda paciencia, en milagros y prodigios, y en obras maravillosas". Y escribe san Lucas, que con poner los lienzos de san Pablo sobre los enfermos y endemoniados, todos quedaban libres de sus dolencias. Después de haber estado el santo apóstol dos años preso en Roma, es fama que sembró también la semilla y doctrina del cielo por Italia y Francia y que vino a España donde predicó con gran fruto. Finalmente volviendo a Roma a los doce años del imperio de Nerón, fue degollado, en el lugar llamado de las tres fontanas, sellando con su sangre la fe de Cristo. 


Reflexión: 

Alabemos pues y glorifiquemos a los príncipes de la Iglesia san Pedro y san Pablo; porque ellos son las lumbreras del mundo, las columnas de la fe, los fundadores del reino de Cristo, los ejemplos de los mártires, los maestros de la inocencia y los autores de la santidad, alabados del mismo Dios. Amémoslos como buenos hijos a sus padres, oigámoslos como discípulos a sus maestros, sigámoslos como oveja a sus pastores; imitémoslos como a santos, y pidámosles socorro y favor como a bienaventurados. 


Oración: 

¡Oh Dios! que alumbraste a los gentiles por medio de la predicación del apóstol san Pablo; te suplicamos nos concedas sea nuestro protector para contigo aquel cuya fiesta celebramos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


Fuente: Flos Sanctorum, P. Francisco de Paula Morell, 1890

jueves, 2 de junio de 2016

Santa María Ana de Jesús de Paredes (2 de junio)



Santa* María Ana de Jesús de Paredes.

(† 1645.)

La inocentísima y penitente virgen, santa María Ana de Jesús, nació de esclarecido linaje en la ciudad de Quito de la América meridional. Casi desde la cuna tomó el camino de la perfección, y se dio tanta prisa a correr por él, que al empezar, pudo parecer que acababa. Apenas tenía diez años, hizo ya los tres votos de pobreza, castidad y obediencia, que suelen hacerse en la profesión religiosa. Como oyese un día las alabanzas de aquellos tres santos mártires de la Compañía de Jesús, que en el Japón habían sido crucificados y alanceados por la fe que predicaban, encendiéndose la santa niña en vivos deseos de ganar almas a Cristo y derramar su sangre en esta demanda, dejó secretamente, como santa Teresa de Jesús, la casa de sus padres y se puso en camino para ir a la conversión de los pueblos bárbaros e idólatras: mas no pudiendo llevar a cabo su intento, se hizo en una pieza muy retirada de su casa su yermo y soledad, donde apartada de todas las cosas del mundo, pudiese vivir para solo Dios. Allí imitó la vida asperísima y penitente que leemos de los admirables anacoretas de la Tebaida. Llevaba hincada en la cabeza una corona de punzantes espinas, ceñía su delicado cuerpo con áspero silicio, se ponía piedrecillas en los zapatos, tomaba su breve descanso sobre una cruz sembrada de espinas, y afligía varias veces así de día como de noche todos los miembros de su cuerpo con inauditas invenciones de tormentos. Eran tan extraordinarios y maravillosos sus ayunos que pasaba a veces ocho y diez días sin comer más de una onza de pan duro. A pesar de este extremado rigor que usaba consigo, era tan blanda y afable con los demás, que fácilmente rendía los corazones de cuantos trataba, y los ganaba para Jesucristo; y así redujo a vida honesta y virtuosa a muchos pecadores de toda condición y estado que se hallaban encenagados en los vicios, o muy apartados del camino de su salvación. Las consolaciones y soberanos favores que recibía en su íntimo trato con Dios, no son para declararse con palabras humanas. La vieron levantada de la tierra y brillando su rostro con una luz del cielo: tuvo excelente don de profecía y discreción de espíritu, curó a muchos enfermos, y resucitó a una mujer difunta. Finalmente habiéndose ofrecido al Señor para satisfacer con su muerte por los pecados del pueblo afligido a la sazón por la pestilencia que hacía en Quito grandes estragos, a la edad de veintiséis años entregó su alma al celestial Esposo. Una maravilla del cielo se vio momentos después de espirar la purísima doncella: y fue que de su sangre cuajada brotó una blanquísima y hermosísima azucena: por cuyo soberano acontecimiento comenzaron a apellidar a la santa con el nombre de Azucena de Quito. 


Reflexión: 

¡Qué contraste forma la vida de esta santísima doncella con la que llevan las doncellas mundanas de nuestros días, ataviados con todas las invenciones de la moda y escandalizando con su inmodestia y profanidad! Pero aquella con su retiro, su modestia, su honestidad y mortificación admirable fue una gran santa, y está gozando de inefable gloria en el cielo; y ¿qué será de esas jóvenes tan vanas, distraídas, orgullosas y sensuales, tan enemigas de la verdadera piedad, y tan amigas de los placeres del mundo? 

Oración: 

¡Oh Dios! que hasta en medio de los lazos del mundo quisiste que la bienaventurada María Ana floreciese como lirio entre las espinas, por su virginal castidad y asidua penitencia; concédenos por sus méritos e intercesión, que nos apartemos de los vicios y sigamos la senda de las virtudes. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.



Fuente: Flos Sanctorum, P. Francisco de Paula Morell, 1890



*Hemos reeditado el título de beata por el legítimo de santa, que le corresponde en la actualidad, dado que santa María Ana fue beatificada el 20 de noviembre de 1853 por Pío IX y canonizada el 4 de junio de 1950 por Pío XII.

martes, 3 de mayo de 2016

La invención de la santa Cruz. (3 de mayo)


La invención de la santa Cruz.

(Año 326 de J. C.)

