martes, 29 de noviembre de 2011

¿Milagros?¿Por qué no crece una PIERNA AMPUTADA?

Representación escultórica de la pierna cortada de Miguel Juan Pellicer, en la clave del arco de la portada del Templo del Pilar de Calanda


¿Milagros? ¿Por qué no crece una PIERNA AMPUTADA?

Esta es la pregunta que hacía el blasfemo Zola para burlarse de los milagros de la Virgen de Lourdes. No sabe que la Virgen del Pilar y la historia ya le habían respondido en 1640, con el famoso "Milagro de Calanda".

Aquí la proclama del Arzobispo de Zaragoza:

«Una vez examinado todo, nosotros decimos, pronunciamos y declaramos que Miguel Juan Pellicer, habitante de Calanda, de quien se ha ocupado el presente proceso, ha recuperado milagrosamente la pierna derecha que le había sido amputada. Esta restitución no puede ocurrir naturalmente, sino que ha ocurrido de forma admirable y milagrosa (mirabiliter et miracolose) y debe registrarse como un milagro, puesto que concurre todo lo que – según el derecho – corresponde a la esencia de un auténtico prodigio. Por tanto, reconocemos el hecho presente como un milagro y lo autorizamos; y, así, nosotros decimos…».

Y he aquí lo referente a Miguel Juan Pellicer.

Miguel Juan Pellicer Blasco (n. Calanda (Teruel); marzo de 1617- f. Velilla de Ebro (Zaragoza); 12 de septiembre de 1647). Famoso por el milagro que la Virgen del Pilar obró en él.

Nació en Calanda (Teruel) en marzo de 1617; fue bautizado el 25 del mismo mes. Fue el segundo hijo de ocho hermanos, de una humilde familia de labradores.

Amputación de su pierna:

A los 19 años, a finales del año 1636 o inicios de 1637, deja la casa de sus padres y se traslada a Castellón, a casa de un tío suyo por parte materna. Llevando, un día de finales de julio de 1637, un carro cargado de trigo y tirado por dos mulas, sobre una de las cuales cabalgaba Miguel Juan, cayó éste a tierra, pasándole una rueda del carro sobre su pierna derecha, fracturándole la tibia en su parte central.

Es trasladado a Valencia e ingresa en el Hospital Real el día 3 de agosto de 1637, según consta en el Libro de Registro, que aún se conserva. En este hospital sólo permanece cinco días, ya que añora sus tierras de Aragón. Solicita permiso para trasladarse a Zaragoza, y después de casi dos meses de viaje llega a su destino, a primeros de octubre de 1637.

La primera visita que realiza en Zaragoza, nada más llegar, es a la iglesia de Nuestra Señora del Pilar. Y a continuación es ingresado en el Hospital General de Nuestra Señora de Gracia. Es aquí donde, según consta en todos los archivos, se le amputa la pierna "cuatro dedos más abajo de la rodilla". Enterrándose dicha pierna en el cementerio del hospital, dentro de un hoyo "como un palmo de hondo". Se le dio de alta en el hospital, se le colocó una pierna de madera y se le proporcionó una muleta en la primavera de 1638.

Hubo de recurrir a la limosna para poder vivir, hecho que realizaba en una de las puertas del Templo del Pilar, en Zaragoza. Y aprovechaba esta circunstancia para oir misa todos los días en la Santa Capilla, a la vez que se ungía, con aceite de las lámparas, el muñón de la pierna para intentar suavizar el dolor.

Esta vida de Miguel Juan duró unos dos años, ya que decidió volver a su casa de Calanda.

La noche del milagro:

En la primera semana de marzo de 1640 inicia su viaje de retorno a Calanda. El 29 de marzo de 1640, y después de una dura jornada de trabajo en su casa, al llegar la noche, y habiéndole preparado su madre una yacija improvisada con un serón de esparto y sobre él un pellejo, al lado del lecho conyugal, debido a que su habitación la empleaba un soldado que se alojaba en su casa, se duerme. Eran, aproximadamente, las diez de la noche.

Las crónicas señalan que entre las diez y media y las once de la noche entran sus padres en la habitación "a luz de candil", y perciben una "fragancia y olor suave no acostumbrados allí", y al acercarse su madre para comprobar cómo se había acomodado Miguel Juan en el lecho improvisado de aquella noche, lo encuentra durmiendo; pero, repentinamente, ve admirada que por debajo de la capa paterna asomaban dos pies cruzados. Comprobaron, Miguel Juan y sus padres, ya en los primeros momentos, a la luz del candil, la persistencia de viejas cicatrices de la "pierna amputada" en la "nueva pierna".

Acta notarial del milagro:

El día 2 de abril, cinco días después del milagro, concretamente el Lunes Santo, D. Miguel Andreu, notario de Mazaleón, levanta acta notarial de "tan impresionante hecho". El original de esta Acta Notarial, con todo el protocolo del año 1640, se conserva en el Archivo del Ayuntamiento de Zaragoza.

El 25 de abril, Miguel Juan y sus padres llegan a Zaragoza para dar gracias a la Virgen del Pilar. El Cabildo de Zaragoza remitió al Conde-Duque de Olivares la información del hecho para que, a su vez, la pusiera en conocimiento del rey Felipe IV.

Declaran en dicho proceso: Facultativos y sanitarios (5 personas), entre ellos el cirujano que le amputó la pierna, familiares y vecinos (5 personas), autoridades locales (4 personas), autoridades eclesiásticas (4 personas), personajes diversos (6 personas, destacando a dos mesoneros de Samper de Calanda y de Zaragoza).


Casa-Museo de Miguel Pellicer en Calanda:

La archidiócesis aragonesa reconoce el hecho como "milagro" el día 27 de abril de 1641.
El 14 de Junio de 1641, Miguel Juan retorna a su comarca bajoaragonesa. En el otoño de este mismo año viaja a Madrid para ser presentado al Rey Felipe IV, el cual, como es sabido, tiene la deferencia de besarle la pierna. Posteriormente queda desligado de la tutela del Cabildo del Pilar, y viaja a Valencia. Posteriormente regresa a Calanda.

A finales del siglo XVII comienza la construcción en Calanda de un templo, el denominado Templo del Pilar, ubicado en la casa de Miguel Pellicer y dedicado a la Vírgen del Pilar, a quien se le atribuye el milagro. Donde antes se ubicaba la habitación de Pellicer, en la actualidad hay una capilla en honor al milagro.
El acta notarial del proceso de 1641 fue traducida a diversas lenguas, entre ellas la latina, que dos años después fue remitida al papa Urbano VIII, quien se dio por enterado pero no se pronunció sobre el hecho.


Fallecimiento:

El último vestigio de las fuentes manuscritas acerca de Miguel Juan parece ser la inscripción en el libro de difuntos de la parroquia de Velilla de Ebro (Zaragoza) el 12 de septiembre de 1647, que literalmente dice: "A doce de septiembre murió Miguel Pellicer, dijo que era de Calanda, y lo trajeron aquí desde Alforque más muerto que vivo; y el que lo trajo dijo que el Vicario de Alforque lo había confesado; con todo eso lo volví a confesar y dijo algo. Y le administré el Sacramento de la Unción y se enterró en el cementerio"


¡Salve Santísima Virgen del Pilar!


