SILENCIO
(Estudio Bíblico de Cornelio A Lapide
NECESIDAD DEL SILENCIO
"Guardad silencio, vosotros que habitáis en la isla, vosotros que estáis separados del mundo", dice Isaías (22, 2)
"Esté todo hombre pronto a escuchar, pero lento a obrar", dice el apóstol Santiago (1, 19.)
Es célebre la sentencia de Séneca: "El que no sabe callarse, no sabe hablar" (In. Prov.)
"El silencio no daña a nadie", dice Catón, "y romperlo es muchas veces perjudicial" (lta. Laert., lib. VII., c. 1.)
Lengua, "lingua", viene, dicen, del verbo "ligare", alar; lo que indicaría la necesidad de contener la lengua. Teócrito, oyendo hablar á Naximeno decía: "Ya empieza el río de palabras; pero para el sentido es una gota" (Ita Stoboeus, serm. XXXIX.)
"El insensato no sabe callarse", dice Solón (Ita. Slobceus, serm. XXXIV.)
"Así como elegís lo que habéis de comer", dice San Agustín, "elegid también las palabras que habéis de decir" (In Psal. 51)
"Hablad con obras, y no con la lengua", añade San Agustín (Serm. XXXll in Evang. Luc)
"Si alguno de entre vosotros, cree ser religioso y no refrena su lengua, seduce su propio corazón, y su religión es vana", dice el apóstol Santiago (1, 26.)
San Antonio decía constantemente: "Contened vuestra lengua" (In Vil. Patr.)
Leemos en la vida de los padres que un venerable anciano decía que "los que no sabían guardar silencio eran un establo sin puerta".
El real profeta decia a Dios: "Poned, Señor, un cerrojo en mi boca y una puerta en mis labios" (Salmo 140, 3)
Guardar silencio, cerrar el oído y pasar de largo es lo que conviene hacer cuando nos insultan. Es lo que hacía el santo rey David: "Me hacía el sordo y me hacía el mudo" (Salmo 37, 14)
"Lo que os recomiendo ante todo, es que sepáis guardar silencio", dijo Séneca escribiendo a Lucilio (Epist. LXXII.)
"Guardar silencio ante la cara del Señor", dice el profeta Sofonio (1, 7.) Y como Dios está en todo lugar, es preciso guardar silencio en lo posible.
JESUCRISTO Y LOS SANTOS DAN EJEMPLO DE SILENCIO
Dios ha hablado raras veces a la tierra. Jesucristo durante su vida mortal, hablaba raras veces, y profería pocas palabras cuando abría los labios.
La Santísima Virgen hablaba tan poco, que la Escritura no cita más que cuatro circunstancias en que aquella inmaculada e incomparable Virgen haya dicho algunas palabras:
1.º en la anunciación;
2.º cuando entonó su sublime cántico Magníficat, en la visita que hizo a su prima Isabel;
3.º cuando, habiendo perdido a Jesucristo, le halló en el templo después de tres dias;
4.° en las bodas de Ganá en Galilea.
Los Santos han sido siempre muy amantes del silencio.
LA NATURALEZA ENTERA DA EJEMPLO DEL SILENCIO
Los Cielos proclaman el poder, la sabiduría, la riqueza y la gloria de Dios; y sin embargo guardan silencio.
El universo se calla; y sin embargo habla al hombre a su modo y alaba a Dios. Los ríos más grandes son los que hacen menos ruido.
Sólo el hombre, dotado de razón, tiene el don de la palabra: válgase pues de su razón para hablar.
EXCELENCIA Y VENTAJAS DEL SILENCIO
"El don más precioso y el más sublime, sobre todo para una mujer, es el silencio, la modestia y el retiro", dice San Jerónimo (Ad Marcellam.)
"El silencio halla la paz y la justicia", dice Isaías (32, 17)
¿Queréis aprender a hablar? Guardad silencio, y reflexionad en el silencio lo que tenéis que decir, y cómo habéis de decirlo.
Escuchad, ved, callad y tendréis la paz del alma.
"Si alguno no peca de palabra, es un hombre perfecto, y puede dominar todo su cuerpo con el freno que pone a su lengua", dice el apóstol Santiago (3, 2). Así pues, el que reprime su lengua, rige su cuerpo, sus sentidos, la concupiscencia y las diversas pasiones.
