Orígenes (248 d.C.):
“Si alguien de esa gente quiere salvarse, deje que se le permita entrar a este hogar, para que pueda obtener su salvación. Que nadie, pues, os persuada de otra manera ni que nadie se deje engañar: fuera de este hogar, esto es, fuera de la Iglesia, nadie se salva”.
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