domingo, 23 de septiembre de 2012

Jesucristo se ESCONDE de los Fariseos


Jesucristo se ESCONDE de los Fariseos

"JESÚS dijo estas cosas, y se retiró, y escondió de ellos" (Jn. 12, 36)
 ¡Qué estado el de un alma, cuando no solamente se retira ella de la luz, sino que también, por un justo castigo, la luz se retira de ella, y no sólo se retira, ¡sino que se esconde! Tal es la situación de aquellos, cuyo entendimiento está envuelto, y obscurecido con tinieblas, por la ignorancia que hay en ellos, a causa de la ceguedad de su corazón, y que desesperando de su enmienda, se abandonan a toda deshonestidad, y acción impura. ¡Ah! Ciertamente que no os ha enseñado eso Jesucristo, si es que por ventura le oísteis, ha llegado a vosotros su voz.

Lo que dice San Juan en este versículo parece tiene relación con el de San Mateo, donde se dice que Jesús, después que respondió a las reconvenciones que los Fariseos le hacían, los dejó, y salió de la Ciudad para retirarse a Betania (Mt. 21, 17); y a esto llama San Juan irse, y esconderse de ellos. Se retiró, pues, a Betania, adonde regularmente se escondía en casa de sus amigos, y Discípulos, y regularmente sería en la de Lázaro, María, y Marta. De lo cual se infiere, que todo esto acaeció el dia de la Entrada triunfante del Salvador: quiero decir, que en ese día hizo el Padre oír aquella voz del Cielo, de la que ya hemos hablado, que entonces explicó Jesús todo el misterio de su exaltación, de la propagación de su Doctrina, y de la Gloria que había de tener después de muerto. ¡Qué magnífico fue aquel día! ¡Qué agregado, y concurso de maravillas! ¡Qué consuelos tan benignos, y suaves!

¡Qué recogimiento, qué espantos, qué dulce admiración, qué atención, qué amor, y qué temor nos debe inspirar este día! Si queremos que no todo haya sucedido en un día, y que algo acaeciese en el dia siguiente, como parece más regular, sin embargo, siempre será cierto que todo ello fue como consecuencia y resulta del Triunfo de Jesús, y de haber lanzado del Templo de su Padre, con tanta autoridad, y zelo, los ladrones que hacían una caberna de él.

¡Oh, día admirable! Aun no había yo hasta ahora contemplado tus luces, ni comprehendido las maravillas de que estás lleno!"


J. Bossuet; "Meditación sobre el Evangelio", D. 18

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