martes, 2 de agosto de 2016

San Alfonso María de Ligorio, obispo y doctor (2 de agosto)



San Alfonso María de Ligorio, obispo y doctor.

(† 1787.)


El celosísimo obispo, fundador de la Congregación del Santísimo Redentor, y doctor de la Iglesia, san Alfonso María de Ligorio, nació en Nápoles y fue hijo de don José de Ligorio, caballero del orden patricio, y de doña Ana Catalina Cavalieri, señora muy principal de la ciudad de Brindis. Trayendo un día esta señora su niño Alfonso al apostólico varón san Francisco de Jerónimo para que lo bendiga, dijo el santo con espíritu profético: "Este niño llegará a una edad muy avanzada, no morirá antes de los noventa años, será obispo, y obrará cosas grandes y útilísimas a la Iglesia de Dios". Los sucesos de la vida de san Alfonso comprobaron la verdad de aquella profecía. Se adelantó en letras y virtudes en la Congregación de jóvenes nobles que se educaban en la casa de los Padres de san Felipe Neri, y a los dieciséis años de su edad, había alcanzado ya el grado de doctor en ambos derechos, con gran aplauso y reputación de sabiduría. Habiendo seguido luego la carrera del foro, por consejo y voluntad de su padre, como lo hiciesen caer en la cuenta de un error involuntario que había cometido en la defensa de un pleito feudal, se entristeció mucho de esto, y determinó dejar el oficio de abogado; y así se desnudó de la toga, colgó la espada junto al altar de la Virgen de la Merced, y renunció al derecho de primogénito, para darse del todo a Dios y comenzar una vida muy santa y apostólica. Ordenado de sacerdote, con diez compañeros a quienes había comunicado su celo y espíritu, echó los cimientos de la Congregación de misioneros, que se llamó del Redentor, y fue aprobada por el papa Benedicto XIV. Predicaban aquellos nuevos apóstoles con gran fervor y espíritu de cielo, y recorrían las aldeas y los campos evangelizando a los pobres el reino de Dios; y los sermones de nuestro santo, iban siempre acompañados de suspiros, lágrimas y numerosas conversiones. En la misión de Amalfi, vio todo el pueblo con gran asombro una luz maravillosa que salía de la imagen de la Virgen y esclarecía el rostro del santo misionero, el cual estaba arrobado y suspenso en Dios. Lo nombró el rey de las dos Sicilias obispo de Palermo, y el sumo pontífice Clemente XIII, lo hizo obispo de la iglesia de santa Águeda de los Godos, y después de santificar aquella diócesis por espacio de algunos años, impedido por la edad avanzada y las dolencias, y mucho más por su piedad, se retiró a su amada Congregación en la casa de Nocera de Pagani, donde a la edad de noventa años y diez meses, descansó en el Señor, habiendo conservado la inocencia bautismal, y edificado a toda la cristiandad con sus heroicas virtudes, arrobamientos, milagros, profecías, y libros admirables. 


Reflexión: 

El sumo pontífice Pío IX, dio a san Alfonso María de Ligorio el título de doctor de la Iglesia por las sapientísimas obras que dejó escritas, como la Teología moral y la Práctica de los confesores; pero recomendamos encarecidamente a todos los fieles sus libros sobre la Verdad de la fe, la Conformidad con la vonlutad de Dios, las Visitas al Santísimo Sacramento, y singularmente la Preparación a la muerte y las Glorias de María. ¡Pluguiera a Dios que estos libros, que son tesoros de sabiduría y de unción celestial, anduviesen en manos de todos los fieles católicos! 

Oración: 

Oh Dios, que por medio del bienaventurado Alfonso María, tu confesor y pontífice, encendido en el celo de las almas, diste a tu Iglesia una nueva prole; te rogamos que enseñados por su saludable doctrina y alentados por sus ejemplos, podamos llegar felizmente a Ti. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


Fuente: Flos Sanctorum, P. Francisco de Paula Morell, 1890

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