La bienaventurada santa Elena, madre del emperador Constantino, visitando a la edad de ochenta años los Santos Lugares, consagrados con la vida y sangre de Cristo, movida por divina inspiración, quiso buscar la Santa Cruz de Nuestro Redentor adorable. Se hallaba muy congojada y perpleja porque nadie podía decir dónde estaba, y los inmundos gentiles habían puesto en el Calvario un ídolo de Venus para que ningún cristiano se acercase para hacer oración en aquel sagrado lugar. Mas como fuese costumbre de los gentiles, cuando hacían morir por justicia algún hombre facineroso, enterrar los instrumentos del suplicio junto al lugar donde se sepultaba el cuerpo, mandó santa Elena cavar cerca del sepulcro del Señor, y al fin se hallaron allí tres cruces y el título de la Cruz de Cristo tan apartado que no podía declarar cuál de aquellas cruces fuese la del Señor. En esta perplejidad el patriarca de Jerusalén San Macario, que allí estaba, mandó hacer oración, y luego hizo traer allí una mujer tan enferma que los médicos la tenían por desahuciada. A ésta mandó aplicar la primera cruz y la segunda, sin verse fruto alguno, y aplicándole la tercera repentinamente quedó del todo sana y con enteras fuerzas. Con este milagro cesó la duda y se entendió que aquella era la cruz de Nuestro Salvador. Increíble fue el gozo de Santa Elena, la cual hizo gracias al Señor por tan señalado regalo y beneficio, y mando edificar un suntuoso templo en aquel mismo lugar, donde dejó parte de la Cruz ricamente engastada y adornada, y la otra parte con los clavos envió a su hijo el emperador Constantino, el cual mandó ponerla en un templo que labró en Roma, y que después se llamó Santa Cruz de Jerusalén. Ordenó además que desde entonces ningún malhechor fuese crucificado, y que la cruz que hasta aquel tiempo era el más vil e ignominioso suplicio, fuese de allí en adelante la gloria y corona de los reyes, y así trocó las águilas del guión imperial por la Cruz, con ella mando batir monedas y poner un globo del mundo en la mano derecha de sus estatuas y sobre el globo la misma Cruz, para que se entendiese que el mismo mundo había sido conquistado por la Santa Cruz de Nuestro Redentor Jesucristo, y que esta misma Cruz había de ser el escudo y defensa de la república cristiana.


Reflexión: 

La Iglesia celebra hoy esta fiesta para enseñarnos a reverenciar el tesoro divino de la Santa Cruz, en el cual está la salud, la paz, la verdadera sabiduría, la justicia y la santificación del género humano. Declarando Tertuliano la costumbre que tenían los cristianos en santiguarse y armarse de la señal de la Cruz dice: "En todos los pasos que damos, en nuestras entradas, en nuestras salidas, cuando nos calzamos, cuando nos lavamos y nos ponemos a la mesa, cuando nos sentamos y nos traen lumbre y nos acostamos, y finalmente en todas nuestras acciones continuamente hacemos la señal de la cruz en la frente". Notables palabras son éstas, que manifiestan la santa costumbre de los cristianos más antiguos y fervorosos. ¿Por qué no hemos de imitarles, haciendo también con toda reverencia la señal de la Cruz al levantarnos y acostarnos, en la tentación, y al comenzar cada una de nuestras obras, al comenzar algún viaje y en tantas otras ocasiones o peligros en que tenemos harta necesidad de la ayuda y favor del cielo?


Oración:

Oh Dios, que en la invención de la saludable Cruz, renovaste los milagros de tu pasión, concédenos que por el valor de aquel Leño de Vida, alcancemos eficaz socorro para lograr la Vida perdurable. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


Fuente: Flos Sanctorum, P. Francisco de Paula Morell, 1890

sábado, 30 de abril de 2016

Santa Catalina de Sena, virgen (30 de abril)


Santa Catalina de Sena, virgen.

(† 1380.)

La bienaventurada virgen santa Catalina de Sena, esposa regalada de Jesucristo, nació en la ciudad de Sena, de padres virtuosos, que sólo tenían lo necesario para pasar la vida. Desde su más tierna infancia comenzó a resplandecer en ella la gracia de Dios; y apenas tenía cinco años, cuando subiendo o bajando alguna escalera de su casa se arrodillaba en cada escalón y decía el Ave María. Siendo de seis años tuvo ya una visión celestial en que Jesucristo le echó su bendición, quedando ella tan transportada, que su hermano no podía volverla en sí. Algunas niñas se le juntaban con deseo de oír sus dulces palabras, y ella les enseñaba y se encerraba con ellas y hacía que se disciplinasen en su compañía. A los siete años hizo votos de perpetua virginidad, y cuando más tarde siendo de edad, la apretaban sus padres para que se casase, ella se cortó el cabello, que le tenía por extremo hermoso, por lo cual se enojaron mucho y la mandaron a las cosas de la cocina en lugar de la criada; mas como un día la hallase el padre orando en el rincón de un aposento y viese sobre su cabeza una blanca paloma, le otorgó su permiso para dejar las cosas del mundo y tomar el hábito de las Hermanas de Penitencia, que le había ofrecido en una admirable visión el glorioso santo Domingo. Después que se vio plantada en el jardín de la religión, fueron tan extraordinarias sus virtudes y tan excelentes sus dones celestiales, que no hay palabras con que puedan explicarse. La trataba Jesucristo su esposo tan familiarmente, que siempre estaba con ella. Le daba algunas veces la sagrada comunión de su cuerpo y sangre; una vez le dio a beber de su costado, y en otra maravillosa aparición le puso en su lado izquierdo su Corazón divino, dejándole en la misma parte una prodigiosa herida. La adornó además con toda suerte de gracias y prodigios, y eran tantas las gentes que venían a verla y con sola su presencia se compungían, que el sumo pontífice dio al confesor de la virgen y a dos compañeros suyos amplia facultad de absolver a los que luego se querían confesar: y por ser tan grande la fama de sus virtudes, Gregorio XI y Urbano VI, se sirvieron de ella en negocios gravísimos de la cristiandad, y la enviaron por embajadora suya. Finalmente a la edad de treinta y tres años murió diciendo aquellas palabras de Jesucristo: Señor, en tus manos encomiendo mi espíritu.

