SOLEDAD. JUICIO TEMERARIO. JUICIO NECESARIO
San Bernardo:
"En lo demás, no se os manda sino la soledad del corazón y del espíritu. Permaneceréis solos si no tenéis pensamientos bajos y humanos, si no amáis lo presente, si despreciáis lo que muchos aprecian, si desecháis lo que todos desean, si evitáis las pendencias, si os mostráis insensibles a las pérdidas, si olvidáis las injurias. Si no, no estaréis solos aunque viváis en soledad. ¿Veis, pues, cómo podéis estar solos aun viviendo en compañía de muchos, y vivir en compañía de muchos aun permaneciendo en soledad? En cualquier concurrencia grande que estéis, estaréis solos si cuidáis de no escuchar con demasiada curiosidad lo que se dice o de no juzgar de ello con temeridad. Aunque veáis algo malo, no juzguéis al instante a vuestro prójimo, sino más bien excusadle en vuestro interior. Excusad la intención si no podéis excusar la acción. Pensad que lo habrá hecho por ignorancia, o por sorpresa, o por desgracia. Y si la cosa es tan clara que no cabe disimularla, aun entonces procurad creerlo así, y decid para vuestros adentros: La tentación habrá sido muy fuerte. ¿Qué habría hecho yo de haberme apretado a mí tan seriamente? Pero acordaos que es a la Esposa, o sea a los súbditos, a quien digo todo eso, y que no instruyo ahora al amigo del Esposo, o sea, a los superiores, que tienen otras razones para observar cuidadosamente lo que pasa, impedir lo que no conviene, cuidar de si en algo se ha faltado y corregir a aquellos que han caído en alguna culpa. Mas la Esposa está exenta de esta necesidad, viviendo para sí sola y para Aquel a quien ama, que es a la vez su Esposo y su Señor, y que es sobre todas las cosas Dios bendito en los siglos. Amén"
"En lo demás, no se os manda sino la soledad del corazón y del espíritu. Permaneceréis solos si no tenéis pensamientos bajos y humanos, si no amáis lo presente, si despreciáis lo que muchos aprecian, si desecháis lo que todos desean, si evitáis las pendencias, si os mostráis insensibles a las pérdidas, si olvidáis las injurias. Si no, no estaréis solos aunque viváis en soledad. ¿Veis, pues, cómo podéis estar solos aun viviendo en compañía de muchos, y vivir en compañía de muchos aun permaneciendo en soledad? En cualquier concurrencia grande que estéis, estaréis solos si cuidáis de no escuchar con demasiada curiosidad lo que se dice o de no juzgar de ello con temeridad. Aunque veáis algo malo, no juzguéis al instante a vuestro prójimo, sino más bien excusadle en vuestro interior. Excusad la intención si no podéis excusar la acción. Pensad que lo habrá hecho por ignorancia, o por sorpresa, o por desgracia. Y si la cosa es tan clara que no cabe disimularla, aun entonces procurad creerlo así, y decid para vuestros adentros: La tentación habrá sido muy fuerte. ¿Qué habría hecho yo de haberme apretado a mí tan seriamente? Pero acordaos que es a la Esposa, o sea a los súbditos, a quien digo todo eso, y que no instruyo ahora al amigo del Esposo, o sea, a los superiores, que tienen otras razones para observar cuidadosamente lo que pasa, impedir lo que no conviene, cuidar de si en algo se ha faltado y corregir a aquellos que han caído en alguna culpa. Mas la Esposa está exenta de esta necesidad, viviendo para sí sola y para Aquel a quien ama, que es a la vez su Esposo y su Señor, y que es sobre todas las cosas Dios bendito en los siglos. Amén"
Sermón 40 Sobre los Cantares, "La intención es la cara del alma", Capítulo 5 (Completo),
pág 282, BAC, 1955
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