"El Señor combatirá por vosotros, y vosotros guardaréis silencio", dice el Exodo (14, 14)
"Vuestra fuerza estará en vuestro silencio", dice Isaías (30, 15)
Dichosa el alma que se embriaga en los manantiales de las divinas conversaciones con su silencio, diciendo muchas veces con Samuel: "Hablad, Señor, pues vuestro servidor os escucha" (1 Rey. 3, 9.)
"El pecado se encuentra donde hay multitud de palabras, pero el que modera sus labios es prudentísimo", dicen los Proverbios (10, 19)
"El hombre prudente se calla", añaden los Proverbios (11, 12)
"Hay tesoros preciosos escondidos en una boca cerrada", dice el Eclesiástico (30, 18)
"Dichoso el que espera en silencio la salvación de Dios", dice Jeremías (Lament. 3, 26.)
Dice Talasio: "El silencio purifica el alma, le da más perspicacia e inteligencia y guarda el corazón" (De Silentio.)
"El silencio inflama el corazón de amor a Dios", dice San Francisco de Asís (S. Bonav., in ejus vita.)
"La dignidad del silencio es la corona del hombre", dice Eurípides (De Lingua.)
Jeremías dice: "Dichoso el que ama el silencio, estará sentado solitario, y se callará porque Dios lo ha colocado consigo". (Lament. 3, 28)
Dice San Bernardo: "El solitario estará sentado, y se callará. Todo en él y alrededor suyo guardará silencio; estará al abrigo de las turbaciones, de las agitaciones, de las sugestiones diabólicas, de los tormentos y de los deseos de la carne, y de los turbulentos ruidos del mundo" (Serm. I. de SS. Petro et Paulo.)
"El silencio es el sello del hombre sabio y prudente", agrega (Tract. LVII. in c. VII. Reg.)
HAY DIVERSOS SILENCIOS
Hay varios silencios, dice Sto. Tomás:
1.º es el silencio de admiración;
2.º un silencio de segaridad;
3.º un silencio de longanimidad; y
4.° el silencio del reposo del corazón (i. p. q. 6. art. 40.)
NECESIDAD DEL SILENCIO
"Guardad silencio, vosotros que habitáis en la isla, vosotros que estáis separados del mundo", dice Isaías (22, 2)
"Esté todo hombre pronto a escuchar, pero lento a obrar", dice el apóstol Santiago (1, 19.)
Es célebre la sentencia de Séneca: "El que no sabe callarse, no sabe hablar" (In. Prov.)
"El silencio no daña a nadie", dice Catón, "y romperlo es muchas veces perjudicial" (lta. Laert., lib. VII., c. 1.)
Lengua, "lingua", viene, dicen, del verbo "ligare", alar; lo que indicaría la necesidad de contener la lengua. Teócrito, oyendo hablar á Naximeno decía: "Ya empieza el río de palabras; pero para el sentido es una gota" (Ita Stoboeus, serm. XXXIX.)
"El insensato no sabe callarse", dice Solón (Ita. Slobceus, serm. XXXIV.)
"Así como elegís lo que habéis de comer", dice San Agustín, "elegid también las palabras que habéis de decir" (In Psal. 51)
"Hablad con obras, y no con la lengua", añade San Agustín (Serm. XXXll in Evang. Luc)
"Si alguno de entre vosotros, cree ser religioso y no refrena su lengua, seduce su propio corazón, y su religión es vana", dice el apóstol Santiago (1, 26.)
San Antonio decía constantemente: "Contened vuestra lengua" (In Vil. Patr.)
Leemos en la vida de los padres que un venerable anciano decía que "los que no sabían guardar silencio eran un establo sin puerta".
El real profeta decia a Dios: "Poned, Señor, un cerrojo en mi boca y una puerta en mis labios" (Salmo 140, 3)
Guardar silencio, cerrar el oído y pasar de largo es lo que conviene hacer cuando nos insultan. Es lo que hacía el santo rey David: "Me hacía el sordo y me hacía el mudo" (Salmo 37, 14)
"Lo que os recomiendo ante todo, es que sepáis guardar silencio", dijo Séneca escribiendo a Lucilio (Epist. LXXII.)
"Guardar silencio ante la cara del Señor", dice el profeta Sofonio (1, 7.) Y como Dios está en todo lugar, es preciso guardar silencio en lo posible.
