"Porque todos ellos, desde el más pequeño hasta el más grande, se han entregado a la avaricia; todos, desde el profeta hasta el sacerdote, practican el fraude; curan la llaga de mi pueblo a la ligera, diciendo: ¡Paz, paz! cuando no hay paz". (Jeremías 6, 13-14).
"Paz, paz": Es el típico lenguaje de los falsos profetas (cf. 4, 10; 5, 31 y notas). Pretenden curar las heridas del pueblo, asegurando: todo está bien; en vez de explicarle la Ley de Dios y exhortarlo a enmendar la vida. De la misma manera los impíos adormecen su conciencia diciendo en su corazón no haber pecado y estar en paz con Dios. Sin embargo: "no hay paz", pues los impíos no tienen paz, como dice el Señor en Is. 48, 22. Reprobados en ciertos modos con anticipación, no encuentran el reposo que Dios tiene preparado a los hombres rectos (v.16). La tribulación y las angustias, dice San Pablo, son la dote de toda alma que obra mal (Rom. 2, 9). Hecha el alma razonable a imagen de Dios, nota San Bernardo, puede ocuparse de cosas diferentes de Dios; pero éstas no pueden satisfacerle.
Msr. Juan Straubinger
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