El Deporte de la Herejía



El Deporte de la Herejía

Benedicto XVI: "La Iglesia sigue y atiende al deporte no sólo como un fin en sí mismo (sic!) sino también y sobre todo como un medio, como un precioso (sic!) instrumento para la formación perfecta (SIC!!!!!) y equilibrada de toda persona".
*


1 Timoteo 4, 7-8: "Pero nada tengas que ver con las fábulas profanas propias de viejas. Más bien disciplínate a ti mismo para la piedad; porque el ejercicio físico aprovecha poco, pero la piedad es provechosa para todo, pues tiene promesa para la vida presente y también para la futura".


*(Tomado del "decálogo del deporte de B.XVI"; de aquí)


El Vicio del Cigarrillo



El Vicio del Cigarrillo

¿Un aperitivo? ¿Cuál es ese aperitivo del cual no puedes desprenderte un sólo día?


¿Un estimulante? ¿Qué estímulo puede dar aquello que agobia, enferma y mata el organismo?


¿Un porte? ¿Se imaginan a Cristo o algún santo prendiendo un pucho con la colilla anterior que se consume?


Evidentemente, el vicio del cigarrillo (como cualquier otro vicio) es un terrible pecado, que atenta contra el templo del Espíritu Santo; y el cigarrillo en sí, sabido es de sus sustancias adictivas y mortíferas. Cada residuo que deja un solo cigarrillo, tarde siete horas en eliminarse del cuerpo. Es por eso que no se juzgue a la ligera a quien se ve fumar, porque tal vez la pureza de quien fuma uno o dos por día, no haga impuro su "solaz" echar humo. Siempre y cuando, tampoco perjudique a su prójimo. No obstante, hay muy pocas probabilidades de que el cigarrillo, y el ambiente que el mismo implica, no arraste a vicios y pecados graves. Y cuando el cigarrillo se vuelve un vicio; se convierte en una "borrachera" del tabaco, una "glotonería" mortal.


Job 12, 25: "Andan a tientas en tinieblas, sin luz, Y los hace tambalearse como borrachos".


Proverbios 23, 21: "Porque el borracho y el glotón se empobrecerán, y la somnolencia se vestirá de harapos".


Gálatas 5, 21: "Envidias, borracheras, orgías y cosas semejantes, contra las cuales os advierto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios".


San Agustín: "Cada vicio trae consigo una pena que le es propia (...). Todo espíritu desarreglado es el castigo de sí mismo".


San Jerónimo: "No confiar en nuestras fuerzas. Muchas personas eminentes en virtud, han caído en el abominable vicio, y han perdido la más hermosa de las virtudes por su seguridad".


¿Qué se necesita para dejar el vicio del cigarrillo? Querer dejarlo. Luego, Dios hará el resto:


San Ambrosio: "Un hombre estaba sumergido en el fango hasta el cuello, y viendo pasar a un viajero, extendió sus manos y exclamó: "¡Tened lástima de mí, y sacadme de este fango!". El viajero le alargó la mano; pero el que estaba en la cloaca, en vez de querer salir, sumergió en el cieno el brazo que se prestaba a auxiliarle, tratando de atraerle al cenagoso abismo donde se hallaba. Aquel hombre, trocando su caridad en furor, le dijo: Miserable hipócrita, ¿por qué me pides auxilio, si quieres quedarte en el fango, y aún tratas de sumergirme en él? Puesto que quieres tu corrupción y tu muerte, tenla solo, y guarda lo que has elegido. Así obran los que ruegan a Dios que les saque de la impura cloaca de los vicios y abrazan constantemente el vicio, del que se obstinan en no querer salir". (In c. IV. Apoc.).


"Ya que quieres reventar con tantos cigarrillos, al menos aleja tu vicio de mi cara" podría decir alguien que cuide la salud de su cuerpo; pero sabe bien todo buen cristiano; que urge en todo, y en primer lugar, la salud del alma a la del cuerpo. He de allí que si ofendemos, contristamos y alejamos al Dios que vive en nosotros, de nada servirá librarnos del humo de los pulmones. Mas ese humo, sometiendo al adicto, es ofrenda a dioses falsos y muerte eterna para el pecador.





domingo, 27 de noviembre de 2011

Todo el Precio en María



TODO EL PRECIO EN MARÍA

"Considera atentamente, oh hombre, los consejos de Dios; reconoce los designios de su sabiduría, los designios de su bondad. Antes de derramar sobre toda la tierra el rocío celestial, humedeció con él todo el vellocino (cf. Jueces 6, 37): Antes de derramar sobre todo el linaje humano depositó todo el precio en María. ¿Y con qué fin hizo esto? Quizá para que Eva pudiera justificarse por medio de su Hija y cesara ya la queja del hombre contra la mujer. Oh Adán, no digas ya en adelante: "la mujer que me disteis por compañera, me dio del fruto de aquel árbol y lo comí" (Gen. 3, 12); di más bien: "La mujer que me disteis me ha alimentado con un fruto bendito". Consejo piadosísimo fue éste sin duda, pero en el fondo de este consejo se nos oculta otro más íntimo y secreto.

El que hemos indicado no carece de sólido fundamento, pero a mi parecer no satisface plenamente nuestras aspiraciones. Tal vez si ahondamos más en este misterio, sacaremos de él más sabroso y nutritivo néctar de consuelos celestiales. Tomemos el agua de más arriba y contemplemos con cuánto afecto de devoción quiso aquel Señor fuese María honrada por nosotros, que depositó en ella la plenitud de todos los bienes, a fin de que entendiéramos que cuanto hay en nosotros de esperanza, de gracia y de salud, nos viene por mediación de aquella que rebosa en delicias.

Es Huerto de delicias ciertamente aquella a quien aquel Astro divino no sólo acarició de paso, sino que la agitó dulcemente con sus soberanos soplos sobreviniendo en ella, para que por todas partes fluyeran y se difundieran sus aromas, esto es, los carismas de las gracias.

Quita este cuerpo solar que ilumina al mundo. ¿Cómo podrá haber día? Quitad a María, estrella del mar, de ese mar vasto y proceloso, ¿qué quedará, sino obscuridad que todo lo ofusque, sombras de muerte y densísimas tinieblas?"

SAN BERNARDO ("Grandezas de María")

sábado, 26 de noviembre de 2011

JESUCRISTO: Para RUINA de MUCHOS


JESUCRISTO: Para RUINA de MUCHOS


Muchos son los que andan por doquier en estos tiempos funestos declarando que TODOS se salvan; para esos tales: la RUINA. Aún otros, que son POQUÍSMOS los que se condenan, aún FUERA DE LA IGLESIA CATÓLICA. A ellos también RUINA, si no lloran a tiempo sus mentiras. Otros dicen, empapada su boca del amor falso con el que intentan nombrar al Dios Bueno que desconocen y que los desconocerá el Día de la Ira, que Jesucristo no castiga ni se enoja: ¡Ay de ellos! Sufrirán en carne propia lo que han negado. ¿Y qué decir de nosotros mismos, que ni siquiera decimos ante los hombres? ¡Señor, Conviértenos a Ti!