Reflexión: 

Un día se apareció Jesucristo a esta santa llevando dos coronas en las manos, una de oro finísimo y otra de espinas y le dijo que escogiese cual quería. "¡Señor!, respondió ella, yo quiero en esta vida la que escogisteis para Vos" y diciendo esto tomó la de espinas y se la puso tan apretadamente en su cabeza, que luego sintió grandes dolores. Por esta causa se representa la imagen de santa Catalina de Sena coronada de espinas. Imitémosla nosotros, llevando siquiera con paciencia los trabajos que nos envía el Señor y las cruces con que se digna probar nuestra fidelidad. Si el divino Redentor se te apareciese, y te ofreciese la cruz de esos trabajos que padeces, ¿no la abrazarías con mil acciones de gracias? Pues entiende que es voluntad suya que la lleves siquiera con paciencia y resignación, para que asemejándote en algo a tu soberano modelo crucificado, puedas después gozar con El en la gloria. 

Oración: 

Concédenos, oh Dios todopoderoso, que pues celebramos el nacimiento al cielo de tu bienaventurada virgen Catalina, nos alegremos santamente con su anual solemnidad y nos aprovechemos del ejemplo de su eminente virtud. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


Fuente: Flos Sanctorum, P. Francisco de Paula Morell, 1890

sábado, 5 de marzo de 2016

El beato Nicolás Factor (5 de marzo)



El beato Nicolás Factor

(†1583.)

El bienaventurado Nicolás Factor nació en Valencia de España, de padres humildes y piadosos. Desde muy niño comenzó a ejercitar la caridad con los enfermos; porque hallando a la edad de diez años en la puerta del hospital de san Lázaro a una pobre mujer cubierta de asquerosa lepra, con gran devoción se hincó de rodillas a sus pies y se los besó. Le preguntó otro niño cómo no tenía asco de poner los labios en cosa tan asquerosa. No he besado, respondió el santo niño, las llagas asquerosas de esta pobrecita, sino las llagas preciosas y amabilísimas de Jesucristo. Creciendo en edad salió muy aventajado en letras humanas, escribía santas poesías en lengua latina y castellana, tañía varios instrumentos, cantaba con voz excelente, y pintaba con singular habilidad imágenes de Cristo y de su Santísima Madre. Cuando su padre penaba casarle, nuestro Señor lo llamó para su servicio en el convento de Santa María de Jesús, que está a un cuarto de hora de la ciudad de Valencia. No hubo religioso alguno entre aquellos hijos de san Francisco que no se mirase en él como en un espejo de perfección. El Señor le glorificaba aún en el púlpito con raras y estupendas maravillas, porque casi siempre que predicaba e arrobaba con éxtasis seráficos elevándose algunas veces su cuerpo en el aire sin tocar con los pies en el suelo, y después que volvía en sí, proseguía el sermón tomando el hilo del discurso, donde lo había dejado. Y no sólo predicando gozaba el siervo de Dios de estas delicias divinas, sino que también celebrando el divino sacrificio, dando la Comunión, conversando de cosas santas, en su celda, en su confesionario, en las públicas procesiones; de suerte que por muchos años fue casi todos los días y por varias veces elevado en éxtasis, que alguna vez duraban horas enteras. Se le transformaba entonces el semblante, poniéndosele muy encendido y hermoso, despidiendo a veces rayos de luz, y ardiendo sus carnes como ascua. Predicando en Barcelona se elevó de la tierra más de un palmo en presencia de un concurso numerosísimo. Visitaba en Valencia con singular afición el hospital de San Lázaro; allí limpiaba a los leprosos, y los limpiaba con aguas odoríferas, les daba de comer, les hacía la cama, los desnudaba y ponía en ellas, y con gran devoción les besaba las llagas puesto de rodillas. Finalmente, después de una vida llena de maravillas y prodigios de caridad y penitencia, expiró pronunciando el dulcísimo nombre de Jesús, a la edad de setenta y tres años. Quedó su sagrado cadáver flexible y exhalando suavísima fragancia todo el espacio de nueve días que estuvo expuesto para satisfacer a la devoción de los fieles, como consta por el testimonio de un jurídico reconocimiento. Le dieron sepultura en un lugar señalado: y en vista de los continuos prodigios que dispensaba Dios a los que imploraban su patrocinio, el sumo Pontífice Pío VI le declaró beato en el año 1786.

Reflexión:

Este serafín extático ofrecía muchas veces, como otros muchos santos, un magnífico argumento de la divinidad de nuestra fe. Porque ningún hombre de sano juicio puede poner en duda su arrobamientos y elevaciones; pues semejantes maravillas eran públicas, repetidas, sensibles y manifiestas a los ojos de un numeroso concurso. Pues, ¿quién podía mirar cómo el cuerpo del santo se levantaba de la tierra y quedaba suspenso en el aire cercado de celestes resplandores, sin dejar de ver hasta con los ojos una brillantísima prueba de nuestra Religión celestial?