JESUCRISTO Y LOS SANTOS DAN EJEMPLO DE SILENCIO
Dios ha hablado raras veces a la tierra. Jesucristo durante su vida mortal, hablaba raras veces, y profería pocas palabras cuando abría los labios.
La Santísima Virgen hablaba tan poco, que la Escritura no cita más que cuatro circunstancias en que aquella inmaculada e incomparable Virgen haya dicho algunas palabras:
1.º en la anunciación;
2.º cuando entonó su sublime cántico Magníficat, en la visita que hizo a su prima Isabel;
3.º cuando, habiendo perdido a Jesucristo, le halló en el templo después de tres dias;
4.° en las bodas de Ganá en Galilea.
Los Santos han sido siempre muy amantes del silencio.
LA NATURALEZA ENTERA DA EJEMPLO DEL SILENCIO
Los Cielos proclaman el poder, la sabiduría, la riqueza y la gloria de Dios; y sin embargo guardan silencio.
El universo se calla; y sin embargo habla al hombre a su modo y alaba a Dios. Los ríos más grandes son los que hacen menos ruido.
Sólo el hombre, dotado de razón, tiene el don de la palabra: válgase pues de su razón para hablar.
EXCELENCIA Y VENTAJAS DEL SILENCIO
"El don más precioso y el más sublime, sobre todo para una mujer, es el silencio, la modestia y el retiro", dice San Jerónimo (Ad Marcellam.)
"El silencio halla la paz y la justicia", dice Isaías (32, 17)
¿Queréis aprender a hablar? Guardad silencio, y reflexionad en el silencio lo que tenéis que decir, y cómo habéis de decirlo.
Escuchad, ved, callad y tendréis la paz del alma.
"Si alguno no peca de palabra, es un hombre perfecto, y puede dominar todo su cuerpo con el freno que pone a su lengua", dice el apóstol Santiago (3, 2). Así pues, el que reprime su lengua, rige su cuerpo, sus sentidos, la concupiscencia y las diversas pasiones.
"El Señor combatirá por vosotros, y vosotros guardaréis silencio", dice el Exodo (14, 14)
"Vuestra fuerza estará en vuestro silencio", dice Isaías (30, 15)
Dichosa el alma que se embriaga en los manantiales de las divinas conversaciones con su silencio, diciendo muchas veces con Samuel: "Hablad, Señor, pues vuestro servidor os escucha" (1 Rey. 3, 9.)
"El pecado se encuentra donde hay multitud de palabras, pero el que modera sus labios es prudentísimo", dicen los Proverbios (10, 19)
"El hombre prudente se calla", añaden los Proverbios (11, 12)
"Hay tesoros preciosos escondidos en una boca cerrada", dice el Eclesiástico (30, 18)
"Dichoso el que espera en silencio la salvación de Dios", dice Jeremías (Lament. 3, 26.)
Dice Talasio: "El silencio purifica el alma, le da más perspicacia e inteligencia y guarda el corazón" (De Silentio.)
"El silencio inflama el corazón de amor a Dios", dice San Francisco de Asís (S. Bonav., in ejus vita.)
"La dignidad del silencio es la corona del hombre", dice Eurípides (De Lingua.)
Jeremías dice: "Dichoso el que ama el silencio, estará sentado solitario, y se callará porque Dios lo ha colocado consigo". (Lament. 3, 28)
Dice San Bernardo: "El solitario estará sentado, y se callará. Todo en él y alrededor suyo guardará silencio; estará al abrigo de las turbaciones, de las agitaciones, de las sugestiones diabólicas, de los tormentos y de los deseos de la carne, y de los turbulentos ruidos del mundo" (Serm. I. de SS. Petro et Paulo.)
"El silencio es el sello del hombre sabio y prudente", agrega (Tract. LVII. in c. VII. Reg.)
HAY DIVERSOS SILENCIOS
Hay varios silencios, dice Sto. Tomás:
1.º es el silencio de admiración;
2.º un silencio de segaridad;
3.º un silencio de longanimidad; y
4.° el silencio del reposo del corazón (i. p. q. 6. art. 40.)
1 comentario:
Es importante practicar el silencio, ejemplo de ello tenemos en Nuestro Señor, nuestra Madre Santísima y los santos. Creceríamos espiritualmente si hablaramos menos.
Gracias por la reflexión.
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