Para aquellos que todavía el Dios Misericordioso les permita reconocerlo, miradlo en los profetas:

Lucas 2, 34: "Bendíjolos entonces Simeón y dijo a María, su madre: "Este Niño es puesto PARA RUINA DE MUCHOS y para resurrección de muchos en Israel, y para ser una SEÑAL DE CONTRADICCIÓN""

San Gregorio Niseno: "Pero en esto se da a conocer que la RUINA afecta a lo más malo, porque no merecen igual castigo los que vivieron antes del misterio de la encarnación, que los que vivieron después de la redención y de la predicación. Y especialmente debían ser privados de los beneficios antiguos los que procedían de Israel y pagar con penas más graves que todas las demás naciones, porque no quisieron admitir lo que se les había profetizado, lo que ellos habían adorado, y lo que de ellos había nacido. Por esto se les amenaza de una manera especial con la ruina no sólo de la salud espiritual, sino también con la destrucción de la ciudad y de los habitantes de ella".

Isaías 8, 14: "Entonces Él vendrá a ser santuario; pero también piedra de tropiezo y roca de escándalo para ambas casas de Israel, y lazo y trampa para los habitantes de Jerusalén".

¡Cuántos hay que habrán preferido el castigo de los hombres, aún de los demonios en este mundo; al castigo eterno del mismo Dios!

Lucas 1, 52-53: "HA QUITADO DEL TRONO A LOS PODEROSOS (...), A LOS RICOS LOS DESPIDE CON LAS MANOS VACÍAS"

Lucas 7, 47: "PERO A QUIEN POCO SE LE PERDONA, ES PORQUE POCO AMA"

Lucas 8, 18: "Al que no tiene, aun aquello mismo que piensa tener, LE SERÁ QUITADO".

A lo que comenta San Beda: "El que no tiene amor de oír, por mucho ingenio que tenga, y por muy ejercitado que esté en el estudio de las letras, ninguna dulzura gustará de la Sabiduría. Muchas veces el perezoso recibe ingenio para ser más justamente castigado por su negligencia, porque lo que pudo conseguir a costa de poco trabajo, no quiso conocerlo; y a veces el estudioso de tarda inteligencia, sufre, a fin de que su recompensa sea tanto más grande, cuanto más trabaja para aprender".

El buen Jesús fue a buscar la oveja perdida; y ésta le muerde la mano. Llama y se le da un portazo. Muere por nosotros, y profanamos su cuerpo. Cristo resucitado viene a curarnos, y lo despedimos, ¿qué le queda hacer? Bajar la cabeza y abandonarnos. ¿Acaso hay peor castigo que el abandono de Dios mismo?

Lucas 8, 37: "Entonces toda la gente de la región alrededor de los gadarenos le pidió a Jesús que se alejara de ellos, porque estaban poseídos de un gran temor. Y El subiendo a la barca, regresó".

Y dice San Juan Crisóstomo: "Veamos aquí la humildad del Señor. Después que les ha concedido tan grandes beneficios, lo despiden, y no se opone, sino que se marcha, abandonando a aquellos que se habían declarado indignos de su doctrina. Prosigue: "Y El subió al barco y se volvió"."

Mateo 10, 14-15: "Y cualquiera que no os reciba ni oiga vuestras palabras, al salir de esa casa o de esa ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies. En verdad os digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y Gomorra que para esa ciudad".

De cuyo texto explica San Hilario: "Nos enseña el Señor en sentido místico, que no debemos tener intimidad entrando en las casas de aquellos que, o se declaran contra Cristo, o le ignoran. Y debemos preguntar en todas las ciudades, qué personas hay en ellas dignas de recibirnos, esto es, si hay en ellas alguna iglesia y si en esta iglesia habita Cristo, a fin de no ir a otra; porque merece ésta el que os detengáis en ella, pues su dueño es justo. Encontraréis muchos entre los judíos, cuyo respeto a la ley será tal, que a pesar de creer en Cristo a causa de la admiración que produce en ellos la grandeza de los milagros, continuarán, sin embargo, practicando las obras de la ley. Otros, por el contrario, atraídos por la curiosidad de la libertad que les promete Cristo, simularán que abrazan la ley del Evangelio. Finalmente, habrá otros muchos que, guiados por la perversidad de su inteligencia, caerán en el error. Y como casi todos éstos presumen que en ellos está la verdad católica, es preciso tener mucha prudencia hasta en esta misma casa, esto es, en esta Iglesia católica.

Lucas 10, 11-12: "Hasta el polvo de vuestra ciudad que se pega a nuestros pies, nos lo sacudimos devolviéndoselo contra vosotros; empero sabed esto: que el reino de Dios se ha acercado. Os digo que en aquel día será más tolerable el castigo para Sodoma que para aquella ciudad".

Comentan San Beda: "Aquellos, pues, que despreciaren la doctrina, los trabajos y los peligros de los que les enseñan, se exponen al testimonio de su condenación"; y Orígenes: "Sacudiendo contra ellos el polvo, les dicen en cierto modo: "El polvo de vuestros pecados con razón vendrá sobre vosotros". Y obsérvese que todas aquellas ciudades que no reciben a los apóstoles, ni su celestial doctrina, tienen plazas, según estas palabras: "Ancho es el camino que conduce a la perdición" (Mt 7,13)"

¿Qué espera de Dios aquel que lo niega?

Mateo 10, 33: "Pero cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los cielos".

Dice San Juan Crisóstomo: "Y no solamente exige la confesión mental, sino también la oral, a fin de que nos anime a una intrépida predicación y a un amor más grande, haciéndonos superiores a nosotros mismos. Y no solamente se dirigen estas palabras a los Apóstoles, sino a todos los hombres en general, porque, no sólo a los Apóstoles, sino también a sus discípulos les da la fortaleza. Y el que observa esto ahora, no sólo tendrá la gracia de hablar en público, sino que tendrá también la de convencer con facilidad a un gran número, porque por la obediencia a su palabra ha hecho de muchos hombres apóstoles".

Marcos 8, 38: "Porque cualquiera que se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre también se avergonzará de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles".

San Gregorio Magno: "Hay quien confiesa a Cristo, porque se halla entre cristianos. Pero si el nombre de Cristo hoy no fuera tan glorificado, no tendría la Santa Iglesia a muchos de los que parece que profesan su doctrina". Y el otro Crisóstomo: "Llama adúltera a la generación que ha abandonado a Dios, verdadero esposo del alma, y pecadora, porque no ha seguido la doctrina de Cristo, sometiéndose al yugo del demonio y recibiendo la semilla de la impiedad. Quien negare, pues, el dominio de Cristo y la palabra de Dios, revelada en el Evangelio, recibirá el castigo digno de la impiedad, oyendo en la segunda venida estas palabras: "No te conozco" ( Mt 7,23)".

Lucas 9, 26: "Porque el que se avergüence de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y la del Padre, y la de los santos ángeles".