Oración:

Oh, Dios, que encendiendo con el fuego inefable de tu caridad al bienaventurado Nicolás tu confesor, hiciste que te siguiese con puro corazón, concédenos a tus siervos, que llenos del mismo espíritu, y ardiendo en caridad, corramos sin tropiezo por el camino de tus mandamientos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


Fuente: Flos Sanctorum, P. Francisco de Paula Morell, 1890



domingo, 20 de enero de 2013

DIOS NO HACE ACEPCIÓN DE PERSONAS



DIOS NO HACE ACEPCIÓN DE PERSONAS 
para que puedan bautizarse y salvarse


El Dios que elige hacernos bellos o feos, robustos o endebles, talentosos o romos; no hace acepción de personas para darnos a todos, desde la situación que sea; la posiblidad de bautizarnos; de entrar en la Iglesia Católica y perseverando en ella hasta la muerte salvarnos. Pues como Dios quiere que TODOS los hombres se salven (1 Tim. 2, 4); Dios obliga y posibilita el Bautismo y la Fe Católica a TODOS.

Romanos 2, 11: "Porque en Dios no hay acepción de personas

Deuteronomio 10, 17: "Porque el SEÑOR vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible que no hace acepción de personas ni acepta soborno" 

Job 34,19: "No hace acepción de príncipes, ni considera al rico sobre el pobre, ya que todos son obra de sus manos" 

Hechos 10,34: "Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: Ciertamente ahora entiendo que Dios no hace acepción de personas" 

San Atanasio: "El Señor exige la fe a aquellos que le invocan, no porque necesite de la ayuda de otros (porque El es el Señor y quien concede la fe), sino para que no se crea que dispensa sus gracias según la acepción de personas. Demuestra que favorece a los que le creen, para que no reciban sus beneficios sin fe y los pierdan por su infidelidad. Quiere que, cuando hace bien, dure la gracia, y cuando cura permanezca inconcluso el remedio" 

San Remigio: "Para que no hiciesen acepción de personas, se dice también lo que deben hacer los predicadores por estas palabras que siguen: "Toda la Galilea" (Mt 4, 23)"


Es por eso que la predicación del Evangelio ha sido mandado para que llegue a todo el mundo; y lo mismo el bautismo. Si la Iglesia hubiese sido elitista para con el mandato de PREDICAR Y BAUTIZAR a todas las gentes (Mt 28, 19); no hubiese ido a los confines de la tierra, a los presos, a los enfermos, a los pobres, a los más bárbaros pueblos: 

Santiago 2, 1-9: "Hermanos míos, no tengáis vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo con una actitud de favoritismo. Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y vestido de ropa lujosa, y también entra un pobre con ropa sucia, y dais atención especial al que lleva la ropa lujosa, y decís: Tú siéntate aquí, en un buen lugar; y al pobre decís: Tú estate allí de pie, o siéntate junto a mi estrado; ¿no habéis hecho distinciones entre vosotros mismos, y habéis venido a ser jueces con malos pensamientos? Hermanos míos amados, escuchad: ¿No escogió Dios a los pobres de este mundo para ser ricos en fe y herederos del reino que El prometió a los que le aman? Pero vosotros habéis menospreciado al pobre. ¿No son los ricos los que os oprimen y personalmente os arrastran a los tribunales? ¿No blasfeman ellos el buen nombre por el cual habéis sido llamados? Si en verdad cumplís la ley real conforme a la Escritura: AMARAS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO, bien hacéis. Pero si mostráis favoritismo, cometéis pecado y sois hallados culpables por la ley como transgresores"

Pues este grave pecado de favoritismo que atenta contra la Fe, es el mismo que cometen aquellos que prefieren creer en un Dios que sólo concede los medios salvíficos (la Fe íntegramente católica y las aguas del Bautismo) a unos pocos escogidos; en un mundo desprovisto de agua y de la Voz Divina. La Iglesia militante que cree en el Omnipotente Dios verdadero; es misionera y apostólica; predica y reza por la conversión de todas las almas, sin acepción de personas. Por lo que el que acepte a Cristo realmente, merecerá igualmente la Gracia de la Conversión, de la Fe, del Bautismo. Porque para Dios no hay medios imperfectos de pertenecer a su Grey, medios oscuros de salvarse como creen los ecuménicos modernistas: DIOS NO HACE DISTINCIÓN PARA LOS QUE QUIERAN SER CATÓLICOS Y QUIERAN CUMPLIR SUS MANDATOS.

domingo, 12 de agosto de 2012

Creación y Milagros



Creación y Milagros: Pasado y Presente 

Este es un muy importante video para ayudar a los católicos a confirmarlos en la fe y también para que los no católicos conozcan la fe católica. Este video ha logrado que muchos no católicos abracen la fe católica. El video desmiente la teoría de la evolución, muestra la evidencia de un diluvio universal, trata de los milagros bíblicos, los milagros modernos, los milagros eucarísticos, los cuerpos incorruptos de los santos y la Sabana Santa de Turín.


Para más Información: Ver la Fuente en Vaticano Católico

martes, 6 de diciembre de 2011

LOS MILAGROS



LOS MILAGROS


(Estudio Bíblico de Cornelio A Lapide)


¿QUÉ ES UN MILAGRO?
Un milagro es un suceso sorprendente y extraordinario que no puede ser efecto de una causa natural. Es una derogación de las leyes de la naturaleza. El milagro es superior a las fuerzas del hombre; sólo Dios puede obrarlo.

¿SON POSIBLES LOS MILAGROS?
¿Quién puede dudar que Dios es capaz de hacer milagros? El mismo Dios que desde hace 6.000 años hace levantar el sol por oriente, ¿no podrá siquiera hacerlo levantar por occidente? Esto sería ahora un verdadero milagro. Negar que Dios pueda hacer milagros, es negar que Dios sea Dios, es quitarle su poder y su libertad, es aniquilarlo.

