Los santos Vito, Modesto y Crescencia, mártires.
(† 303.)
Nació el glorioso niño san Vito en la ciudad de Mazara, que está en el reino de Sicilia, de padres muy ricos y poderosos, pero gentiles: mas el niño fue bautizado secretamente y bien enseñado en las cosas de la fe de Jesucristo por Crescencia, que había sido su ama de leche, y por Modesto, marido de Crescencia, el cual era también muy fervoroso cristiano. Siendo ya Vito de doce años, el prefecto de Sicilia que había tenido noticia de la fe y religión que ocultamente profesaba, llamó al padre de Vito para que lo redujese al culto de los ídolos, amenazándolo que corría peligro de muerte si no sacrificaba a los dioses. Tentó el padre gentil los medios blandos y aun los halagos de unas doncellas deshonestas para salir con su intento, y viendo que nada aprovechaba para apartarle de la fe, lo entregó inhumanamente al prefecto Valeriano para que ejerciese en él su rigor. Mas como Modesto y Crescencia supiesen aquella bárbara resolución del padre, tomaron a Vito y se fueron con él al mar, y entrando en un navío que allí encontraron aprestado, pasaron al reino de Nápoles para librarse de la persecución. Tampoco hallaron aquí la seguridad que buscaban; porque habiendo sido acusados por la profesión de su fe, fueron presos y cargado de cadenas. Mandó después el tirano ponerles en la catasta (que era un tablado alto y eminente, en que se extendía y atormentaba a los santos mártires con varios instrumentos y penas) ; y les descoyuntaron los miembros, rasgaron y despedazaron sus benditos cuerpos. Y como perseverasen firmes en la cárcel amenazándoles con otros horribles suplicios, echaron a Vito un león ferocísimo para que lo despedazase, y como si fuera un manso cordero cayó a los pies del santo niño, y halagándole, se los lamía. Entonces dijo Vito al tirano: "¿No ves cómo las fieras se amansan y olvidadas de su crueldad natural reconocen y obedecen a su Señor, y tú lo desconoces y desobedeces?" Se convirtieron a la fe de Cristo gran número de los que estaban presentes en este espectáculo; pero el desventurado gobernador estaba tan empedernido, que ni las palabras del santo niño, ni los milagros que veía, bastaron para ablandarle; y así probó en vano a aquellos mártires con otros cruelísimos tormentos, en los cuales perseverando firmes hasta la muerte alcanzaron la gloriosa palma del martirio.
Reflexión:
¿Quién no ve en este martirio de san Vito la omnipotencia de Dios, que en un flaco y delicado niño de doce años, así triunfó de los tormentos, de la muerte y de todo el poder del infierno? ¿Quién temerá su flaqueza o desmayará, considerando la virtud del Señor? Y ¿quién se fiará de amor de padre o de otro hombre, si no es fiel a Dios, viendo cómo el mismo padre de san Vito, fue como su verdugo y causa de su martirio? Deben los hijos estar sujetos y rendidos a la voluntad de sus padres, en todas las cosas que no sean pecado; pero no han de obedecerles si les mandan cosas malas, y manifiestamente contrarias a la voluntad divina. En este caso, el hijo que obedece al malvado padre, no merece tener por padre a Dios.
Oración:
Te suplicamos, Señor, que por la intercesión de tus santos mártires Vito, Modesto y Crescencia, concedas a todos los fíeles un santo horror a la mundana sabiduría, y gracia para hacer cada día nuevos progresos en aquella santa humildad que tanto te agrada; a fin de que huyendo y menospreciando todo lo malo, se apliquen libre y generosamente a todo lo bueno. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Fuente: Flos Sanctorum, P. Francisco de Paula Morell, 1890
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