A lo que comenta San Gregorio Magno: Ordinariamente despreciamos las cosas pasajeras y, sin embargo, nos abstenemos muchas veces -por los respetos humanos- de expresar con la VOZ la rectitud que tenemos en el alma. Por eso el Señor añade el oportuno remedio a esta herida, diciendo: "Porque el que se afrentare de mí y de mis palabras, se afrentará de él el Hijo del hombre". Y Teofilacto: "Se avergüenza de Cristo quien dice: "¿Por ventura creeré al Crucificado?". Y se avergüenza de sus palabras quien menosprecia la sencillez del Evangelio. Dios se avergonzará del que así obrare en su reino, como se avergüenza un padre de familia de nombrar a un siervo suyo que no es bueno".


¿Qué Paz de Dios espera el que sólo busca las paces con el mundo?

Lucas 12, 51-52: "¿Pensáis que vine a dar paz en la tierra? No, os digo, sino más bien división. Porque desde ahora en adelante, cinco en una casa estarán divididos; tres contra dos y dos contra tres".

Mateo 10, 34: "No penséis que vine a traer paz a la tierra; no vine a traer paz, sino espada".

Dice Rábano Mauro: "No puede observarse derecho alguno entre quienes existe la lucha de creencias".

Lucas 13, 3 y 5: "Os digo que no; al contrario, si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente".

¿Todavía creéis que pocos se condenarán? ¿O que no se sabe con certeza?

Lucas 13, 24: "Esforzaos por entrar por la puerta angosta, porque os digo que muchos tratarán de entrar y no podrán"

Lucas 14, 24: "Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron invitados probará mi cena".

¿Todavía te encierras con engreimiento en lo que esos "simpáticos" maestros de iniquidad te enseñaron?

Lucas 18, 14: "Todo el que se ensalza será humillado"

Lucas 18, 17: "En verdad os digo: el que no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él".

¡Ay del que permanezca en su ceguera y no ruegue a Dios el ser curado de ella! Y tú que dices ver, ¿ves realmente?

Lucas 18, 34: "Pero ellos no comprendieron nada de esto; este dicho les estaba encubierto, y no entendían lo que se les decía".

Jesús es la Piedra, los verdaderos Papas en su voz infalible son la Piedra; quien en una sola coma atente contra la Piedra... ¡Ay de él!

Lucas 20, 18: "Todo el que caiga sobre esa piedra será hecho pedazos; y aquel sobre quien ella caiga, lo esparcirá como polvo"

Porque el que busca encuentra, cuando vive en Cristo. El que pide, se le dará. Tú que no recibes, ¿qué cosa pides? ¿De qué forma pides?

Lucas 20, 47: "Los que por las apariencias hacen largas oraciones; ellos, recibirán mayor condenación.

Y si aún así, no recibes; ¿será que no eres de la Verdad? ¿Acaso no Lo oyes?

Lucas 23, 9: "Y le interrogó extensamente, pero Jesús nada le respondió".


¡Ay de los que ya se condenaron a no ver y a no oír!

2 Tesalonicenses 2, 9-10: "Vendrá "Aquel Inicuo", cuya aparición es obra de Satanás con todo poder y señales y prodigios de mentira, y con toda seducción de iniquidad PARA LOS QUE HAN DE PERDERSE en retribución de no haber aceptado para su salvación el amor de la verdad".

A lo que comenta Monseñor Straubinger: "Este pasaje es quizás uno de los más terribles de la Escritura y digno de grave meditación. Dios que es la misericordia misma, es también la verdad, cuya expresión nos da en su Hijo Jesucristo, que es su Verbo o Palabra encarnada, y que no cesa de presentarse como la Verdad y la Luz. Así, pues, como habrá una tremenda venganza del Amor despreciado (Cant. 8, 6 y nota), así también vemos aquí la venganza de la verdad desoída. Vemos en el Salmo 80, 13 que Dios abandonó a sus devaneos al pueblo de Israel que no quiso escucharle; así hará aquí entregándolos desarmados "para que crean a la mentira, ya que no tuvieron interés en armarse de la espada del espíritu que es la Palabra de Dios" (Ef. 6, 11, 13 y 17). Y se cumplirá entonces trágicamente -como hace tiempo se está cumpliendo- aquella palabra de Jesús en Juan 5, 43, que algunos interpretan precisamente como un anuncio del Anticristo. Véase también Amós 8, 11 y nota"

2 Timoteo 2, 12: "Si le negamos, El también nos negará".

Santiago 5, 12: "Vuestro sí sea sí; y vuestro no, no; para que no caigáis en condenación".

2 Pedro 2, 1: "Habrá también falsos maestros entre vosotros, los cuales encubiertamente introducirán herejías destructoras, negando incluso al Señor que los compró, trayendo sobre sí una destrucción repentina".

2 Pedro 2, 12: "Mas éstos, diciendo mal de las cosas que no entienden, (como bestias brutas, que naturalmente son hechas para presa y destrucción), perecerán en su perdición".

2 Pedro 3, 16: "Así mismo, en todas sus cartas habla Pablo en ellas de esto; en las cuales hay algunas cosas difíciles de entender, que los ignorantes e inestables tuercen, como también tuercen el resto de las Escrituras, para su propia perdición".

Judas 4: "Pues algunos hombres se han infiltrado encubiertamente, los cuales desde mucho antes estaban marcados para esta condenación, impíos que convierten la gracia de nuestro Dios en libertinaje, y niegan a nuestro único Soberano y Señor, Jesucristo".


¿Seguís diciendo y creyendo que esta justicia es un mal? ¿Decís que Dios no hace esto?

Génesis 11, 7: "Vamos, bajemos y allí confundamos su lengua, para que nadie entienda el lenguaje del otro".

Éxodo 4, 11: "Y el Señor le dijo: ¿Quién ha hecho la boca del hombre? ¿O quién hace al hombre mudo o sordo, con vista o ciego? ¿No soy yo, el Señor?"

Deuteronomio 28, 49: "El Señor levantará contra ti una nación de lejos, desde el extremo de la tierra, que descenderá rauda como águila, una nación cuya lengua no entenderás".

Jeremías 5, 15: "He aquí, voy a traer de lejos una nación contra vosotros, oh casa de Israel -declara el Señor. Es una nación fuerte, es una nación antigua, una nación cuya lengua no conoces, y no podrás entender lo que hable".


¿Seguís pensando que los que no reciben el Evangelio y el Bautismo, después de que Cristo ya vino, pueden salvarse y ser justos?