¿HA HABIDO MILAGROS?
Las plagas de Egipto, el paso del mar Rojo, la promulgación de la ley de Dios en el monte Sinaí, el maná, el agua que brotó de la roca, las maravillas obradas con el arca de la alianza, la conservación de los tres niños en el horno encendido, el castigo de Heliodoro, la resurrección de Lázaro, la resurrección de Jesucristo, la conversión del universo pagano a la voz de los doce apóstoles, y muchos otros sucesos extraordinarios, manifiestan a las claras que ha habido milagros, y grandes milagros.
"El resplandor de las obras de Jesucristo decidía toda cuestión sobre su Divinidad respecto de aquellos que no tenían el espíritu enteramente pervertido", dice San Cirilo (Catech., lib. II, c. V). Es evidente que los milagros de Jesucristo debían indicarlo a los judíos como Mesías prometido tantas veces, y tan positivamente desde el principio del mundo; pues un poder tan absoluto y una virtud tan extraordinaria y continua no podía pertenecer más que a Jesucristo.
Los milagros verificados en nombre y con la virtud de Jesucristo, por los Apóstoles, los mártires y los Santos de todos los siglos y lugares, ¿no prueba que ha habido milagros?

LOS MILAGROS SON UNA PRUEBA CIERTA DE LA VERDAD
San Agustín ha dicho que "vivía en el seno de la Iglesia católica, apostólica y romana por la autoridad de los milagros" (De Civit. Dei)
Ricardo de San Víctor dijo también: "Si lo que creemos es un error, Dios mío, vos sois el que nos habéis engañado, porque nuestra fe ha sido confirmada con signos y prodigios de los que sólo vos pudiste ser el autor" (De Inst. hom.)
Dios, que es la verdad, la santidad y la misma justicia, sólo puede permitir un verdadero milagro en favor de la verdad.

NINGÚN MILAGRO SE HA VERIFICADO NUNCA EN FAVOR DEL ERROR
Dios permite algunas veces que los malos hagan también milagros, en nombre de Jesucristo y para utilidad del prójimo. Pero no pueden hacerlos más que en obsequio de la verdad, y jamás a favor de la mentira.
No hay ejemplo de milagro sucedido en pro del error.
El milagro es, en efecto, la manifestación más auténtica e inconstestable de la buena doctrina y de la verdad. Dios no puede permitir milagros en pro del error; de otra suerte favorecería su desarrollo, engañaría a los hombres, y les quitaría todo medio de distinguir la verdad de la mentira. Suponerlo fuera una terrible blasfemia.

¿CÓMO SE CONOCEN LOS VERDADEROS MILAGROS?
Para distinguir los verdaderos milagros de los falsos deben observarse las diferencias esenciales que Teodoreto señala entre los milagros de Moisés y los pretendidos milagros de los magos de Faraón.


1.º Los magos convirtieron a la verdad sus varas en culebras; pero la vara de Aarón, transformada también en culebra, devoró las suyas. Cambiaron el agua en sangre; pero no pudieron devolver a aquella agua su naturaeza primera. Hicieron aparecer ranas; pero no pudieron, como hizo Moisés, desembarazar a los Egipcios de las incomodidades que les causaban. Dios permitió que los magos obrasen semejantes prodigios para castigar a los mismos Egipcios; pero no les concedió el poder de hacer cesar las plagas.


2.º Cuando Dios vio que el rey se endurecía más, por los pretendidos milagros de los magos, les quitó la tal facultad: los que habían hecho aparecer ranas, ni siquiera pudieron producir mosquitos, viéndose obligados a confesar públicamente su impotencia, diciendo: "Ahí está el dedo de Dios" (Ex. 8, 19) .


3.º Moisés cubrió de úlceras los cuerpos de los mismos magos (Ex. 9, 11). Pero Moisés, que hacía verdaderos milagros en favor de la verdad, ¿se vio nunca privado de obrar? No; cada día obrba otros nuevos, distintos y más sorprendentes ante la Corte de Faraón y en presencia de todo el Egipto. sus órdenes y sus defensas tenían al momento resultados milagrosos" (In Exod.)

San Agustín enseña que "se distinguen los verdaderos milagros de los falsos por la autoridad o el poder que los produce. Los magos hacen cosas sorprendentes por su secreto comercio con el demonio; pero los Santos obras milagros por la acción pública y la órden de Aquel a quien toda criatura está sujeta. Los magos obran pues en virtud de contratos privados, y los Santos en virtud de un derecho evidente". (Quaest. 79 inter 83)


Los prodigios de los magos son ordinariamente fantásticos, imaginarios y simulados; y por esto no duran.


Sigue el esclarecido obispo de Hipona: "Los magos y los demonios obran prodigios con mal fin; pero los Santos hacen milagros verdaderos en interés de la gloria de Dios" (Quaest. 79 inter 83)

martes, 29 de noviembre de 2011

¿Milagros?¿Por qué no crece una PIERNA AMPUTADA?

Representación escultórica de la pierna cortada de Miguel Juan Pellicer, en la clave del arco de la portada del Templo del Pilar de Calanda


¿Milagros? ¿Por qué no crece una PIERNA AMPUTADA?

Esta es la pregunta que hacía el blasfemo Zola para burlarse de los milagros de la Virgen de Lourdes. No sabe que la Virgen del Pilar y la historia ya le habían respondido en 1640, con el famoso "Milagro de Calanda".

