Resumen de la Vida de la
Venerable Sor María de Villani (1584-1670)
Venerable Sor María de Villani (1584-1670)
En Nápoles nació, hija de los Marqueses de Pola, esta admirable mujer, y prodigio del amor divino. Aún no tenía 5 años cuando hizo tan raras, y admirables penitencias, que aún para los más robustos tenía cosa de admiración, y no de imitación. Siendo de 6 años, oyendo que un Moro se había entregado al Demonio con carta de esclavitud firmada con su sangre; esta niña postrándose delante de un Crucifijo, se hirió con la punta de un afilado acero el pecho, hasta sacar tanta sangre, que bastó para escribir con ella, y firmar carta de esclavitud a su Dios por una eternidad.
En el examen de conciencia por la noche, contaba las palabras buenas, y las malas, que había hablado en el día, y por cada palabra se hería con una aguja la lengua en la palabra buena, por si acaso tenía mezcla de imperfección, que ignoraba; y si mala, en pena de la culpa, y lo mismo hacía por las que oía. Y así, herida la lengua, la arrastraba 15 veces por el suelo en reverencia a los 15 Misterios del Rosario.
Entre las plantas de los pies y el calzado, interponía menudas piedrecitas. Entre el hueco de la espalda y el jubón, intercalaba una piedra aguda y esquinada, para que en cada respiración padeciese. El cilicio era universal a todo el cuerpo, y durmiendo con él, no podía dormirse sin lastimarse.
Con estas y otras mortificaciones vivió en casa de sus padres, hasta que tomó el hábito de Monja (carmelita) Claustral en Capua, mudándose el nombre de Beatriz, por órden de la Virgen, por el de María.
Después en Nápoles, en la misma casa que nació, fundó un Convento de rigurosa clausura con el título de Santa María del Divino Amor; y siendo de 32 años la hicieron Priora, y pidió al Señor que trocase los honores en penas, y le dio el Señor tal enfermedad, que en la Vigilia de Santa María Magdalena se le encogieron todos los nervios, quedando tullida todo el tiempo que vivió, que fue por espacio de 54 años más, siendo un retablo de males, y prodigios: porque en la misma cama, estando manca, tullida, y mucho tiempo ciega; escribió doctísimos libros, y en Latín, sin haberlo aprendido, y Comentarios sobre la Escritura, y tantos tomos, que además de los que han salido a luz, reservó para mayor examen al Papa Inocencio XI dos arcas de escritos suyos.
Al final, mereció que Cristo le dijera lo que a Santo Tomás: "Bien escribiste de Mí, María". Y lo más milagroso fue escribir estando tullida teniendo el papel en alto, y así subiendo la tinta por su pluma.
Además de los Martirios y Sufragios que hizo por las Almas del Purgatorio, que de una vez sacó quinientas, y de otra tres mil, trabajando en el libro "De Tribus Divinis Flammis" en día de las Almas, quiso interrumpirlo por hacerles otros Sufragios, y apareciéndole Cristo le dijo: "Escribe, que esa es mi Voluntad; y para que lo hagas con más diligencia, te ofrezco por cada renglón que escribas sacar un Alma del Purgatorio"; y escribió con tanta celeridad, que acabó en aquel día el libro, a pesar del Demonio, que lo impedía con tormentos; pero quedó tan lastimada, que en cuatro días después no pudo mover ni un dedo de la mano.
Para poder bajar al Coro a comulgar todos los días, se metía dentro de una cesta, y desde la cama, así impeliéndola ella, y arrastrando bajaba, y subía del mismo modo por la escalera del Monasterio, y esto hasta el fin de su vida.
Cristo le ayudaba a rezar el Salterio cuando estaba cansada, y mandóle el confesor Fr. Juan Leonardo que si otra vez bajaba Cristo a ayudarla a rezar, le escupiera en la cara; y habiendo ella obedecido, sonriéndole Jesucristo le dijo: "Nunca has perfumado mis aras con más agradable incienso, que con esta fiel obediencia a tu Confesor"; y por eso hizo el Señor que aquella saliva se transformase al punto en una fragante Rosa, en cuyas hojas se leía: "Todo bien procede de amor". Fue éste tan excesivo en Sor María, que con permisión, y asombro de los Médicos, bebía cada día 55 libras de agua, y la última al entrar en su cuerpo, hacía el mismo ruido que un hierro encendido cuando lo apagan con agua.
Una vez, ofreciendo por incienso su corazón a Cristo, se lo arrancó sensiblemente el Señor, y al otro día se lo devolvió. Otra vez le dijo Jesús: "Quiero quitarte el corazón, y ponerlo en mi pecho, y el mío en el tuyo"; y así cayó en tierra sin sentido, y recobrada dijo: "Señor, ni quiero el mío, ni el vuestro: No el mío, porque es de Vos; no el vuestro, porque sólo en ese pecho tiene digno Relicario. En fin, yo no quiero sino amaros", y así sonriéndole el Señor se fue; hecha la permuta. Tres veces repitió este favor el Señor; y como en esta ocasión asistiese María Santísima, le dijo Cristo: "Madre, llenad el corazón de esta mi Sierva de leche de tus pechos"; y la Virgen le dijo: "Hijo, llénale Tú de tu Preciosa Sangre"; y ambos lo pusieron por obra. Deseaba mucho que Cristo la confesase, y lo consiguió. Sentóse Cristo, y ella se arrodilló, y duró trece horas la confesión, y consiguió que Cristo la absolviese de culpa, y de pena, reduciéndola a la pureza del Bautismo.
La Virgen Santísima le reveló esta devoción (La Devoción de las Tres Ave Marías) para alcanzar consuelo en vida y en muerte, y fue que dijese un Ave María ofreciendo al Corazón de Jesús el de su Madre en acción de gracias por haberla escogido el Eterno Padre con tantos Dones de su Omnipotencia por su Hija, y Madre de Dios. La otra, ofreciendo al Corazón de María el de Jesús, pidiendo, y dando gracias por la sabiduría que le concedió. La tercera, ofreciendo cada uno su corazón unidos a esos dos inflamados Corazones, pidiendo amor al Espíritu Santo, y dejando así unido el corazón a los dos por unión de voluntad, siempre, en tiempo, y eternidad.
Por último, la constituyó el Señor Medianera para sacar de mal estado las almas, y le prometió el Señor con gran liberalidad salvar a todas aquellas que le pidiera, y multiplicando privilegios a privilegios, añadió: "Todos aquellos que por tu medio me pidieran con verdadera fe alguna gracia tocante a la salud espiritual, la conseguirán infaliblemente".
No permite más la brevedad de este resumen; y así el que quiera ver más prodigios lea el tomo de su Vida; que escribió el doctísimo P. M. Suaso; y el Ilmo. Marquese en su Diario. Habiendo vivido esta prodigiosa alma 86 años de edad como espejo del amor divino, murió así el 26 de Marzo del año 1670.
Fuente: "Sacro Diario Domenicano" de Fr. Francisco Vidal, 1747
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