2 Corintios 4, 3-4: “Si nuestro evangelio queda encubierto, es para los que van a la perdición, para los incrédulos, cuyas inteligencias cegó el dios de este siglo [satanás] para que no brille en ellos la luz del Evangelio, de la gloria de Cristo, que es imagen de Dios”


¡Oh Niño Dios, Signo de Contradicción, Salvador Justo, que seamos muchos los que te conozcamos y te amemos, porque NADA ES IMPOSIBLE PARA TI!





viernes, 25 de noviembre de 2011

LA SOLEDAD


LA SOLEDAD

(Estudio Bíblico de Cornelio A Lapide)

LOS SANTOS Y TODOS LOS GRANDES HOMBRES HAN AMADO Y PRACTICADO LA SOLEDAD

"Cuando David era todavía niño, dice San Crisóstomo, huía de las ciudades y de la muchedumbre, habitaba los desiertos, no tenía ninguna comunicación con el siglo, no ocupándose de comercio, ni de ventas, ni de compras; vivía en silencio en la soledad; y allí, como en un puerto tranquilo, reposando en paz en su aislamiento, guardaba su rebaño, meditaba sobre el reino de los Cielos, vencía y mataba osos y leones que querían arrojarse sobre sus ovejas, y los abatía, no con la fuerza de su cuerpo, sino con la virtud de su fe, que sacaba de la soledad". (Homil. ad pop.).

Según la Sagrada Escritura, "Judith tenía en lo más alto de su casa un cuarto secreto para ella, donde permanecía encerrada con sus fieles criadas" (Judith 8, 5)

La Iglesia canta la siguiente estrofa en honor de San Juan Bautista, que tanto amaba la soledad:

"Antra deserti, teneris sub annis,
Civium turmas fugiens, petisti;
Ne levi saltem maculare vitam
Famine posses".

San Juan se retiró a la soledad a fin de que, a ejemplo de Moisés y de Elías, imitase el espíritu y la virtud de Jesucristo.

Los hombres piadosos y contemplativos han deseado, amado y buscado siempre la soledad.

"Los más más grandes Santos, dice la Imitación de Cristo, han evitado siempre, en lo posible, el comercio de los hombres, y han elegido la soledad para vivir de Dios y por Dios". (Lib. I, c. XX, n. 1)

Así como la tierra oculta el oro en sus entrañas, así como el mar esconde las perlas, y el suelo cubre las raíces de los árboles, la virtud de los humildes y de los Santos está siempre escondida en este mundo.

El mismo Jesucristo obra secretamente con su gracia y sus dones.

La vida de los anacoretas y de los ermitaños ha sido una vida oculta en la soledad. El mismo Salmista lo dice: "He huido, me he alejado, he establecido mi morada en la soledad" "Gran rey, ¿por qué os alejáis? ¿por qué huís y buscais la soledad?" "Porque he visto en el mundo la violencia y la discordia; la iniquidad mora en él. El crimen habita en sus plazas públicas". (S. 54, 8-12)

Escribe San Jerónimo a Rústico: "Mirad vuestra celda como un Paraíso; para mí la ciudad es una cárcel, y la soledad la mansión del Paraíso".

Y el Apocalipsis relata: "Se dieron dos alas a la mujer que el dragón perseguía, para que volase al desierto, lejos de la presencia de la serpiente" (Apoc. 12, 14)

San Nilo, discípulo de San Crisóstomo, dice: "El que ama la soledad es invulnerable a los dardos de sus enemigos: pero el que se mezcla con la muchedumbre recibirá frecuentes y crueles heridas". (In. Vit. Patr.).

Dijo Rahab a los enviados de Josué: "Id hacia las montañas, para que los que vuelvan no os encuentren, y escondeos allí hasta que se vuelvan, y luego continuaréis vuestro camino". (Josué 2, 16)

"Colocaré mi tabernáculo en medio de vosotros, dice el Señor; marcharé en medio de vosotros; seré vuestro Dios, y seréis mi pueblo" (Lev. 26, 11-12)

"Por cuya razón abandonad el bullicio del mundo, y separaos, dice el Señor, y no toquéis lo que es impuro. Y os recibiré, y seré vuestro Padre, y seréis hijos míos e hijas mías, dice el Señor omnipotente" (2 Cor. 6, 17-18)

¡Cuántas gracias y favores especiales y abundantes promete y concede el Señor a las almas elegidas y privilegiadas que abandonan el mundo para retirarse a la soledad!

San Jerónimo: "La soledad es la forma y la regla de la sabiduría; la soledad es por sí misma una predicación de la virtud; el apartarse del mundo es disponerse para ir al Cielo". (Ad Theorasiam.)

¡Oh dichosa soledad! Tú eres la escuela del Paraíso. Dios dice por medio de Oseas: "Conduciré esta alma a la soledad, y hablaré a su corazón" (Oseas 2, 14)

"Colocaré el verdadero camino en la soledad" (Is. 43, 19)

"Estará sentado solitario, y se callará, porque Dios le ha elevado hasta sí", dice Jeremías (Lament. 3, 28)

San Bernardo exclama: "Oh alma santa, estáte sola, consérvate para el Dios que para sí te ha elegido" (Serm. 40, in Cant.)

Y añade San Bernardo: "La soledad es la muralla y el antemuro de las virtudes. Creed en mi experiencia, aprenderéis más en las selvas que en los libros; los bosques y las peñas os instruirán, os enseñarán lo que no pueden enseñaros vuestros maestros" (Ut supra.)

No sólo quita la soledad la ocasión de pecar, sino que eleva el alma a Dios...

Dice San Basilio: "El que te habita, oh soledad, se eleva sobre sí mismo, porque teniendo el alma hambre de Dios, se pone sobre todo lo que es de la tierra; está suspendida en la fortaleza de la contemplación, y separada del mundo, vuela hacia el Cielo, y esforzándose para ver lo que es superior a todo, desprecia todo lo demás" (Tract. de Laude vitae solitariae)

Y exlama Musio Cornelio: "¡Oh dichosa soledad, oh única bienaventuranza que disfrutan los que te aman! ¡Cuán dichosas son las almas privilegiadas y cándidas que vuelan a tus brazos y se alejan de este mundo, que no es más que perfidia!" (In Laudem vitae solitariae)


MOTIVOS QUE OBLIGAN A BUSCAR LA SOLEDAD Y A AMARLA

"Se oye la voz que clama en el desierto", dice Isaías: "Preparad el camino del Señor, rectificad en la soledad sus senderos. Levántense los valles, allánense los montes y collados y corríjase la aspereza de los caminos. Una voz me ordena que clame. Y dije: ¿Qué he de clamar? Toda carne no es más que heno, y toda su gloria es como flor del campo. El Señor sopló, y se secó la yerba del campo, y cayó la flor. Sí, los pueblos son como la yerba del prado. La yerba se marchita, y la flor cae" (Is. 40, 3-4, 6-8)

"Retiraos, retiraos" dice el Señor por medio de Isaías; "salid, no toquéis nada impuro. Purificaos, vosotros que lleváis los vasos del Señor. El Señor os precederá" (Is. 52, 11-12)

Exclama Jeremías: "¿Quién me dará en el desierto una cabaña de viajero, y abandonaré a este pueblo, y me retiraré lejos de él, ya que todos son prevaricadores?" (Jer. 9, 2)

Dice San Bernardo: "Huid del público, huid de vuestros allegados; alejaos de vuestros amigos y de vuestros íntimos. ¿Ignoráis que tenéis a un esposo vergonzoso, reservado, que no quiere manifestarse en presencia de la multitud?" (Epist. 107)

Dice San Crisóstomo: "Es difícil que un árbol plantado a lo largo de una carretera conserve sus frutos hasta su madurez; y es también difícil que un alma, en medio de las gentes del siglo, conserve su inocencia hasta el fin. Cuanto menos se arroja un hombre en las agitaciones exteriores, tanto más abrasada está su alma de fervor, de amor de Dios" (In Moral.)