Aquí la proclama del Arzobispo de Zaragoza:

«Una vez examinado todo, nosotros decimos, pronunciamos y declaramos que Miguel Juan Pellicer, habitante de Calanda, de quien se ha ocupado el presente proceso, ha recuperado milagrosamente la pierna derecha que le había sido amputada. Esta restitución no puede ocurrir naturalmente, sino que ha ocurrido de forma admirable y milagrosa (mirabiliter et miracolose) y debe registrarse como un milagro, puesto que concurre todo lo que – según el derecho – corresponde a la esencia de un auténtico prodigio. Por tanto, reconocemos el hecho presente como un milagro y lo autorizamos; y, así, nosotros decimos…».

Y he aquí lo referente a Miguel Juan Pellicer.

Miguel Juan Pellicer Blasco (n. Calanda (Teruel); marzo de 1617- f. Velilla de Ebro (Zaragoza); 12 de septiembre de 1647). Famoso por el milagro que la Virgen del Pilar obró en él.

Nació en Calanda (Teruel) en marzo de 1617; fue bautizado el 25 del mismo mes. Fue el segundo hijo de ocho hermanos, de una humilde familia de labradores.

Amputación de su pierna:

A los 19 años, a finales del año 1636 o inicios de 1637, deja la casa de sus padres y se traslada a Castellón, a casa de un tío suyo por parte materna. Llevando, un día de finales de julio de 1637, un carro cargado de trigo y tirado por dos mulas, sobre una de las cuales cabalgaba Miguel Juan, cayó éste a tierra, pasándole una rueda del carro sobre su pierna derecha, fracturándole la tibia en su parte central.

Es trasladado a Valencia e ingresa en el Hospital Real el día 3 de agosto de 1637, según consta en el Libro de Registro, que aún se conserva. En este hospital sólo permanece cinco días, ya que añora sus tierras de Aragón. Solicita permiso para trasladarse a Zaragoza, y después de casi dos meses de viaje llega a su destino, a primeros de octubre de 1637.

La primera visita que realiza en Zaragoza, nada más llegar, es a la iglesia de Nuestra Señora del Pilar. Y a continuación es ingresado en el Hospital General de Nuestra Señora de Gracia. Es aquí donde, según consta en todos los archivos, se le amputa la pierna "cuatro dedos más abajo de la rodilla". Enterrándose dicha pierna en el cementerio del hospital, dentro de un hoyo "como un palmo de hondo". Se le dio de alta en el hospital, se le colocó una pierna de madera y se le proporcionó una muleta en la primavera de 1638.

Hubo de recurrir a la limosna para poder vivir, hecho que realizaba en una de las puertas del Templo del Pilar, en Zaragoza. Y aprovechaba esta circunstancia para oir misa todos los días en la Santa Capilla, a la vez que se ungía, con aceite de las lámparas, el muñón de la pierna para intentar suavizar el dolor.

Esta vida de Miguel Juan duró unos dos años, ya que decidió volver a su casa de Calanda.

La noche del milagro:

En la primera semana de marzo de 1640 inicia su viaje de retorno a Calanda. El 29 de marzo de 1640, y después de una dura jornada de trabajo en su casa, al llegar la noche, y habiéndole preparado su madre una yacija improvisada con un serón de esparto y sobre él un pellejo, al lado del lecho conyugal, debido a que su habitación la empleaba un soldado que se alojaba en su casa, se duerme. Eran, aproximadamente, las diez de la noche.

Las crónicas señalan que entre las diez y media y las once de la noche entran sus padres en la habitación "a luz de candil", y perciben una "fragancia y olor suave no acostumbrados allí", y al acercarse su madre para comprobar cómo se había acomodado Miguel Juan en el lecho improvisado de aquella noche, lo encuentra durmiendo; pero, repentinamente, ve admirada que por debajo de la capa paterna asomaban dos pies cruzados. Comprobaron, Miguel Juan y sus padres, ya en los primeros momentos, a la luz del candil, la persistencia de viejas cicatrices de la "pierna amputada" en la "nueva pierna".

Acta notarial del milagro:

El día 2 de abril, cinco días después del milagro, concretamente el Lunes Santo, D. Miguel Andreu, notario de Mazaleón, levanta acta notarial de "tan impresionante hecho". El original de esta Acta Notarial, con todo el protocolo del año 1640, se conserva en el Archivo del Ayuntamiento de Zaragoza.

El 25 de abril, Miguel Juan y sus padres llegan a Zaragoza para dar gracias a la Virgen del Pilar. El Cabildo de Zaragoza remitió al Conde-Duque de Olivares la información del hecho para que, a su vez, la pusiera en conocimiento del rey Felipe IV.

Declaran en dicho proceso: Facultativos y sanitarios (5 personas), entre ellos el cirujano que le amputó la pierna, familiares y vecinos (5 personas), autoridades locales (4 personas), autoridades eclesiásticas (4 personas), personajes diversos (6 personas, destacando a dos mesoneros de Samper de Calanda y de Zaragoza).


Casa-Museo de Miguel Pellicer en Calanda:

La archidiócesis aragonesa reconoce el hecho como "milagro" el día 27 de abril de 1641.
El 14 de Junio de 1641, Miguel Juan retorna a su comarca bajoaragonesa. En el otoño de este mismo año viaja a Madrid para ser presentado al Rey Felipe IV, el cual, como es sabido, tiene la deferencia de besarle la pierna. Posteriormente queda desligado de la tutela del Cabildo del Pilar, y viaja a Valencia. Posteriormente regresa a Calanda.

A finales del siglo XVII comienza la construcción en Calanda de un templo, el denominado Templo del Pilar, ubicado en la casa de Miguel Pellicer y dedicado a la Vírgen del Pilar, a quien se le atribuye el milagro. Donde antes se ubicaba la habitación de Pellicer, en la actualidad hay una capilla en honor al milagro.
El acta notarial del proceso de 1641 fue traducida a diversas lenguas, entre ellas la latina, que dos años después fue remitida al papa Urbano VIII, quien se dio por enterado pero no se pronunció sobre el hecho.


Fallecimiento:

El último vestigio de las fuentes manuscritas acerca de Miguel Juan parece ser la inscripción en el libro de difuntos de la parroquia de Velilla de Ebro (Zaragoza) el 12 de septiembre de 1647, que literalmente dice: "A doce de septiembre murió Miguel Pellicer, dijo que era de Calanda, y lo trajeron aquí desde Alforque más muerto que vivo; y el que lo trajo dijo que el Vicario de Alforque lo había confesado; con todo eso lo volví a confesar y dijo algo. Y le administré el Sacramento de la Unción y se enterró en el cementerio"


¡Salve Santísima Virgen del Pilar!


sábado, 20 de junio de 2009

El milagro más recursivo de los Pentecostales

CUALQUIERA PUEDE PONERSE EN ESA POSICIÓN Y ESTIRAR LOS BRAZOS DEJANDO UNO MÁS ESTIRADO QUE EL OTRO. ES LO MÁS FÁCIL DEL MUNDO. HASTA UN CHICO PUEDE HACERLO. DEBE HACERSE UNA LEVE ROTACIÓN DEL HOMBRO IZQUIERDO HACIA ATRÁS.

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¡QUÉ VERGÜENZA!

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¿¿¿¿¿¿POR QUÉ LOS MILAGROS EN LOS QUE SE ESTIRAN LAS PIERNAS Y LOS BRAZOS SON EL MILAGRO MÁS RECURSIVO DE LOS PENTECOSTALES QUE NECESITAN "AVIVAR" Y LLENAR SUS IGLESIAS Y SUS ARCAS??????????

lunes, 25 de mayo de 2009

EL MILAGRO ES PELIGROSO Y NO NOS HACE CRISTIANOS


Entonces Juan, tomando la palabra, dijo: "Maestro, hemos visto a uno que lanzaba los demonios en tu nombre, y se lo hemos prohibido, porque no te sigue con nosotros". Y Jesús les dijo: "No lo prohibáis; porque el que no es contra vosotros, por vosotros es". (Lc. 9, 49-50)


Teofilacto:
Como el Señor había dicho: "El que es menor entre vosotros todos, éste es el mayor", temió San Juan si habrían hecho algún mal, prohibiendo con autoridad propia a cierto hombre. Porque la prohibición no da a entender que el que prohíbe es menor, sino mayor, y que sabe algo más. Por lo que prosigue: "Entonces Juan, tomando la palabra, dijo: Maestro, hemos visto a uno que lanzaba los demonios en tu nombre, y se lo vedamos". No lo hizo por envidia, sino juzgando mal de sus milagros. No había recibido con ellos poder para hacer milagros, ni el Señor le había enviado como a ellos, ni seguía a Jesús en todas las cosas. De donde añade: "Porque no te sigue con nosotros".

San Ambrosio:
San Juan, como amaba mucho y era correspondido, cree que no debe dispensarse esta gracia a aquel que no es acreedor a ella.

San Cirilo:
Pero convenía más bien pensar que éste mismo no era el autor de los milagros, sino la gracia que está en aquel que obra los milagros, por virtud de Cristo. ¿Por qué, pues, no se cuentan con los apóstoles aquellos que son coronados con la gracia de Cristo? Son muchas las diferencias de los dones de Cristo; y como había concedido a los apóstoles el de arrojar los demonios de los cuerpos de los hombres, creyeron que sólo a ellos era lícito ejercer ese poder. Por ello acuden preguntando si será lícito hacer esto a otros.

San Ambrosio:
No fue reprendido San Juan porque decía esto en virtud del amor que profesaba a Jesús. Pero se le dio a entender la diferencia que hay entre los enfermos y los fuertes. Y por tanto, si bien es verdad que Dios recompensa a los que son fuertes en su servicio, sin embargo no excluye a los débiles. Por lo cual sigue: "Y Jesús le dijo: No se lo vedéis; porque el que no es contra vosotros, por vosotros es". Y decía bien el Salvador, porque José y Nicodemus, discípulos ocultos por el miedo, cuando llegó el tiempo oportuno no negaron su fidelidad. Pero como en otro lugar había dicho el Salvador: "El que no está conmigo está contra mí, y el que no coge conmigo, desperdicia" (Lc 11,23), se hace preciso conocer el verdadero sentido, para que no se crea que hay contrariedad. Creo que, si uno considera al escudriñador de las mentes, no debe dudar de que la acción de cada uno es discernida conforme a su intención.

Crisóstomo:
Allí dijo: "El que no está conmigo, está contra mí"; y en ello da a entender que el diablo y los judíos son sus enemigos. Aquí manifiesta que el que arroja los demonios en nombre de Cristo tiene alguna parte con El.

San Cirilo:
Como diciendo: Por vosotros, que amáis a Cristo, hay algunos que quieren seguir las cosas que pertenecen a su gloria, coronados con la gracia del mismo.

Teofilacto:
Admirad el poder de Cristo y cómo su gracia obra por medio de los que no son dignos y no son sus discípulos. Así como por los sacerdotes se santifican los hombres, aunque los sacerdotes no sean santos.

San Ambrosio:
¿Cómo se explica que aquí no permita Jesús estorbar a otros que lancen los demonios en su nombre, por medio de la imposición de manos, cuando según San Mateo dice a éstos: "No os conozco" (Mt 7,23)? Pero debemos advertir que no hay diferencia entre una sentencia y otra, sino pensar que no sólo se requieren en el clérigo las obras de su oficio, sino también las de la virtud; y que el nombre de Cristo es tan grande, que sirve para el bien, aun a los que no son santos, aunque no sirva para su propia salvación. Por eso ninguno debe apropiarse la gracia de la curación de un hombre, en el cual ha operado la virtud del nombre de Dios, pues el diablo no es vencido por tu mérito, sino por su odio contra Dios.