"Cada vez que he estado con los hombres, he vuelto menos hombre", dice el autor de la Imitación de Cristo (c. XX, n. 2)

"El que se proponga pues y desee llegar a las cosas interiores y espirituales, debe imitar a Jesús y alejarse de la muchedumbre", continúa el mismo autor (idem.)

He aquí una sentencia de Tolomeo: "La seguridad de la soledad aleja el dolor; temer el tumulto dispone los consuelos" (In Prologo Almagesti.)

Dice Demócrito: "Pocas personas me bastan, una sola es suficiente, y aún estoy mejor sin compañía".

"Despreciad todo el vano trabajo que algunos se dan por un vano adorno. Sabed que no hay nada más admirable que el alma, y nada parece grande en el siglo a un alma noble y elevada" (Teste Seneca in Epist. ad Lucil.).

Tal es el lenguaje de los mismos paganos.

Dice Hugo de San Víctor: "Consultemos las Escrituras y veremos que Dios no ha hablado casi nunca en medio de la muchedumbre. Cuando ha querido dar a conocer algo a los hombres, no se ha manifestado a las naciones, sino a algunos pocos, a los que estaban separados de la muchedumbre" (Lib. IV. de Arca Noe, c. IV)

Dice el profeta Miqueas:
"Levantaos e id a la soledad, pues no tendréis reposo en medio del mundo" (Miq. 2, 10)
"Huid de en medio de Babilonia, y salve cada cual su alma", dice el profeta Jeremías (Jer. 51, 6)

San Antonio, después de haber visto y oído al primer ermitaño San Pablo, dijo a sus discípulos:
"¡Desgraciado de mí, soy pecador que llevo falsamente el nombre de monje! He visto a Elías, he visto a Juan en el desierto, y he visto verdaderamente a Pablo en el Paraíso". (In. Vit. Patr.)
.

No basta laa soledad del cuerpo si no se añade la soledad del alma; y ésta no tiene lugar, si el alma se ocupa de lo que ha visto y oído fuera de la soledad; si divaga y se pasea por el mundo; si como el pueblo hebreo en el desierto echa aún de menos la esclavitud de Egipto y las ventajas materiales que allí encontraba. Dios no derrama sus dulces perfumes más que en un alma desprendida de todo, y principalmente de sí misma, en un alma pura y muerta para todo lo del mundo. Es menester pues, para gozar de todas las ventajas de la soledad, renunciar,

1.º, al mundo exterior, a nuestros padres, a nuestros amigos, a nuestra casa, a nuestro país, a nuestras riquezas y honores, etc.;


2.º y principalmente renunciar al mundo interior, a nuestra propia voluntad, a nuestras afecciones especiales, etc.

Es digno de observación lo que dice el abate Juan Mauburne: "Muchas órdenes han degenerado de su esplendor y de su santidad primitiva por varias causas. Los bernardinos han caído por su ociosidad, la tercera orden por demasiadas ocupaciones rurales, los permonstratenses por el excesivo número de misas y demasiadas cargas de coro, los mendigos por su demasiada familiaridad con los seglares; se mezclaban demasiado con la multitud, según aquellas palabras del Salmista: "Se mezclaron entre las naciones, aprendieron sus obras, y ésta fue su ruina" (S. 105, 35-36); los benedictinos por sus grandes riquezas. Pero los cartujos han conservado su esplendor, y su vigor primitivo, por su amor a la soledad y al silencio, y por la rigurosa observancia de las visitas que exige la regla. Estas tres cosas están encerradas en el siguiente verso latino:

"Per tria, si, so, vi, carthusia permanet in vi (id est, vigore.)"* (In Roseto, lib. I, c. III)


"Si" indica el "SILENCIO", "so" la "SOLEDAD", "vi" la "VISITA" (de los religiosos visitadores)




Colocar Bien las Piezas


Colocar Bien las Piezas


Santa Teresa de Jesús:

“Creedme: quien juega al ajedrez y no sabe colocar bien las piezas no llegará a dar jaque mate… Imagino que os maravillaréis de oírme hablar de juegos… Dicen que alguna vez el ajedrez está permitido; con mayor razón estará permitido servirse de sus tácticas. Más aún, si no usásemos estas técnicas a menudo, no lograremos dar jaque mate al rey divino… En el ajedrez la lucha más fiera contra el rey debe darla la reina, aunque concurran a ello otras piezas. Pues bien, no hay reina como la humildad para obligar al Rey del cielo a entregarse”. (Camino de Perfección)




Principio de Dolores


Principio de Dolores



Orígenes:


"Así como enferman los cuerpos antes de la muerte, así es necesario que antes de la destrucción del mundo, la tierra, como agonizante, experimente grandes y frecuentes sacudidas; que el aire, tomando cierto aspecto mortífero, se convierta en pestilente; y que faltando la fuerza vital de la tierra, ésta no produzca frutos. Por lo tanto, en virtud de la escasez de los alimentos, los hombres se excitarán por la avaricia, y harán grandes guerras. Y como las insurrecciones y las luchas serán hijas de la avaricia, y además por las codicias de mando y de la vanagloria, habrá alguno que sea la causa primera de todos aquellos males que habrán de suceder antes de la destrucción del mundo. Así como la venida de Jesucristo trajo la paz para muchas gentes en virtud de la misericordia divina, así es consiguiente que por la multiplicación de la iniquidad se enfríe la caridad de muchos, y que Dios y Jesucristo los abandonen; que se levanten muchas guerras entre ellos, puesto que la santidad no evitará que obren los principios germinadores de las guerras. Por el contrario, las fuerzas adversarias, no detenidas ni por Cristo ni por los santos, actuarán sin obstáculo en los corazones de los hombres para que se levante pueblo contra pueblo, y reino contra reino. Por lo tanto, así como algunos creen, que el hambre y la peste son producidos por los ángeles de Satanás, estos poderes también se envalentonarán entonces por las virtudes enemigas, cuando no haya discípulos de Jesucristo que sean la sal de la tierra y la luz del mundo destruyendo todo lo que siembra la malicia de los demonios. Alguna vez venían hambres y pestes sobre Israel por sus pecados, pero habían quedado libres de ellas por las oraciones de los buenos. Se dice oportunamente "por los lugares", porque el Señor no quiere destruir al género humano en un sólo día, sino juzgarlo por partes, y darle lugar a que se arrepienta. Por lo tanto, si cuando empiecen los males no se ha declarado aun la corrección general, le sucederá peor. Por esto sigue: "Todas estas cosas son principio de dolores", que habrán de seguir contra los impíos, para que sean atormentados, con agudísimos dolores". (In Matthaeum, 28; Com. Mt. 24, 8).

jueves, 24 de noviembre de 2011

La Ciencia de las Sagradas Escrituras



La Ciencia de las Sagradas Escrituras


SAN PABLO RECOMIENDA EL ESTUDIO DE LA SAGRADA ESCRITURA
(Traducción y comentario de Monseñor Straubinger)



2 Timoteo 2, 14-17:
"Pero tú persevera en lo que has aprendido y has sido confirmado, sabiendo de quienes aprendiste, y que desde la niñez conoces las santas Escrituras que pueden hacerte sabio para la salud mediante la fe en Cristo Jesús. Toda la Escritura es divinamente inspirada y eficaz para enseñar, para convencer (de culpa), para corregir y para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, bien provisto para toda obra buena".