Beda:
Por eso, respecto de los herejes o malos cristianos, nosotros no debemos detestar ni impedir las prácticas que les son comunes con nosotros, y que no son contra nosotros. Lo que hay que detestar es la división, contraria a la paz y a la verdad, con la que están contra nosotros.


Fuente: Catena Aurea del respectivo pasaje


"Alegarás que ellos hacían milagros. Pero no fueron los milagros los que los hicieron admirables. ¿Hasta cuándo abusaremos de sus milagros para encubrir nuestra pereza? ¡Atiende al coro de los santos que no hicieron semejantes milagros! Muchos de los que habían arrojado demonios, porque luego obraron la iniquidad, no sólo no fueron admirables, sino que fueron condenados al eterno suplicio.

Preguntarás: entonces ¿qué fue lo que los hizo grandes? El desprecio de las riquezas, el desprecio de la vanagloria, el apartarse de los bienes del siglo. Si esto no hubieran tenido, sino que se hubieran dejado vencer por las enfermedades del alma, aun cuando hubieran resucitado a infinitos muertos, no sólo no habrían sido útiles para nada, sino que se les habría tenido por mentirosos y engañadores. De modo que su manera de vivir es la que por doquiera brilla y lo que les atrajo la gracia del Espíritu Santo. ¿Qué milagros obró el Bautista, que tantas ciudades se atrajo? Oye al evangelista que afirma no haber hecho milagro alguno: Juan no obró milagros. ¿Por qué fue admirable Elias? ¿Acaso no por la fortaleza con que amonestó al rey? ¿acaso no por el celo de la gloria de Dios? ¿acaso no por su pobreza, su manto de piel de camello, su cueva, sus montes? Los milagros fueron a consecuencia y después de esas cosas. ¿Qué milagros vio el demonio en Job para quedar estupefacto? Ningún milagro por cierto, sino una vida excelente y una paciencia más firme que cualquier diamante. ¿Qué milagro obró David, hijo de Jesé, varón según el corazón de Dios que dijo de él: He hallado a David, hijo de Jesé, varón según mi corazón? ¿Qué muertos resucitaron Abraham, Isaac, Jacob? ¿a qué leproso limpiaron? ¿Ignoras acaso que los milagros, si no estamos vigilantes, más bien dañan que aprovechan?

Por ese camino los corintios en gran número sufrieron disensiones; por ése, muchos de los romanos se ensoberbecieron; por ése Simón el Mago fue arrojado de la Iglesia. Y el joven que anhelaba seguir a Cristo fue desechado cuando oyó aquello de: Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo, nidos. Todos ellos porque buscaban o las riquezas o la gloria de hacer milagros cayeron y perecieron. En cambio, la auténtica santidad de vida y el amor a las virtudes, no engendran semejantes codicias, sino que, por el contrario, si las hay las arrojan fuera. Cristo mismo, al dar sus leyes a los discípulos ¿qué les decía? ¿Acaso que hicieran milagros a fin de que los hombres los vean? ¡De ninguna manera! Sino ¿que?: Así ha de lucir vuestra luz ante los hombres que viendo vuestras buenas obras, glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

Tampoco dijo a Pedro: Si me amas, haz milagros; sino: Apacienta mis ovejas? Lo antepone siempre a los otros, juntamente con Santiago y Juan. Pero, pregunto: ¿por qué lo antepone? ¿acaso por los milagros? Mas todos los discípulos curaban a los leprosos y resucitaban a los muertos, y a todos por igual les concedió semejante don y poder. Entonces ¿por qué se les anteponían aquellos tres? A causa de su virtud. ¿Observas cómo en todos los casos son necesarias la vida virtuosa y las buenas obras? Porque dice Jesús: Por sus frutos los conoceréis. ¿Qué es lo que propiamente constituye nuestra vida? ¿Son acaso los milagros o más bien la exactitud de un excelente modo de vivir? Es claro ser lo segundo. Los milagros de eso toman ocasión y a eso se encaminan. Quien lleva una vida excelente se atrae la gracia de los milagros; y el que tal gracia recibe, para eso la recibe, para enmendar la vida de los demás. Cristo mismo para eso hizo los milagros, para hacerse digno de fe y atraer así a los hombres e introducir en el mundo el ejercicio de la virtud. Por lo mismo de esto es de lo que sobre todo cuida, pues no se contenta con hacer milagros, sino que amenaza con el infierno y promete el reino; y por este camino establece aquí sus leyes inesperadas, y nada deja por hacer para igualarnos a los ángeles. Pero ¿qué digo que Cristo lo hacía todo por este motivo? Dime, si alguno te diera a escoger entre resucitar a su nombre a los muertos o morir por su nombre ¿qué escogerías? ¿No es cosa clara que optarías por lo segundo? Pues bien: lo primero es milagro; lo segundo, obras buenas. Si alguno te diera el poder de convertir el heno en oro y te pusiera la disyuntiva entre eso y conculcar el oro como si fuera heno ¿acaso no elegirías lo segundo? Y por cierto, con toda justicia, porque esto segundo atraería a todos los hombres. Si vieran el heno convertido en oro, todos querrían tener un poder semejante, como le sucedió a Simón Mago; y así se acrecentaría la codicia de las riquezas. En cambio, si vieran que todos despreciaban el oro como si fuera heno, hace tiempo estarían libres de aquella codicia y enfermedad.


S. J. Crisóstomo (extracto de la Homilía XLVI)


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