(Este pasaje es un testimonio de que LA LECTURA DE LA SAGRADA ESCRITURA es de suma utilidad para la vida cristiana, principalmente para la formación del espíritu y para la enseñanza de la fe. Es a la vez uno de los textos clásicos para probar la divina inspiración de la Escritura (cf. 2 Ped. 1, 21). El mismo Jesús apelaba constantemente a la autoridad de las Escrituras; y los discursos y libros de los apóstoles "están como tejidos con textos del Antiguo Testamento usados como argumentos firmísimos en favor de la Nueva Ley" (Enc. "Providentissimus Deus" de Leon XIII.) Cf. Heb. 4, 12)

Y más...

San Jerónimo: "Amad la ciencia de las Escrituras, y detestaréis los vicios carnales" (Epist. 43)

San Bernardo: "¿Piensas tú que alguna de estas cosas (de las Sagradas Escrituras) esté puesta aquí superfluamente? ¡Ah! No. De ninguna manera: porque si no cae una hoja del árbol sin causa, ni cae en tierra un pájaro sin la voluntad del Padre Celestial, ¿podría yo creer, que de la boca del Santo Evangelista saliese una palabra superflua, especialmente en la sagrada historia del que es Palabra de Dios? No lo pienso yo así: todas están llenas de soberanos misterios, y cada una rebosa en celestial dulzura. Pero esto acontece si tienen quien las considere con diligencia y sepa chupar miel de la piedra, y aceite del peñasco durísimo, como dice la Escritura (Joel 3, 9)" (Grandezas de María)



miércoles, 23 de noviembre de 2011

El Mundo Testifica su Fin



El Mundo Testifica su Fin

San Cipriano: "El mundo mismo testifica su fin con el ejemplo de la decadencia de las cosas. No tiene el invierno tan copiosas lluvias para criar las semillas. No tiene el estío el acostumbrado calor para madurar las mieses. Ni en lo templado del verano están los sembrados alegres. Ni los otoños son tan abundantes de frutos".



Cómo se Perdona el Pecado Venial



EL PECADO VENIAL SE PERDONA POR ESTAS NUEVE COSAS

1.ª Por oír Misa con devoción.


2.ª Por comulgar dignamente.


3.ª Por oír la palabra de Dios.


4.ª Por bendición episcopal.


5.ª Por decir el Padre nuestro.


6.ª Por la Confesión general.


7.ª Por agua bendita.


8.ª Por pan bendito.


9.ª Por golpes de pecho.


¡TODO ESTO HECHO CON DEVOCIÓN!



EL PECADO VENIAL


EL PECADO VENIAL



Estudio Bíblico de Cornelio A Lapide



EL PECADO VENIAL

EL PECADO VENIAL ES EL CAMINO QUE CONDUCE A LAS GRANDES CAÍDAS

"El que desprecia las faltas pequeñas se perderá insensiblemente" (Eclesiástico 19, 1). Sí, dice San Gregorio, "si miramos con descuido las faltas pequeñas, seducidos poco a poco, acabaremos por caer audazmente en faltas mayores. Porque el que no cuida de llorar lso pecados veniales que ha cometido y de evitarlos, decae del estado de justicia, no de repente, sino por grados e insensiblemente. Es menester advertir a los que están habituados al pecado venial que consideren mucho que a veces una caída ligera perjudica en cierto modo más que una falta grave; porque una falta grave se nota más pronto, y más pronto se llora; pero no se tiene en cuenta una falta ligera, y es tanto más peligrosa, cuanto se comete sin escrúpulo. Sucede muchas veces que el alma acostumbrada a las faltas ligeras acaba por no horrorizarse de las faltas graves: corrompida por sus muchas infracciones, llega a tal punto de atrevimiento, desprecio y malicia, que no teme ya los pecados mortales, porque ha aprendido a cometer sin temor los pecados veniales. (Lib. X. Moral. c. XIX).

"Había en Bethania cierto Lázaro que se hallaba en un estado de languidez. Sus hermanas enviaron a decir a Jesús: Señor, ved que aquel a quien amáis está enfermo. A aquella noticia, Jesús respondió: La tal enfermedad no es para llevar a la muerte. Y permaneció dos días en el mismo lugar. Luego dijo a sus discípulos: Vamos de nuevo a Judea. Jesús llegó pues, y encontró que Lázaro estaba en la tumba hacía ya cuatro días. Y dijo: ¿Dónde le habéis puesto? Los que allí se encontraban respondieron: Venid y ved. Jesús fue al sepulcro: era una cueva cuya entrada la cerraba una piedra. Y Jesús dijo: Quitad la piedra. Marta, hermana de Lázaro, replicó: Señor, despide ya mal olor". (Cf. Jn. 11, 1-39)

Este relato es el cuadro de la vida y de la caída definitiva del hombre que no evita cuidadosamente el pecado venial.

1.º No experimenta desde luego más que una languidez del alma.
2.º Aquella languidez se agrava y se convierte en enfermedad.
3.º Cae en un sueño letárgico, es decir, en la indiferencia por su estado.
4.º La muerte, o el pecado mortal llega.
5.º Luego viene la putrefacción, o sea la corrupción del corazón.

"Una falta os parece a primera vista insufrible, luego la juzgáis menos grave, después no la sentís ya, y al fin llega a ser para vosotros un objeto de deleite", dice San Bernardo (Serm. in Cant.)

Basta una chispa para producir un incendio...

Es menester, dice San Cipriano, "es menester cerrar, no digo las puertas, sino hasta las más pequeñas aberturas, no sea que el enemigo penetre en el campo por una rendija. Todo el perímetro de una ciudad debe fortificarse para que no sucumba enteramente por un lugar débil; pues dice Salomón que el que desprecia las cosas pequeñas se perderá poco a poco". (Serm. in Eccles.)

"¿No sabéis que un pedacito de levadura ha de fermentar toda la masa?", dice San Pablo (I Cor. 5, 6)

Dice San Isidoro: "El que no evita los pecados veniales se expone a caer en los mayores crímenes; porque el pecado venial engendra, por decirlo así, el pecado mortal. Los vicios crecen pronto y sin que lo notemos: si no se hace caso del pecado venial, pronto llegará el pecado mortal. Evitad, pues, cuidadosamente el uno preservaros por completo del otro" (De Norma bene vivendi).

Dice San Jerónimo: "El alma consagrada a Jesucristo fija su atención lo mismo en las faltas pequeñas que en las graves; porque sabe que se habrá de dar cuenta hasta de una palabra inútil" (Ad Heliodorum.)

Y San Agustín: "No podéis dejar de hacer caso de vuestras culpas, so pretexto de que sean leves; porque las gotas de agua acaban por llenar ríos, y por arrastrar las rocas y los árboles con sus raíces" (Serm. LXIV. de Temp.)

San Bernardo: "El alma consagrada a Dios debe evitar con tanto cuidado los pecados más leves como los más graves; porque los que caen en los mayores excesos comienzan por pequeñas infracciones" (serm. in Cant.)

Nadie llega a ser un gran criminal repentinamente...

Dice San Agustín: "¿Qué más da que el empuje de una ola terrible estrelle el buque y lo eche a pique, o que, penetrando el agua insensiblemente en la cala, sin impedirlo el descuido de los marineros, llene el buque y lo sumerja! En uno y otro caso, ¿no se verifica igualmente el naufragio?" (Epist. CVIII. ad Seleuciam).

Las consecuencias del pecado venial son funestas: porque,

1.º, si este pecado no destierra a Dios del corazón, entristece al Espíritu Santo, que habita en nosotros; y dar que sentir a un amigo que viene a visitarnos, es darle a entender que puede retirarse, y que podemos pasar sin su presencia.
2.º Dificulta la abundancia de las gracias.
3.º Disminuye en el alma el fuego del amor divino.
4.º La precipita en el fatal estado de tibieza, estado peligrosísimo, puesto que el Señor dice en el Apocalipsis: "¡Ojalá estuvieses frío o caliente! Pues, ya que eres tibio, y ni frío ni caliente, te arrojaré de mi boca" (Apoc. 3, 15-16).
5.º El pecado venial priva de varios favores que Jesucristo concede ordinariamente a las almas vigilantes y fieles, como son los consuelos sensibles, la paz del corazón, etc.
6.º Debilita las fuerzas del alma, aumenta las pasiones, y las fortifica. Y de ahí resulta que si se presenta una tentación violenta o una ocasión seductora, abatido el hombre por las numerosas heridas que le ha causado el pecado venial, no tiene fuerzas para resistir, consiente y sucumbe, y como dicen los Cantares: "Las raposas devastan las viñas" (Cant. 2, 15)
7.º Ante la negligencia y el desprecio de las pequeñas faltas, el demonio llega a ser más poderoso y atrevido para solicitar a los hombres y hacerles caer en pecado mortal. Y, por el contrario, el que trata de evitar las faltas veniales, presenta dificultades al demonio, y es muy difícil que sea vencido y pierda la vida del alma con el pecado mortal.

Dice San Crisóstomo: "Me atrevo a adelantar algo admirable, algo que todavía no se ha oído decir; y es que me parece que no se deben evitar con tanto cuidado los pecados mortales como los veniales. En efecto; la naturaleza misma nos inclina a horrorizarnos de los grandes excesos; mientras que no hace caso de las faltas leves, bajo so pretexto de que no infaman. Tal descuido y negligencia quitan pronto al alma la generosidad y las fuerzas necesarias para no cometerlas, y a consecuencia de las heridas que causan al alma, viene la muerte. Por este camino veréis producirse todas las grandes iniquidades, porque ningún hombre cae de repente a las últimas profundidades del mal y al fondo del abismo. El alma tiene cierta vergüenza y cierto pudor natural de que no puede desprenderse en seguida; pero lo hace gradualmente, poco a poco". (Homil. LXXXVII. in Matth.)


MALICIA DEL PECADO VENIAL

Las siguientes consideraciones ayudarán a comprender cuánta es la malicia del venial.

1.º El pecado venial, lo mismo que el mortal, es una desobediencia a Dios... Encierra igualmente cierto desprecio de Dios y de su santa ley.
2.º Después del pecado mortal, es el mayor de los males; y, según los santos Padres y los teólogos, todos los méritos de los apóstoles, de los mártires, de los Santos y de los ángeles, y hasta de la augusta Madre de Dios, no bastarían para borrar un solo pecado venial y reparar la injuria que hace a Dios: son necesarios los medios de Jesucristo...
3.º El pecado venial es el mal de Dios. Y de ahí se deduce que, siendo la gloria y el honor a Dios debidos infinitamente superiores a cuanto atañe a las criaturas, hasta a las más nobles y perfectas, no sería permitido cometer un pecado venial ni aún para evitarles los mayores males o proporcionarles los mayores bienes.

Muy bien dice Salvio: "Nada hay leve en las cosas que hieren a Dios". (Lib. VI)

Todos los pecados atacan y ofenden a Dios; y es la falta más ligera contra aquel soberano dueño de un mal mayor que todos los males que podrían abatir a las criaturas. El pecado venial es una mancha para el alma, al paso que los otros males, cualesquiera que sean, no son más que la pena o el castigo del pecado.

San Agustín declara que "no sería permitido decir una ligera mentira para salvar a todos los réprobos, porque la mentira es el mal de Dios, mientras que el suplicio de los réprobos no es más que el mal del hombre. Y, no siendo los mayores males del hombre más que el mal de la criatura, pura nada, no son tan grandes como la mayor ofensa a Dios, ofensa que ataca a una majestad infinita". (Lib. Confess.)

Los mismos paganos comprendieron que no es cosa indiferente en sí preservarse de las faltas ligeras. No es, dice Plutarco, "no es una prueba mediana de que progresemos en virtud, si tratamos de evitar las más pequeñas faltas. Obrar así es probar que hemos adquirido ya méritos que queremos conservar intactos". (De Profectu virtutum).


CUÁNTOS PECADOS VENIALES SE COMETEN

"Ni aun el hombre justo está libre de caídas leves; pero las deplora y repara", dicen los Proverbios (24, 16). "Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros", dice el apóstol San Juan (1 Jn. 1, 18). "Todos faltamos en muchas cosas", dice el apóstol Santiago (3, 2). "Sólo es propio de Dios el no cometer falta alguna", dice San Clemente de Alejandría (Lib. I. Paedag., c. II).

Hemos de procurar cuidadosamente no caer, y volvernos a levantar después de nuestras caídas.

Nada puede darnos mejor a conocer cuán grave mal es el pecado venial, que los castigos impuestos por Dios en esta vida y después de la muerte. Los sagrados libros nos ofrecen numerosos ejemplos. Moisés fue excluido de la tierra prometida en castigo de una ligera duda sobre la omnipotencia de Dios... David vio perecer a setenta mil de sus súbditos en castigo de una falta de vanidad... Los bethsamitas, por haber mirado con curiosidad el arca, y Osa, por haberla tocado, quedaron heridos de muerte. Por una mentira, Ananías y su esposa tuvieron la misma suerte. Dios castiga muchas veces con enfermedades y otra aflicciones interiores mucho más rigurosas, tales como la sequedad de la oración, el disgusto por los ejercicios de piedad, las tentaciones contra la fe y la pureza, la falta de ánimo, y hasta la desesperación, y otras penas interiores, tan difíciles de sufrir muchas veces, que los que las experimentan se ven expuestos a abandonar el servicio de Dios, y por consiguiente a perderse.

En el otro mundo, Dios castiga el pecado venial con el purgatorio.




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